El documental contemporáneo. Contando historias con cámara en mano
Por Lorena Loeza
El género documental no había vivido mejor momento en el gusto del público desde que Michael Moore, cámara en mano se dedicó a contar una tétrica historia acerca del evento que cambió la vida de millones de personas alrededor del mundo, el ataque a las torres Gemelas en la Ciudad de Nueva York en “Fahrenheit 9/11” (2004). Antes, el director había obtenido un enorme éxito con “Bowling on Columbine” (2002) haciéndose ganador a un Oscar de la Academia. Sin embargo, su denuncia a la responsabilidad de la familia Bush en el ataque a Estados Unidos, logra la cifra récord de recaudación de poco más de 120 millones de dólares, cifra que nunca antes había recaudado una cinta de corte documental.
Moore ha realizado después otros trabajos como “Sicko” (2007) y “Capitalism a Love story” (2009) exitosos y destacables, que no obstante, no logran rebasar el éxito de su documental sobre el 9/11.
El documental irrumpe así en las agendas de los estudios, demostrando que al público no sólo lo llevan a las salas historias huecas, comedias o efectos especiales. Una escuela de documentalistas inspirados en el éxito y la técnica deMoore, trabajan sobre historias diversas, pero siempre buscando ese toque de sorpresa, indignación o concientización que Moore parecía aplicar tan bien a sus trabajos.
La técnica de Moore era sobre todo protagónica, lo que le daba un aire fresco al asunto e involucraba un estilo personal. En esta técnica se hicieron otros trabajos, entre los que podríamos mencionar dos que resultan destacados por estar filmados en este estilo y por haber logrado buenas entradas en taquilla. El primero es “Bigger Stronger Faster“ (C. Bell, 2008) una crítica al uso de esteroides en los niños y jóvenes para hacerlos más competitivos en los deportes y “Super Size Me” (M. Spourlock 2004) un “experimento” para demostrar el efecto nocivo de la llamada “comida chatarra” en el cuerpo humano. Otro buen ejemplo de la influencia de Moore, en este caso en el tratamiento de temas que cuestionan el status quo de los norteamericanos, como es “The Corporation” (M. Achbar; 2003) donde incluso el propio Moore forma parte del elenco.
El documental aprovecharía este impulso no sólo para reproducir lo que parecía ser una fórmula exitosa, sino para diversificar los temas y formar autores sólidos dentro del género. Además de Moore, esta nueva era del documental, también dio a conocer al mundo el trabajo de Davis Guggenheim, ganador de un Oscar por un interesante trabajo sobre el calentamiento global, teniendo como anfitrión al ex vicepresidente norteamericano Al Gore. El documental “An Inconvenient Truth” (2006) no sólo abordaba un tema importante, actual y polémico, sino que a diferencia del estilo de Moore, el director narraba en boca de otro y otros una historia construida más en ánimo narrativo que informativo.
A partir de este trabajo, Guggenheim realiza otros trabajos documentales completamente apartados del tema que lo coloca en los premios Oscar. A diferencia de Moore – que se enfoca a la crítica del sistema y las contradicciones del sistema político en Estados Unidos, Guggenheim se presenta como un documentalista mucho más diverso, enfocado a narrar historias y no solo a concientizar o hacer crítica, que en todo caso, asume como un trabajo que deben hacer los espectadores. Después del Oscar, Guggenheim filma “It Might Get Loud” (2008) acaso uno de sus trabajos más interesantes, que reúne a tres generaciones de músicos: Jimmy Page, The Edge y Jack White alrededor del instrumento que los convierte en figuras legendarias, la guitarra eléctrica.
Por principio de cuentas, la selección de los entrevistados para participar en este trabajo, no puede ser más deslumbrante. Tres generaciones de músicos, creadores de un estilo propio e inconfundible; teniendo además como común denominador la pasión por un instrumento: la guitarra eléctrica.
El documental irrumpe en las agendas de los estudios, demostrando que al público no sólo lo llevan a las salas historias huecas
Así como el cine es resultado de un proceso de innovación tecnológica que posibilita una nueva y diferente forma de expresión artística, la guitarra eléctrica es el instrumento tecnológico que permite el nacimiento del rock como fenómeno musical y cultural. Hablar de la guitarra eléctrica es hablar de la música en el mundo contemporáneo, del ascenso de un nuevo y revolucionario modo de hacer música que influyera en juventudes de todo el mundo. Quien toca la guitarra en una banda de rock, se convierte en una mítica figura inspiradora, una mezcla de músico, creador, místico y rebelde que resulta extremadamente seductora. Escoger tres de esos personajes como los que se reúnen en este documental y ponerlos a contar a su historia, a hablar de música y a revelar algunos de sus secretos más preciados en su relación con la guitarra –además de verlos tocar juntos- resulta una experiencia sumamente interesante
Guggenheim, sin embargo, regresaría a narrar temas polémicos en “Waiting for Superman” (2010) que es un interesante análisis sobre el sistema educativo norteamericano. El documental lleva al espectador a entender el problema a través de la difícil experiencia de los niños, sus padres y algunos de los maestros comprometidos con hacer que el futuro sea mejor por lo menos para un puñado de niños y jóvenes. Una experiencia que levanta conciencias e impacta a los espectadores de una manera muy bien lograda.
Pero estos ejemplos no nos muestran a totalidad otras variables importantes de destacar en el análisis del documental contemporáneo. Siendo una manera de filmar con bajos costos, eliminando maquillaje, vestuario y efectos especiales, el documental encuentra en los países con industrias cinematográficas poco desarrolladas un nicho importante.
El bajo costo de producción, la abundancia de historias que merecen ser contadas y la facilidad de su difusión a través de medios electrónicos, anima a jóvenes cineastas, a organizaciones de la sociedad civil y a público en general a producir documentales que pueden llegar a un mayor público con menor dificultad, gracias al Internet y la publicidad en redes sociales.
En el caso de México, el proceso se vive de doble vía, porque a pesar de haber mucho material en las redes creado por cineastas muy diversos, también empezaron a generarse cineastas especializados en el género, como es el caso de Juan Carlos Rulfo, quien se dedica a filmar historias que no escapan a la reflexión política, pero sin embargo, conservan la facultad de privilegiar a los protagonistas de las mismas. Con esa estructura y valga como ejemplos, Rulfo filma “En el hoyo” (2006) una visión de los trabajadores que colaboran en una de las obras públicas más polémicas de la historia de la Ciudad de México, el distribuidor vial del periférico. En “Los que se quedan” (2008) aborda el tema de las familias rurales y urbanas divididas por la migración y en “De panzazo” el tema de la calidad de la educación en México, un ejercicio que parece cercano al “Waiting for Superman” de Guggenheim por momentos. A pesar de contar en esta ocasión con un narrador como Carlos Loret de Mola, el documental termina por privilegiar la historia y no a la personalidad – recurso que Rulfo no había necesitado en sus anteriores trabajos- lo que no impide que la película cumpla su cometido: lleva gente a las salas y abre el debate popular sobre la educación pública en nuestro país.
Antes de eso, otro documental ya había llegado a romper records de taquilla entre el público mexicano. “Presunto culpable” (R. Hernández-G. Smith, 2011) logra después de un fallido intento de censura, acaparar la atención pública y llenar las salas, además de ganarle una importante batalla a la piratería. El asunto no es menor. Dos abogados deciden filmar el proceso de uno de sus defendidos acusado de homicidio. El caso representa la posibilidad de documentar todas las fallas de los procesos judiciales en México, y la negación de derecho al debido proceso para miles de jóvenes como el protagonista.
Tanto en el caso de “Presunto Culpable” como en el “De Panzazo”, la intención era detonar una causa, y al parecer, la conjunción de cine documental con una buena historia parece ser un medio adecuado para lograrlo. Ejemplos como éstos también demostraron que el público está dispuesto a pagar un boleto por una buen a historia y que el consumo cultural está viviendo un momento de cambio interesante.
El documental trasciende así el género periodístico, narra historias y llena las salas. Parece que estamos ante una revisitada forma de contar historias, que al parece ya no necesita más que algo importante que decir, sin estrellas, ni glamour, ni efectos especiales. Las historias de gente como nosotros, frente a la cámara de un cineasta inteligente es lo que está ganando terreno en el gusto de las personas. Si, al final, el asunto es muy básico. Nosotros, las historias y una cámara. Parece que no se necesita más.