Por Orianna Calderón
  

Siempre con algún guiño camp (1) , la obra del director italo-turco Ferzan Özpetek (compuesta hasta ahora de ocho largometrajes), es una oda al amor y a la libertad asequibles una vez que los personajes reconocen la diferencia del Otro. Desde su debut con El baño turco (1997) Özpetek se ha caracterizado por un estilo propio en forma y contenido, que refleja sus inquietudes como cineasta nómada -nacido en Estambul pero formado en Italia- y abiertamente homosexual; su trabajo ha sido reconocido a nivel internacional e incluso el Museo de Arte Moderno de Nueva York organizó una retrospectiva de sus películas en 2008. Del 12 al 22 de mayo, en el marco de su XV aniversario y en colaboración con el Instituto Italiano de Cultura, el Festival Mix México de Diversidad Sexual en Cine y Video, presentó la retrospectiva completa de Özpetek en la Cineteca Nacional, con Una familia muy normal (2010) como filme de inauguración.
  

Tras desempeñarse como asistente de dirección de Massimo Troisi, Maurizio Ponzi, Ricky Tognazzi, Sergio Citti y Marco Risi, Özpetek dirige su ópera prima en 1997, El baño turco (Hamam). Ésta fue exhibida en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y prefigura varios de sus leitmotivs: la pareja protagonista, formada por un apático Francesco y una dominante Marta, se dedica al diseño de interiores en Italia; él viaja a Estambul tras heredar de su tía un hamam en ruinas y, de una posición distante y recelosa respecto al universo oriental, pasa a una admiración ligeramente idealizada, pero construida de manera efectiva a partir de las cartas escritas por la tía ausente, cuya voz describe los hamanes como “lugares extraños, donde el vapor relaja las costumbres además de los cuerpos.” (2) Francesco decide restaurar el baño y, ante la imprevista extensión de su estancia en Turquía, su esposa lo visita. Al descubrir a su marido con un joven amante -Mehmet- Marta se horroriza, pero posteriormente asimila el cambio de Francesco y, cuando éste es asesinado, es ella quien se hace cargo del hamam.
  

A partir de esta sinopsis, se pueden enunciar una serie de rasgos estilísticos ya identificables desde su primer filme. Con el título -Hamam- Özpetek anuncia la entrada a un espacio típicamente oriental, exótico y propicio para los placeres sensuales; esta fascinación por suntuosos espacios semi prohibidos de su natal Turquía, es llevada aún más lejos en su segundo largometraje, Harem (Harem Suaré, 1999), donde narra una transgresora historia de amor entre la favorita del sultán y un eunuco, con la caída del Imperio Otomano como fondo. El resto de sus filmes han sido rodados en la Italia contemporánea, pero siempre con alguna referencia turca, desde la música hasta la presencia de su actriz icónica Serra Yilmaz (3).
  

La fuerza de un sitio ligado a un antepasado -como el vínculo entre el hamam, Francesco y su tía- es retomada por Özpetek en Corazón sagrado (Cuore sacro, 2005), donde la protagonista, una exitosa mujer de negocios llamada Irene -Barbora Bobulová recibió el David di Donatello (4) por su interpretación- comienza a cuestionar su escala de valores tras entrar a la habitación de su madre en un antiguo palacio. En ambos filmes, el impacto de estos lugares es manifestado en largas secuencias donde el espectador sigue al personaje en su recorrido de reconocimiento. Más aún, mientras la tía de Francesco hacía patente su presencia en las cartas, la madre de Irene “habla” a través de los crípticos escritos de carácter místico con los que cubrió las paredes de su cuarto; al final, ambas mujeres ausentes marcan el derrotero para los personajes femeninos: Marta se hace cargo del hamam en Estambul, mientras que Irene se asume como una beata capaz de renunciar a toda posesión material y sacrificarse en aras del bien ajeno.
  

Este empalme de presente, pasado y futuro, aunado al énfasis en la memoria como pretexto para revisar identidad/proyecto de vida/ejes motivacionales, es el elemento mejor logrado de La ventana de enfrente (La finestra di fronte, 2003). En el que sería su último trabajo -murió una semana después de finalizado el rodaje- Massimo Girotti encarna a Davide, un atormentado anciano que ha perdido la memoria; Giovanna (Mezzogiorno) y su esposo lo encuentran en la calle y, a pesar de la renuencia de ella, lo llevan a su hogar para tratar de ayudarlo. Poco a poco surgen las piezas que permiten armar el pasado de Davide, repostero judío sobreviviente de un campo de concentración; en esa búsqueda, Giovanna coincide con Lorenzo (Raoul Bova), vecino del edificio de enfrente a quien ella observa obsesivamente desde su ventana. De manera sutil y magníficamente lograda, la historia de amor prohibido entre Giovanna y Lorenzo, comienza a entretejerse con la de Davide y Simone, su amante fallecido en la guerra: por ejemplo, con un movimiento circular envolvente en la mesa del café; una extravagante confesión de amor transportada en tiempo y espacio; o mediante la bella panorámica de una pieza de baile -Es la historia de un amor- que combina el hogar de Giovanna con la fiesta en la que Davide y Simone intercambiaron miradas apenas perceptibles.
  

Justo una mirada de Giovanna a la cámara -y por ende, al espectador- es el último plano de La ventana de enfrente; los ojos serenos, sonrientes y seguros de la protagonista, sobre los que corren los créditos del filme, brindan una acertada solución visual a una tendencia frecuente en Özpetek: al cierre, son los personajes femeninos los que tienen una transformación positiva y resultan fortalecidos. Así ocurre incluso en el más oscuro de sus filmes, Un día perfecto (Un giorno perfecto, 2008), único que no surge de una historia original escrita por Özpetek, pues se basa en la novela homónima de Melania Mazzucco. En la última secuencia, Emma (excelente trabajo de Isabella Ferrari) avanza hacia la cámara comiendo un helado, con cierta seguridad recuperada tras haberse enfrentado a su violento marido, pero el sonido del celular advierte que está por conocer la tragedia que el espectador ya ha presenciado: su esposo se ha suicidado tras dispararle a los hijos de ambos… quizá sólo la hija mayor se salve.
  

Retomando Hamam: un elemento interesante en la trama, es el triángulo amoroso formado por Francesco, Mehmet y Marta. Özpetek juega con las expectativas de la audiencia al insinuar un romance entre Francesco y Fusun, la hermana de Mehmet; de hecho, es hasta la segunda mitad del filme cuando descubrimos -junto con Marta- la homosexualidad de su marido. Similar es la estructura de Las hadas ignorantes (Le fate ignoranti, 2001), filme ganador en el New York Lesbian and Gay Film Festival que narra cómo la felizmente casada Antonia (Margherita Buy) se entera, luego de la muerte accidental de su marido, que éste tenía un amante del mismo sexo. En el desvelamiento de la mentira perfecta del difunto, la burguesa conservadora desarrolla un fuerte lazo afectivo con su rival de amores y entra en contacto con una micro comunidad de outsiders en la que su esposo había construido una vida paralela.
  

El punto de vista privilegiado a lo largo del filme es el de Antonia, “inicialmente ignorante y hasta llena de prejuicios; (…) a la vez superada por las circunstancias y convencida de su aplomo, valiente y aterrada (…) es la guía del público y a la vez el eje de nuestro asombro, turbación o reconocimiento.” (5) Del horror pasa a la comprensión y al cariño; al final -en una concesión un tanto conservadora pero creíble- descubre que está embarazada de su difunto marido y decide alejarse un tiempo de la extravagante comunidad a la que se había integrado. Ya sin mediación de un personaje externo, con Saturno en oposición (Saturno contro, 2006) Özpetek inserta al espectador al centro de un íntimo grupo de amigos que ha formado su propio modelo de familia. Abundan los movimientos circulares de cámara que -cual metáfora de eterno retorno- enfatizan la cercanía de los personajes al enfrentar la repentina muerte de uno de los integrantes.
  

Finalmente, Hamam es también la historia de una inesperada salida del closet de un hombre insatisfecho con el rumbo que le había dado a su vida; muy parecido es el punto de partida del filme más reciente de Özpetek, Una familia muy normal (Mine vaganti, 2010). La radical diferencia -más allá del cambio de locación a Lecce, ciudad al sur de Italia- es el tono relajado y optimista con el que el cineasta italo-turco presenta los conflictos que ciertas declaraciones de los hijos provocan en los padres. Una excelente comedia que no se limita a provocar risas: abundan las secuencias bellamente filmadas (como la boda donde -nuevamente- presente y pasado se confunden) y se reflexiona sobre la posibilidad de mantener el lazo familiar aún cuestionando los valores tradicionales.
  

Así, en retrospectiva, Ferzan Özpetek ha construido una obra coherente de indiscutible calidad técnica, poblada por personajes que no se conforman con sobrevivir. No sólo lo sueñan… exigen vivir en un mundo mejor. (6)
  

BIBLIOGRAFÍA
  

-Dyer, Richard et al., Cine y homosexualidad, Laertes, Barcelona, 1982, 223 pp.
  

-Nabal, Eduardo, El marica, la bruja y el armario. Misoginia gay y homofobia femenina en el cine, Egales editorial, Madrid, 2007, 180 pp.
  

CITAS
  

1. “El término camp designa aquellos elementos que, en una persona, situación o actividad, se expresan o son creados por una sensibilidad homosexual”.
Algunos de sus rasgos son: ironía, esteticismo, teatralidad y humor. Jack Babuscio, “Lo camp y la sensibilidad homosexual”, en Dyer, Richard et al., Cine y homosexualidad, p. 96.
  

2. El baño turco. Hamam (Ferzan Ozpetek, 1997).
  

3. La actriz turca Serra Yilmaz aparece en Harem, Las hadas ignorantes, La ventana de enfrente, Saturno en oposición y Un día perfecto.
  

4. El David di Donatello es el máximo galardón cinematográfico otorgado por la Academia de Cine Italiano.
  

5. Eduardo Nabal, El marica, la bruja y el armario. Misoginia gay y homofobia femenina en el cine, p. 40.
  

6. Parafraseando a Davide, personaje de La ventana de enfrente (Ferzan Ozpetek, 2003).