Domingo Rojo
¿Propósitos de año nuevo en Día de Reyes? La combinación parece
infalible… Como cada temporada, es común ponerse a pensar cómo ser mejores de
cara al
nuevo año. Mejores personas, más sanos, más felices… Todo el mundo
tiene un propósito de año nuevo y aquí presentamos algunas sugerencias
para el cine mexicano.
Esperamos que sea un año importante y de consolidación para varios cineastas y proyectos, aunque sin duda habrá mucho revuelo a raíz de las campañas electorales y los comicios presidenciales de verano. Los reflectores nacionales estarán enfocados en los políticos (¡ni hablar!), pero al interior de la comunidad cinematográfica habrá oportunidades para mejorar en distintos aspectos. Aquí van nuestros 12 propósitos de año nuevo para el cine mexicano, esperamos que algunos de verdad logren cumplirse.
Dejar los vicios de una vez por todas. Si no se pueden todos al menos unos cuantos: dejar de inflar los presupuestos que se presentan a Fidecine y Foprocine; erradicar el amiguismo y compadrazgo; suprimir el desinterés de los productores sobre el tema de la distribución…
Hacer ejercicio. Este es un clásico de los propósitos de año nuevo. Hay que poner los músculos en acción, dejar de ser sedentarios, llevados por la inercia, sobre todo en los ámbitos de la distribución y exhibición del cine nacional, que es la gran asignatura pendiente de la ultima década y que no se ha logrado un avance importante. Los planes de este año, para alcanzar mayor cobertura vía la TV e Internet pueden ser una puerta interesante.
Ponerse a dieta. Es hora de deshacerse de esos odiosos kilitos de más de la burocracia que en nada ayudan a las instituciones cinematográficas y que, al contrario, todo lo hacen lento y pesado. Es el ultimo año de la administración federal pero nunca se es tarde para corregir.
Conseguir un ascenso. Motiva mucho que el cine mexicano sea apreciado en festivales internacionales (como en los casos de “Año Bisiesto”, “Miss Bala”, “Días de gracia”, “El premio” y muchas más), al menos un tipo de cine de autor, pero hace falta que ese aprecio ascienda también al público masivo, incluso a partir de propuestas comerciales de buen nivel, que puedan concretarse no sólo aquellas que consiguen un patrocinador vía Eficine, aunque sean propuestas “chafas”. Este ascenso también podría llegar vía las escuelas de cine: el Centro de Capacitación Cinematográfica, que ya otorga título de nivel licenciatura; así como por el Centro Universitario de Estudios Churubusco, que estrenarán sus nuevas instalaciones en Ciudad Universitaria.
Menos fiestas y más trabajo. Lo que no falta en el cine mexicano son cocteles y fiestas, sobre todo en la abundante cantidad de festivales que se han extendido por todo el territorio en los últimos años, aunque varios presenten una programación pobre o reiterada con respecto a los festivales grandes, que son donde por norma se estrenan las películas importantes. Ojalá que estos festivales fomenten la cultura cinematográfica, logren atraer más al público común y menos a los comparsas de los brindis y las pachangas o, peor aun, a los políticos, gobernadores y funcionarios que quieren reflectores
Reconciliarse con la familia. El distanciamiento por un lado entre productores y por el otro los distribuidores y exhibidores es un galimatías que no beneficia al cine mexicano. Cada uno está en un negocio diferente: mientras los primeros se tardan años en levantar una película (aunque hay los que sólo piensan en su tajada del presupuesto oficial), los otros están interesados en vender palomitas de maíz. Hace falta mayor convergencia entre las tres partes para que se pueda hablar de una verdadera “industria”.
Mantener limpia la casa. Es el último año de la administración federal y las instituciones del estado (IMCINE, Cineteca Nacional, Estudios Churubusco) están llamados a dejar todo bien ordenadito y limpecito (las cuentas tienen que cuadrar). Imcine ha mantenido una producción constante y eso es bueno, así como un trabajo sobresaliente en el área de divulgación. La Cineteca y los Churubusco ya se alistan con sendas remodelaciones que sin duda serán provechosas. También está pendiente las siempre inconclusa reestructuración de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, así como los ajustes a la legislación cinematográfica.
Creer más en si mismo. Es momento de reivindica el amor propio no sólo de palabras sino con hechos, con buenas películas pues. Cierto que las hay y esas merecen más atención en aspectos fundamentales como la promoción. ¡El público a veces ni se entera que existen! Por ello, vale la pena la labor que hacen Imcine, Cineteca Nacional y otras instancias en cuanto a la promoción, así como a su labor de estímulo de publicaciones, investigaciones, libros, cursos, conferencias y otras actividades que contribuyen a forjar una cultura cinematográfica entre el público.
Deshacerse de las malas compañias. Una buena meta es alejarse de las malas influencias y las amistades convenencieros. En el sector publico son intelectuales arribistas y oportunistas incompetentes, que andan por ahí presumiendo su apellido porfiriano, o aquellos prestadores de servicios de dudoso origen y peor desempeño. En el sector privado, son aquellos ejecutivos improvisados que piensan que solo se hace cine en Hollywood.
Encontrar a quien lo quiera. Este es un deseo urgente. Sobre todo ponerse una meta alta, un galán (o galana) que no sea golpeador(a). El cine mexicano necesita encontrar a su gran publico, quien le volvió la espalda desde hace décadas (¿o fue el cine mexicano quien lo hizo primero?) Ha ido ganando en ese terreno pero falta mucho que recorrer. Una buena meta seria buscar que 15 o 20 películas superen los 50 millones de pesos de recaudación en taquilla (y no las cuatro que lo lograron en 2011) ¿seria posible?
Ser mas innovador y audaz. Hay que admitir que algunos productores y cineastas lo vienen haciendo bien: Canana, Reygadas, Pereda, Naranjo, Portes, Anima Estudio, los Rivapalacio, los Rovzar, Daniel Birman, Mantarraya Films… pero hay otros que siguen esquemas de un cine demodé: Ella y el candidato, La originalidad y la innovación son armas de un cine vigoroso.
Dejar de envidiar al vecino. Es indiscutible que Hollywood es el mandamás del cine mundial. Hay muchas cosas que aprender de sus cineastas y su ejemplo como modelo industrial. Pero el cine mexicano debe hallar su propio camino, incorporar lo que le sirva de otros y consolidar su identidad, que como ya dijiimos tiene una de las mayores tradiciones en el mundo hispano.