Por Hugo Lara Chávez
“La invención de Hugo” es una emotiva fábula acerca de un niño que busca su identidad y su lugar en el mundo, pero también es un homenaje al cine y a los pioneros que le dieron forma a lo que empezó como un espectáculo de circo y terminó en una gran industria, que ha iluminado muchas vidas durante sus 116 años de existencia.
El filme de Martin Scorsese, que obtuvo el mayor número de nominaciones para los Oscares, está basado en la novela de Brian Selznick, adaptado por John Logan. Situada en el París de 1930, describe la aventura de Hugo (Asa Butterfield), un niño huérfano que, por azares de la vida, se oculta en la estación de trenes y es el encargado de la importante tarea de darle mantenimiento a los inmensos engranajes de los relojes. Mientras se preocupa de no ser atrapado por el duro inspector de la estación (Sacha Baron Cohen), intenta arreglar un robot (un autómata) que su padre descubrió antes de morir en un museo. Esto lo llevará a un encuentro inesperado con un amargado viejo y dueño de una juguetería en la estación, Papá George (Ben Kingsley). En esta trama, se hace amigo de Isabelle (Chloë Grace Moretz), la hija de Papa George, quien le ayudará a descubrir los secretos que éste oculta.
La primera parte de la película puede conectarse con relatos clásicos como Oliver Twist, sobre todo por la condición del chico desamparado pero de buen corazón, amenazado por el peligro del mundo de los adultos. Sin embargo, conforme transcurre la trama, el filme va dando giros hacia otras direcciones, marcadas por la presencia del inquietante autómata mecánico que Hugo intenta reparar. En las estupendas secuencias oníricas del filme (un tren que se sale de la estación, mientras el chico se descubre como robot) logra evocarse esta sensación perturbadora, desconcertante y misteriosa, en la cual el protagonista se introduce por accidente.
Por otra parte, la narración logra un giro brillante cuando finalmente es revelada la verdadera identidad de Papa George, el gran George Méliès, el creador del “Viaje a la Luna” (1902) y otros filmes, el ilusionista del cine que convirtió el rústico cinematógrafo de los hermanos Lumiére en un espectáculo donde era posible que cualquier sueño o aventura se volviera realidad. Méliès, como ocurrió en la vida real, tuvo que retirarse cuando su mejor tiempo pasó y muchos años vivió como un personaje olvidado, atendiendo una juguetería.
La película honra la obra de Méliès, al mismo tiempo en que corre un relato tierno y entretenido, que permite reivindicar la importancia de la memoria y del trabajo de la restauración y los historiadores del cine. La atmósfera capturada por la sobresaliente fotografía de Robert Richardson, con una paleta de tonos ocres y cálidos, realza la meticulosa reconstrucción de época y el ambiente multitudinario de la estación de trenes donde se debaten intensas historias privadas. En este sentido, se tejen otras pequeñas historias de personajes que frecuentan la estación, sus cafés, tiendas y bares (donde por cierto Johnny Depp hace un breve cameo como un músico bohemio). Y todo bajo la técnica de la 3D, el primer filme que el prestigiado director realiza bajo esta modalidad, con resultados óptimos.
Aunque parece que Scorsese se aleja en este filme de su estilo y temática por todos conocidos, donde prevalecen los ambientes sórdidos y callejeros (de “Taxi Driver” a “Shutter Island”), en realidad tiene mucho sentido que sea él quien haya realizado “La invención de Hugo” (2011), toda vez que es uno de los principales impulsores de la iniciativa World Cinema Foundation (WCF), cuyo objetivo consiste en proteger, recuperar y divulgar el patrimonio cinematográfico mundial. Eso ha permitido restaurar varias películas importantes alrededor del planeta, incluyendo títulos como “Limite” (Mário Peixoto, Brazil/1931) o la mexicana Redes (Fred Zinnemann, Emilio Gómez Muriel, Mexico/1936). Y ese sentido, la convicción por rescatar el cine antiguo, se nota en “La invención de Hugo”, donde aparecen algunos fragmentos de célebres películas mudas e incluso algunas recreaciones de sus rodajes.
Otro aspecto que hay que hacer notar es la casualidad de que “La invención de Hugo” y la otra película más nominada al Oscar este año, “The Artist”, se enfoquen en honrar al cine. Más curioso aun es que la estadounidense enaltece a un francés, mientras que la francesa enaltece al cine estadounidense de antaño.
La ironía es que justo una película que hace un alegato en favor de la preservación por el cine es víctima de un atentado. Es lamentable el hecho de que “La invención de Hugo” ha sido distribuida en México casi en todas las salas en su versión doblada al español. Hay una merma indiscutible en cuanto a las interpretaciones, las inflexiones de la voz, la autenticidad, la pérdida de detalles de la banda sonora. Es irreconocible la voz de Ben Kingsley o la de Sacha Baron Cohen ¿cómo podemos valorar sus actuaciones?. La traducción de los diálogos no es siempre la mejor, ni las intenciones ni la dirección. Ojalá se le ponga un alto a esta agresión contra la cinefilia. No es cierto que el nivel del doblaje mexicano está para cualquier película. No lo estuvo para ésta. ¿Dónde están las autoridades encargadas de este desacierto?
Título original: Hugo
Dirección: Martin Scorsese. Producción: Johnny Depp, Tim Headington, Graham King, Martin Scorsese. Guion: John Logan Basada en The Invention of Hugo Cabret, libro de Brian Selznick. Música: Howard Shore. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: Thelma Schoonmaker. Reparto: Ben Kingsley, Asa Butterfield, Sacha Baron Cohen, Christopher Lee, Chloë Moretz, Jude Law, Ray Winstone, Emily Mortimer.