Por Carlos Ham

“Mentiras blancas” (White Lies/Tuakiri Huna book, 2013) representa el inesperado retorno a la dirección de la mexicana Dana Rotberg. Se trata de su primer largometraje en más de una década, siguiendo “Otilia Rauda” en 2001, así como su primera película producida en Nueva Zelanda, su país adoptivo. Rotberg, quien había decidido abandonar el cine para entregarse completamente a la maternidad, retorna con un filme que representa una suerte de culminación tanto de sus preocupaciones artísticas como de su doble condición de madre e inmigrante. “Mentiras blancas”, basada la historia “Medicine Woman” del neo zelandés Witi Ihimaera, retrata la relación entre tres mujeres de antecedentes muy diferentes pero igualmente marcadas por el trauma de la colonización.

Paraiti (Whirimako Black), una de las últimas curanderas maorí de su estirpe, pasa sus días atendiendo malestares menores pues “la ley del hombre blanco” ha impuesto la medicina occidental como el nuevo estándar. Su lánguida rutina viene a ser alterada por la despectiva ama de llaves Maraea (Rachel House), quien actúa en favor de su ama, una acaudalada mujer blanca llamada Rebecca Vickers (Antonia Prebble). Luego de enfrentarse a la muerte de madre e infante maorís en las incapaces manos de un grupo  de extrañamente malevolentes enfermeras, Paraiti decide acceder a las demandas de Rebecca: la vieja curandera acepta ayudarle a librarse de un embarazo extramarital. El proceso, advierte Paraiti, será prolongado  y doloroso.

Lo que acontece entre estas tres mujeres es un choque de culturas e identidades: una dama elitista y privilegiada que sin embargo vive en temor del rechazo de su esposo, una arrogante sirvienta que ha renunciado a su lengua y cultura nativa, y una anciana orgullosa que se aferra a las tradiciones de su pueblo ante una sociedad cada vez más indiferente. Para Paraiti, el bebe de Vickers representa una última oportunidad de traer algo de justicia y balance, para Rebecca una condena—ecos de la tensión racial y de géneros en la clásica historia corta “El hijo de Désirée” (Désirée’s Baby) de la autora americana Kate Chopin. Se entrevé, entonces, que “Mentiras blancas” es una película de múltiples contrastes: choques entre la cultura occidental y nativa, la lengua indígena y  anglosajona, las apariencias y secretos. Con esta dicotomía en mente, Rotberg se inclina por una composición rica en simbolismo, a la manera de su propio “Ángel de fuego” (1992) donde exploraba ya la postura feminista en el contexto mexicano.

Evidentes como pueden llegar a ser, este constante juego de símbolos e imágenes complementan la estructura teatral del filme, recordando al cine “de cámara”  mejor asociado con Ingmar Bergman por películas como “Luz de Invierno” (Nattvardsgästerna, 1962) o “Persona” (1966). Si bien la estética teatral tiende a ir en detrimento del usualmente fluido trabajo de cámara de Alun Bollinger (Criaturas celestiales/Heavenly Creatures, 1994), el ejemplar uso de iluminación y diseño de interiores permite al drama el espacio suficiente para respirar.  Abundan, por tanto, los espacios “femeninos” como son el cuarto de baño, las recamaras, o cocina—amargos recordatorios del encierro al que se han sometido por una razón u otra.

“Mentiras blancas” es la rara película que no teme poner a la figura femenina como centro; lo que pudiera resultar en una experiencia alienante para algunos, como ya pasara con películas tan diversas como “Las vírgenes suicidas” (The Virgin Suicides, 1999) o “Las horas” (The Hours, 2003).  Afortunadamente, la ejemplar sensibilidad de Rotberg, tan lejos del sentimentalismo como el material lo permite, nos alienta a adentrarnos en una narrativa irreprochablemente personal. Resulta algo decepcionante, entonces, que al final decida remover toda ambigüedad moral y permitirse el lujo de pasar juicio. En todo caso, “Mentiras blancas” ofrece una quieta mirada dentro de la vida de tres mujeres segregadas por una raza y cultura pero, finalmente, ligadas por uno de los vínculos más primordiales, la maternidad.

 

Título original: “White Lies”. Dir.: Dana Rotberg. País: Nueva Zelanda Año: 2013. Guión: Dana Rotberg, basada en la novela Medicine Woman de Witi Ihimaera. Fotografía: Alun Bollinger. Música: John Psathas. Edición: Paul Sutorius. Con: Whirimako Black (Paraiti, la mujer médico), Antonia Prebble (Rebecca Vickers), Rachel House (Maraea), Nancy Brunning (Horiana), Te Waimarie Kessell (Aroha), Kohuorangi Ta Whara (Wirepa), Elizabeth Hawthorne (matrona del hospital). Productor: John Barnett, Chris Hampson. Compañía distribuidora: . Compañía productora: South Pacific Pictures, New Zeland Film Comission, NZ on Air. Duración: 96 mins.