Por Leticia Carrillo


La producción de películas mexicanas pasó de 29 filmes en 2003 a 70 en 2008, un aumento del 241.3%. De estas cifras, 17 títulos fueron apoyados por el Estado hace cinco años mientras que este año, recibieron financiamiento 57. Esto, de acuerdo a un reporte estadístico publicado por el IMCINE en su página de Internet.


En el mismo documento se puede ver que 25 películas mexicanas se estrenaron en 2003 frente a 49 en 2008. Esto representa un incremento de casi el 100% en la exhibición de cine nacional en salas comerciales. Por su parte, las cintas extranjeras estrenadas que en 2003 sumaban 255, se incrementaron en apenas un 10% al llegar a 279 este año (191 títulos fueron producciones o coproducciones estadounidenses).


El número de asistentes a ver cine mexicano también tuvo un importante repunte, de contar con 7.5 millones de espectadores a 12 millones, es decir 60% más en 5 años. Durante el mismo lapso el número de asistentes para las películas extranjeras sólo aumentó 28.2% pasando de 129.5 millones a 166.


Aún mejor, los ingresos para los filmes mexicanos pasaron de 24 millones de dólares a 36 millones, o sea, 50% más que en 2003, contra un incremento de apenas 21% de ingresos para el cine extranjero con un total de 414 millones de dólares hace 5 años y 498 este año. Además, hay que considerar que el precio del boleto bajó de un promedio de 3.2 dólares a 3.1 en ese periodo.


Sin embargo, la cantidad de espectadores y por tanto los ingresos del cine nacional, sufrieron un decremento de un año para acá. En 2007 fueron a ver cine mexicano 13.4 millones de personas y la taquilla sumó 46 millones de dólares. Cabe mencionar que 2007 fue el año de éxitos taquilleros como Una película de huevos (Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste, 2006) y Kilómetro 31 (Rigoberto Castañeda, 2006).


Por otra parte, los premios recibidos en eventos cinematográficos que en 2003 sumaron 86, alcanzaron 198 para 2008; de estos, 35 y 68 respectivamente, fueron de índole internacional.


Bueno, y si los números son tan halagüeños porque los cineastas se quejan demasiado, ¿qué no era esto lo que se buscaba? Sí y no.


Porque sin tomar en cuenta el hitazo taquillero del año, Rudo y Cursi, a los 504 millones de pesos de ingresos para el cine mexicano –resultantes de multiplicar la cantidad de 36 por el inflado tipo de cambio del último día del año, 14 pesos- hay que restarle los 100 millones recaudados por Arráncame la vida (Roberto Sneider, 2008) y dividirlo por los 48 títulos restantes, ¿el resultado? 8.4 millones de pesos en promedio, cuando una cinta mexicana cuesta entre 21 y 28 millones.


Aún peor, de acuerdo a datos de Alma Rosa García, Directora General de Cinemex, las películas mexicanas tienen una expectativa de recuperación de la inversión en theatrical mayor al 90%.


Si se comparan estos ingresos con el promedio recibido por las películas extranjeras, de 25 millones de pesos, el panorama es más desalentador, sobre todo si se toma en cuenta que por ejemplo, el cine estadounidense sólo espera recuperar 16% de su inversión en los cines.


Aunado a ello, está el problema del acaparamiento de las casi 4500 salas por una pequeña cantidad de títulos de grandes franquicias norteamericanas que realizaron lanzamientos simultáneos con centenares de copias. De acuerdo a los exhibidores de cine, todas las películas que se estrenan en una semana -14 en promedio-, compiten por un lugar en las salas de los complejos cinematográficos. Y como en el mercado el dinero manda, solamente se quedan las que recaudan más en su semana de estreno, las demás simplemente, salen.


En este sentido, cabe mencionar que los distribuidores y exhibidores firmaron un acuerdo de industria que garantiza a las óperas primas y segundas obras de cineastas mexicanos, su permanencia en salas durante 2 semanas.


Pero si una buena película como Lake Tahoe (Fernando Eimbcke, 2008) sólo se estrena con 14 copias y con un presupuesto muy limitado de prensa y publicidad, ¿cómo se va a enterar la gente que ya está en el cine? ¿el público acudirá de forma masiva verla como Rudo y cursi (Carlos Cuarón, 2008) que contaba con dos protagonistas ultrafamosos? ¿podrá mantenerse más del tiempo reglamentario en las salas para dar tiempo a la recomendación de boca a boca que convenza a más espectadores? ¿aún es efectiva esta estrategia para las producciones de bajo presupuesto? ¿de qué sirven los premios y reconocimientos para la calidad de la obra si sólo unos cuantos la podrán disfrutar?


Hay muchas interrogantes acerca de las falacias que encierran los números triunfalistas de las dependencias gubernamentales, no acerca de la producción, un logro sin lugar a dudas de las últimas administraciones desde Ernesto Zedillo a Felipe Calderón, pero sí sobre la exhibición y distribución del cine mexicano en México.


Lake Tahoe sólo hizo 300 mil pesos a su segunda semana de exhibición, a principios de diciembre. La respuesta a las interrogantes arriba descritas es no: la gente no se enteró, no acudió a verla masivamente, no estuvo más de dos semanas en salas, si se recomendó de boca a boca, los espectadores ya no la encontraron en el cine y los premios en la práctica comercial del cine en México, no sirven de nada.


Y eso que no hemos hablado de la situación del DVD y la televisión…aunque estemos entrando a una nueva época de oro del cine mexicano (Calderón dixit).