Por Ali López

Los vampiros han sido una constante en el cine horror. Es fácil suponer, y hasta aseverar, que casi todas las cinematografías del mundo tienen una cinta de estos seres. Pero en la bastedad del mito, que varía en regiones, hay pocas cintas que logran sobresalir; ya sea por su manufactura, su capacidad de transformar el mito o, por el contrario, entregar una buena adaptación de las bases literarias. Así, año con año, hay varias entregas de cintas vampíricas, muchas de ellas, sólo se convierten en un número para la estadística, pero, las que logran salir de la norma, generalmente, se convierten en clásicos. Porque el vampiro, es, fue y será uno de los consentidos para los fanáticos de lo oscuro, inusual y macabro.

“Terra e Luz” (Renné França | Brasil | 2017) una cinta que nos muestra una selva amazónica postapocalíptica, azorada por seres de sombras que beben la sangre de los pocos vivos que aún deambulan. Un hombre (Pedro Otto) ha encontrado una forma para sobrevivir, bañar su cuerpo con lodo hasta que termine la noche; sin mayores cambios, su supervivencia continúa, hasta que una niña, Lucía (Maya Dos Anjos), queda bajo su resguardo.

Abrevando de las aguas de ‘Soy leyenda’ de Richard Matheson y la propia cultura amazónica, la cinta no se convierte en una cinta de acción y supervivencia, como lo son las adaptaciones estadounidenses de la novela, sino en un retrato de la fragilidad humana, tanto física como psicológica, ante una situación de desastre. Pero no sólo se concentra en el fatalismo, también nos habla de las razones que tiene el humano para seguir adelante.

La cinta se concentra más en los hechos que en los diálogos; es lo que vemos lo que nos va otorgando datos para entender lo que sucede, tanto dentro como fuera de los personajes. Y a pesar de su bajo presupuesto, lo que hace de las escenas de acción cortas y poco contundentes, en la química de los personajes vemos una gamma de tonos que no provocan que la cinta decaiga; pues los momentos de horror, comedia o drama están equilibrados y son retratados de manera franca.

Un ejercicio cinematográfico que no puede separarse de esa estética, y qué ante un público acostumbrado al despliegue visual magnánimo, puede resultar poco atrayente. Pero, en realidad, logra superar sus flaquezas, y quitando las comparaciones excesivas, va más allá de lo que aparenta. Pues su mensaje va más a la plural, a la humanidad más que al humano, y que, como buen cine latinoamericano, retrata los problemas sociales de la región, que muchas veces, es de más terror.

 

 

“Lilith’s Awakening” (Monica Demes | USA-Brasil | 2016) nos cuenta la historia de Lucy (Sophia Woodward) una chica atrapada entre lo frío de su matrimonio y su deseo candente por alguien más. Una noche, la visita de una misteriosa mujer (Barbara Eugenia), hará que las cosas en la pequeña comunidad, así como en Lucy, cambien.

Cinta referencial, que otorga, a veces en exceso, alusiones a ‘Drácula’ la novela de Bram Stoker; personajes con los mimos nombres, situaciones similares, y la condición vampírica, de la cual, también surge Lilith. Además, ya que la cinta nace de un taller del maestro David Lynch, su cinta “Lost Highway” tiene cameos en varios momentos.

Una película, contrario a la anterior, que posee una manufactura y audacia visual impecable; con un manejo en color y blanco y negro siempre útil e hipnótico, siempre certero; y con el uso total del cuadro, otorgando a veces pistas difíciles de ver, que hacen de la pantalla un juego de luces y sombras que insertan al espectador en su juego.

Fuera de eso, la trama cuenta poco, pues va y viene sin mayores sobresaltos, eso sí, respetando al mito vampírico y dando lo que se busca en este tipo de cintas, sangre, sensualidad y dualidad entre el humano y la bestia. Por desgracia para la película ya existe “A Girl Walks Home Alone at Night”, (Ana LiLy Amirpour | USA| 2014) una película con la que es imposible no compararla, por la trama y estética, y con la que no termina muy bien colocada. Pero, tomando a la película por sí misma, esta resulta correcta y afortunada; sin que nada más quede fuera de la línea.

Esta cinta va más a lo personal, a los temores internos, y lo propio no como fin último, sino como primero. Así tenemos dos puntos de vista desde el mismo tratamiento, y tenemos también el uso del vampiro para otorgar mensajes de liberación y fortaleza. Por esto, este subgénero sigue siendo uno de los más socorridos en el horror, pues como buen mito es universal y poco perecedero.