Paradise Lost. Como te ven te tratan, decían las abuelas
Por Lorena Loeza
El documental ha probado los últimos años, ser una importante arma estratégica para abanderar causas sociales con muchísimo éxito. Es además en muchas ocasiones, la más importante manera de difusión que tienen los activistas y que puede hacerse con relativamente pocos recursos, pero con una altísima proyección de impacto y rentabilidad.
Tal es el caso de la serie “Paradise Lost”, un extraño caso de documental con secuelas (se filman tres episodios contando la historia de principio a fin) que logra el objetivo de generar apoyos y expectativas para la causa que promueve, y además ganar una nominación al Oscar en la pasada edición de 2012. Es decir que Paradise Lost combina tres cosas difíciles de lograr en general para los documentales: Ser un éxito financiero, contar con aval de calidad cinematográfica y lograr que la atención generada juegue en favor de la causa que abandera.
El origen de esta destacada experiencia, es el brutal y terrible asesinato de tres chicos en una pequeña localidad llamada West Memphis, en el Estado de Arkansas. El 5 de mayo de 1993 fueron encontrados los cuerpos de Steve Branch, Christopher Byers y Michael Moore de 8 y nueve años, terriblemente masacrados y golpeados, con claras muestras de tortura y uno de ellos, además – C. Byers- con evidencia de haber sido apuñalado y castrado.
Y si bien esta escena por sí misma es digna de cualquier película de horror, lo que sucede después parece argumento propio de un thriller macabro al mejor estilo del género. La policía local con poca experiencia en este tipo de asesinatos, encuentra que la mejor explicación para lo ocurrido tiene que ver con cultos satánicos y ocultismo. Es así que acusa y detiene a tres chicos de la localidad, que visten de negro, escuchan a Metallica y leen a Stephen King. El asunto se convierte en una auténtica cacería de brujas que muestra lo que el miedo, el dolor y la ignorancia son capaces de hacer, en este caso condenar a tres chicos inocentes por el asesinato de otros tres niños, sin mayor prueba que las sospechas y prejuicios locales de un pequeño y atrasado pueblo norteamericano. Los acusados, Damien Echols, Jason Baldwin y Jesse Misekelly son encontrados culpables, condenados a cadena perpetua y en el caso de Echols sentenciado a la pena de muerte por inyección letal, cuando sólo tenía 16 años, por considerar que era el “líder del culto.”
Algunos años después, Joe Berliner y Bruce Sinofski deciden hacer un documental sobre el caso, pensando en que sería interesante mostrar los excesos de una juventud sin valores ni futuro, en un trabajo que sería financiado por la cadena HBO. Sin embargo, en cuanto empezaron a reconstruir la historia se dieron cuenta de que se trataba de un terrible caso de injusticia y de violación del derecho al debido proceso en contra de tres chicos que cabían perfecto en la categoría de chivos expiatorios. El documental “Paradise Lost: The Child Murders” at Robin Hood Hills se estrena en HBO en 1996 y da como resultado la atención e interés de Estados Unidos y el mundo, gracias a lo que cual se crea Free West Memphis 3, un movimiento activista para probar la inocencia de los llamados Tres de West Memphis y probar su inocencia.
El impacto del primer documental y la necesidad del público de darle seguimiento a la historia, lleva a Berliner y Sinofsky a filmar “Paradise Lost 2. Purgatory”. Este segundo documental se centra en mostrar los elementos que sustentan una apelación presentada por Damien Echols y sus abogados para liberarlo de la pena de muerte. Pronto, Echols se revela como un personaje central del asunto, un joven carismático, capaz de generar empatías y con ello apoyo a su causa. El documental intenta evidenciar las terribles fallas, omisiones y negligencias que cometen tanto policías, como peritos, abogados, fiscales y el propio juez. El asunto para entonces ya le había ganado simpatizantes famosos como Johnny Deep, Eddie Vedder -vocalista de Pearl Jam, las Dixie Chics, y el grupo Metallica, quien decide autorizar que se use su música en el documental a manera de apoyo a los chicos acusados de satanistas solo por ser fans de sus composiciones. Al final del documental se informa que la apelación de Damien Echols fue rechazada, y que solo quedaba pendiente la apelación que hizo a un habeas corpus federal.
Para entonces, Echols contrae matrimonio con una de las abogadas activistas de Free West Memphis 3, que de este modo hace de la causa de la liberación de los tres de Memphis, un asunto personal.
El tercer documental “Paradise Lost 3. Purgatory” es en realidad un resumen de todo el proceso señalando lo terrible de que ya hayan pasado 18 años y los chicos sigan en prisión. Ya tienen más años de vida presos, que los que estuvieron en libertad antes de ser acusados por algo que no hicieron. Sin embargo, este documental tiene un mejor final, cuando por una argucia legal, los Tres de West Memphis se tienen que declarar culpables aun siendo inocentes para salir libres por condena cumplida.
Este tercer documental es el primero en exhibirse en cines y con ello está en posibilidades de competir por un Premio Oscar de la Academia. Los comentarios de la crítica fueron favorables, siendo además claro que este es el resultado de varios años de documentar la historia, y en eso los directores fueron mejorando cada vez.
El estreno se retrasa para esperar la posible liberación y es así que se estrena en el Festival de Cine de Toronto en septiembre de 2011 sin el epilogo final y ya en su versión completa, incluyendo las entrevistas posteriores a la liberación, en el Festival de Cine de Nueva York en octubre de ese mismo año.
Ninguno de los tres documentales estuvo exento de polémica, pero quizá una de las más airadas era la de la escasa atención que se prestaba a las víctimas de los asesinatos. El asunto en que en realidad, víctimas habían sido no tres, sino en realidad seis chicos que vivían en un pequeño pueblo lleno de ignorancia y prejuicios. A tres de ellos les costó la vida y a los otros tres la tortura de la prisión por poco más de 18 años.
El caso y los filmes que se hacen de ellos, dan material para discusiones muy variadas. No sólo tienen que ver con el legítimo acceso a la justicia, sino también con lo arraigado y profundo de los prejuicios que existen incluso en sociedades que consideramos “civilizadas.”
Como espectador, te queda la impresión de que de las Brujas de Salem a los Tres de Memphis no hay mucha diferencia de tratamiento. Un autentica historia de horror aderezada con cuentos macabros e historias de brujería y adoradores del demonio es la base a partir de la cual se construye este terrible drama humano en pleno siglo XX y albores del XXI. Si vestir de negro y leer a Stephen King es prueba suficiente para condenarte a inyección letal, parece que pocos están a salvo en este mundo. Los prejuicios son cosa difícil de erradicar y no solo es asunto de divergencia de opiniones. Hay formas de odio y exclusión que cuestan vidas, algunas incluso – como estuvo a punto de pasar aquí- con plena justificación institucional y de derecho.
Después de todo, ya lo decían las abuelas: “como te ven, te tratan” y si te ven mal, es claro que con total injusticia te trataran. Si, a veces no hay nada más peligroso que un puñado de almas piadosas, pensando que es necesario que se “haga justicia.”