Por Alfonso Espinosa Rosas
Nos costó perder mucha memoria audiovisual para entender la composición del material fílmico, y aún más, ser conscientes y tener la capacidad de reconocer que la mayoría de la filmografía perdida, es resultado de intereses particulares y muy humanos. Hoy, estas problemáticas no son nuevas. Somos conscientes del auto sabotaje en materia de preservación fílmica en el siglo pasado. El problema se atendió de inicio con la creación de pequeños y grandes archivos alrededor del país y del mundo. El impacto se ha reflejado en darle la importancia que se merece a estas imágenes en movimiento, ya sean grandes producciones de ficción, material de archivo, películas huérfanas, familiares, etc. El cual ha crecido y va al alza indudablemente.
Si bien hemos mejorado en darle valor al acervo fílmico, aún no se solucionan los problemas que competen a la naturaleza del material fílmico, y es por esta razón, que los archivos fílmicos alrededor del mundo seguimos perdiendo nuestra historia plasmada en celulosa.
Cuando nos referimos a la naturaleza de las películas, estamos hablando de qué están hechas y cuál es su composición química en específico. Entendiendo esto, es posible predecir lo que ocurrirá a nuestras películas con el paso del tiempo y cómo se comportarán en distintas condiciones y ambientes.
A continuación, describiremos los dos soportes fílmicos más antiguos, que son los que están en mayor riesgo de desaparecer, y trataremos de explicar su composición.
Los primeros soportes de una película para imprimir imágenes son orgánicos y la materia prima para su elaboración es el algodón, de donde se extraía la celulosa, un biopolímero formado únicamente por glucosa, que permite dar estructura y sostén a nuestras películas. Para la síntesis de la primera película, este biopolímero sufre un proceso llamado nitración; al añadir otros compuestos y aditivos como plastificantes, se obtiene una película orgánica, constituida por carbón, hidrógeno, nitrógeno y bastante oxígeno. Estos elementos acomodados en una molécula y repetidos infinitamente, dan las características de flexibilidad, translucidez y resistencia necesarias para el primer soporte fílmico, el celuloide o nitrato de celulosa plastificado. Para 1872 ya se fabricaba de forma industrial y en 1889 se utilizó como cinta para filmar imágenes en movimiento.
Era bien sabido que los precursores de explosivos se sintetizaban a partir de nitrato de celulosa mucho antes que el cine existiera, así que para nadie era una sorpresa que el celuloide fuera un material altamente inflamable. Lo que no se imaginó, era que, al estar molecularmente constituido por una gran cantidad de oxígeno, este tipo de película es prácticamente imposible de apagar, ya que no necesita oxígeno atmosférico para arder, incluso puede desprender flamas bajo el agua o estando cubierta de arena; sólo quedaría esperar a que el material se consuma por completo, sin dejar ni siquiera cenizas. En la actualidad este tipo de soportes se resguardan en bóvedas de concreto, lejos de edificios o instalaciones eléctricas y muy rara vez se proyectan por temor a un incendio inextinguible.
Los problemas de conservación del celuloide son otros. Su inestabilidad química no se detiene ni se previene con controles de temperatura y humedad, sólo se reduce la velocidad de la degradación, esto se debe a que es una molécula con cargas tanto positivas como negativas libres, las cuales están en constante atracción entre sí, lo que provoca que la película reaccione químicamente consigo misma, produciendo calor, lo que incluso la podría llevar a la auto inflamación y síntesis de diversos subproductos, la mayoría de ellos tóxicos como el ácido nítrico y toda una gama de óxidos de nitrógeno. Si el peligro para quien manipula este material en degradación se percibe evidente, para la imagen contenida en el celuloide es fatal. Los miles de fotogramas contenidos en un rollo son los primeros en desaparecer, dejando un bloque sólido constituido por un coctel químico bastante tóxico e inservible, en lugar del portador de recuerdos que alguna vez fue.
Película de nitrato de celulosa en etapa avanzada de degradación. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional.
El celuloide (nitrato de celulosa) fue prohibido en 1950 por su peculiaridad explosiva y remplazado por la película de seguridad o acetato de celulosa, aunque este último ya era comercializado desde 1910. La composición de este soporte también es a base de celulosa, la cual, mediante un proceso de acetilación y adición de otros compuestos, da como resultado un polímero transparente, mucho más estable que el celuloide, constituido únicamente por carbón, hidrógeno y oxígeno en menor cantidad. El acetato de celulosa es considerado como material de preservación debido a que se eliminó el peligro de inflamabilidad por completo. Si bien este soporte no inicia su degradación desde su fabricación, a diferencia del nitrato de celulosa, la estabilidad del acetato de celulosa es relativa; al aumentar la temperatura y humedad en el ambiente, su proceso de degradación inicia, siendo muy complicado si no es que imposible detenerlo.
El acetato de celulosa en ambientes húmedos y cálidos inicia una descomposición muy agresiva, ya que el acetato contenido en la celulosa comienza a transformarse en ácido acético o vinagre, por lo que a esta degradación se le conoce como “síndrome de vinagre”. La principal complicación es que ésta es una reacción auto catalítica, lo que significa que el mismo ácido que se empieza a formar en etapas tempranas del síndrome, acelerará el proceso y también puede contagiar a películas cercanas con el mismo soporte, ocasionando que todo el acetato que constituía la película termine transformándose en vinagre, dando como resultado un bloque quebradizo y deforme con un intenso y picante olor a vinagre. Los productos de esta degradación no son tan agresivos para el archivista o curioso de estos materiales. Sin embargo, para las imágenes y el objeto llamado película, al igual que la degradación del celuloide, suelen tener resultados terminales.
Película de acetato de celulosa en etapa avanzada de degradación. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional.
Está claro que desde un inicio no se pensó en la longevidad de las películas. Incluso medios audiovisuales digitales en la actualidad no están hechos para durar ni media eternidad. Sin embargo, los soportes de celulosa, los más antiguos de la industria cinematográfica, son los más longevos inventados hasta ahora. Se estima que en condiciones de resguardo óptimas pueden durar hasta 500 años [1].
No todas son historias de pérdidas. Con la concientización de la importancia de los archivos, se ha trabajado en la recuperación de estos casos de materiales en degradación. En primera instancia con la implementación de bóvedas con condiciones de temperatura y humedad controlada para detener el número de casos de películas enfermas. ¿Pero qué hay de las películas que ya padecen “síndrome de vinagre” o celuloide generando compuestos tóxicos al ambiente? Todos son casos complicados y se tratan aisladamente. A la fecha no existe algún método para detener la descomposición química de los materiales y en muchos casos la digitalización se vuelve imposible, debido a las condiciones del material, el cual se rompe o desquebraja al intentar manipularlo. Es hablar de la vida eterna, que ¡no existe!
Para frenar o ganar tiempo en el deterioro de la película, se trabaja con expertos en la materia, quienes entienden la naturaleza de la película e intentan frenar hasta su alcance esta vorágine de reacciones químicas. El Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional “Elena Sánchez Valenzuela” ha implementado varios métodos químicos para tratar de reducir estos procesos de degradación, incluyendo métodos de neutralización de ácidos, remoción de los contaminantes químicos producto de la hidrólisis y el uso de humectantes para la película con el objetivo de aumentar las posibilidades de manipulación e incluso digitalización. Los resultados han sido sorprendentes, se han logrado rescatar fragmentos y hasta minutos de materiales que en la mayoría de los acervos del mundo ya eran considerados como inservibles. Sin embargo, aún queda mucho trabajo por delante. Y regresando al tema de la conciencia del archivo, se ha logrado que películas que antes se consideraban irrescatables por su estado de conservación, hoy tal vez tengan una pequeña oportunidad de mostrarnos sus secretas imágenes en movimiento impresas en algodón.
Proceso químico sobre material degradado hasta su estabilización. Película de nitrato de celulosa. Foto de registro de trabajo del Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional.
NOTAS
[1]. Dato avalado por David Walsh, Coordinador de Capacitación y Vinculación del Imperial War Museum London y Consultor de International Federation of film Archives (FIAF).
*Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural, sin fines de lucro.