Por Ezequiel Obregón
EscribiendoCine/CorreCamara.com
La película dirigida por Héctor Olivera gira en torno a la génesis del mural que el artista mexicano David Siqueiros pintó en la quinta del no menos célebre Natalio Botana. En unos pocos minutos se pudo entrever una trama de secretos, infidelidades, y asuntos políticos definitorios para la historia Argentina.
“A los 19 años entré a trabajar a los estudios Baires. Allí trabajé con quien durante años fue la mano derecha de Natalio Botana, dueño del diario Crítica. Cuando entré en 1950, ya hacían nueve años de la muerte de Botana. Durante los cinco años que estuve allí, aprendí muchísimo. Al tiempo comentamos con Fernando Ayala qué gran película sería la de los Botana”. Con este comentario el director de La noche de los lápices inició un breve diálogo con la prensa en Pantalla Pinamar. Comentario precedido por nueve minutos de imágenes del film que tiene a Ana Celentano, Luis Machín, Carla Peterson y Bruno Bichir en los roles centrales.
Luego Olivera señaló la dificultad de llevar adelante tamaña empresa, remarcando que una vida tan intensa como la de Botana no podría ser resumida en un solo film. Y agregó: “Hasta que un buen día, leyendo el libro de Pablo Neruda, Confieso que he vivido, me entero que estuvo en la fiesta de presentación del famoso mural. Y que el pintor tuvo un romance con la esposa de Botana. Y ahí me dije que era una oportunidad maravillosa para cumplir con un viejo sueño”.
EscribiendoCine le preguntó al director cómo se desarrolló la escritura del guión, y por qué la figura de Federico García Lorca (presente en aquella quinta, por aquellos días) fue dejada de lado en el film. Nos respondió: “Leí todo lo que había. Fui a México y encontré muy poco material, entre el que se encuentra sus memorias. Fue muy poco lo que había. Hablé con un par de colegas que podían ser colaboradores en este proyecto.”
“Inicialmente les pedí a los productores españoles un actor, para que interpretara a Lorca. Él había estado en la torre de la piscina haciendo de campana”. Olvera explicó que el objetivo del poeta era custodiar el encuentro amoroso entre el muralista y la esposa del anfitrión. “La burbuja inmobiliaria española se vino abajo en medio de la crisis. (…) Razonablemente cayó la co-producción con España y –razonablemente- cayó el personaje de Lorca”.
“Por primera vez estaba escribiendo un guión solo. Convoqué a mi hijo, Javier Olivera, para tener alguien al lado siguiéndome en la película. Y para no llamar a un respetable colega que me dijera tenés que cambiar esto y esto…”.
En medio del diálogo, Olivera dijo que debía “esperar la plata en la misma cola que 50 muchachos que corren por hacer su opera prima. Esta es la verdad, señora directora del Instituto”, frase que fue negada de inmediato por la mencionada, Liliana Mazure. Un exabrupto en medio de un encuentro que –hasta ese momento- no presagiaba polémica alguna.