Reportera Distrital: Pola X o las ambigüedades de la transformación
Por Arantxa Sánchez
@mermouton_
La transformación, la metamorfosis, la evolución: después de “Les Amants du Pont-Neuf”, el director francés Léos Carax tenía ante sí el reto de construir otra historia y regresar con una producción lo suficientemente fuerte para consolidarse como el enfant terrible, promesa del cine mundial contemporáneo. El resultado fue “Pola X”.
Con una construcción formal tradicional y mucho más alejada de sus primeras propuestas, esta película, filmada en 1999, es un recorrido en la psique humana a través del declive en la percepción del mundo casi perfecto de un joven escritor: Pierre.
Con una participación en el Festival de Cannes de ese año, “Pola X” surge gracias a la adaptación de “Pierre o las Ambigüedades” de Herman Melville en donde la vida fastuosa de éste cambia repentinamente con el descubrimiento de una media hermana, Isabelle.
Las mentiras, los secretos, el engaño y la equivocación son algunos pretextos para que el joven escritor comience un viaje solitario y demencial al abandonar su casa, a su prometida Lucie, sus amigos, su vida, por una suerte de obsesión por su hermana. Escrita por Carax, Lauren Sedofsky y Jean-Pol Fargeau, “Pola X” toca las distintas aristas de la condición humana: desamor, locura, incesto, obsesión.
La vida perfecta, feliz, con grandes casas y jardines impecablemente verdes da un giro que abandona la plasticidad y la finura; así, Carax logra que haya una correspondencia de cambio entre las locaciones según la transformación y madurez que alcanzan los personajes: de lo bello hasta el infierno industrial de un albergue en París.
Si bien la película no va más allá de una propuesta cinematográfica fresca, con una fotografía mesurada de Eric Gautier y unas actuaciones apaciguadas, el directos francés hace hincapié en la edificación de los personajes: un recorrido tortuoso en las manías y los complejos con metáforas audiovisuales bien logradas: una confesión en el bosque oscuro, el abucheo, el incesto en el anochecer con escenas explicitas.
Por su lado, la música realizada por Scott Walker, se entreteje en los momentos más complejos de la historia para dar una atmosfera de pesadez e incertidumbre: impulsado por las nuevas circunstancias que llegan a su vida, Pierre se atreve a salir de la jaula de oro para liberarse de la pesada carga de la perfección y la cordura.
Carax explota de manera ingeniosa los clichés y los estereotipos de la buena vida parisiense para sumergirse en las introspecciones enmarañadas: la Francia perfecta se va disolviendo hasta mostrar las situaciones más grises y desolados de la ciudad y de la mente.
“Pola X” fue parte de la retrospectiva en la Cineteca Nacional en el marco de cuarta edición de Distrital: cine y otros mundos.