Por Hugo Lara
Desde San Cristóbal de las Casas
El cine de Jaime Rosales (Barcelona, 1970) fluye parsimonioso, lleno de texturas y sensaciones, alejado de la pirotecnia efectista. Con su filme debut “Las horas del día” (2003), obtuvo el Premio de la Crítica en la Quincena de Realizadores en el Festival de Cannes y desde entonces ha experimentado, con altibajos, en búsqueda de nuevos senderos formales y narrativos: “La soledad” (2007), “Tiro en la cabeza” (2008), “Sueño y silencio” (2012) hasta su más reciente filme “Hermosa juventud” (2014), que se presentó en el marco del Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas.
“Hermosa juventud” (2014) es la crónica de una pareja de jóvenes, Natalia (Ingrid García Jonsson) y Carlos (Carlos Rodríguez), dos veinteañeros enamorados que se enfrentan a la sombría realidad española —y de buena parte del mundo— de las clases obreras que no tiene nada de hermosa: el desempleo, la falta de oportunidades, la rutina aplastante. El filme arranca con una entrevista a la pareja, durante un casting para una película porno en la que se prestan a actuar a cambio de dinero. Y en adelante los seguimos en distintas circunstancias que van decantando sus vidas: un embarazo y el nacimiento de su bebé; el agobio económico, la necesidad de conseguir trabajo, y así, hasta la decisión de ella de emigrar a Alemania para encontrar mejor fortuna.
Para construir este retrato de una cotidianidad monocromática, Rosales abreva de los recursos del documental. Capta a sus personajes en circunstancias aparentemente triviales, durante el encuentro con sus amigos o en pequeñas discusiones, con inserciones de los chats de la computadora o Skype. El cineasta nunca dispara chantajes sentimentales ni explosiones de melodrama. Sus personajes se perciben de carne y hueso, seres comunes y corrientes. En esto radica uno de los mejores atributos del filme, la cercanía que los vuelve entrañables y conmovedores a partir de su humilde dimensión. “Yo no quiero hacer cine político, pero retrato una realidad, la de los jóvenes españoles, y por tanto sale un retrato sicológico, social, metafísico y político. Luego la lectura de cada uno no depende de mí”, dijo el cineasta en una entrevista de Gregorio Belinchón para el diario El País (18 de mayo de 2014)..
Desde hace ya tiempo el cine español ha abordado la problemática del paro (allí están los filmes de Fernando León de Aranoa, “Los lunes al sol”, 2002) y otros temas de carga social contemporánea, aproximado también al cine de Ken Loach, de Mike Leigh o los hermanos Dardenne. El filme de Rosales disecciona la desesperanza que se mitiga con un optimismo ingenuo. A veces la trama se siente lenta, con caídas de ritmo, pues el cineasta eligió como materia prima un universo sin glamour, sin bisutería, sin la falsa imagen que vende la publicidad o la televisión. A cambio, nos obsequia la hermosa y grata presencia de los dos protagonistas, especialmente Ingrid García Jonsson, una belleza sumergida en la crisis social.
Sergio Huidobro, nuestro colega de CorreCamara.com define a “Hermosa juventud” como ”un modelo de guión que se permite pocas digresiones formales, pero que entrega a cambio una solidez y una seguridad que se sale de la pantalla”. En suma, estamos frente a un pequeño gran filme, al que hay que tomar con paciencia y hurgar con detenimiento entre sus pormenores.