Por Carolina G. Guerrero
Noticine.com-CorreCamara.com

El mallorquín Agusti Villaronga no ha logrado esta vez la unanimidad de su poderosa “Pa negre / Pan negro” con su nuevo trabajo, “El rey de la Habana”, traslación de una novela sobre el “Período especial” de la Cuba castrista, que rodó en República Dominicana y ha presentado este miércoles en la competencia del Festival de San Sebastián, junto a la georgiana “Moira”, de Levan Tutberidze. Ambas son de los pocos estrenos internacionales que presenta la selección 2015, y coinciden con la mayoría de las cintas ya presentadas en visiones pesimistas de la existencia en las que la muerte de una u otra manera es una constante presencia.

El excesivo drama social y personal de La Cuba en su momento más duro “El rey de La Habana” tiene su origen en el relato del periodista Pedro Juan Gutierrez. Agusti Villaronga ha sido fiel al crudo relato, que filmó posiblemente por su contenido poco complaciente fuera de la isla donde se desarrolla la historia. Rodada íntegramente en República Dominicana, aunque con actores cubanos, algunos debutantes como el protagonista que encarna a Rey, Maykol David Tortolo, quien comparte reparto con Yordanka Ariosa y Hector Medina, entre otros.

El director de “Pa negre”, pone en escena a estos personajes viscerales, carnales y divinos, que solo poseen una vida que no valoran demasiado.

La pasión, y unas marcadas personalidades los caracterizan, en el escenario de la Cuba de los años 90, en lo más crudo de ese “Período especial” tras la caída de la Unión Soviética, con todas sus carencias y su crudeza, y que intentan desdramatizar como sólo los cubanos saben hacerlo, a ritmo de salsa, sexo y supervivencia extrema, un fuerte cocktail que bebe el espectador, como una canchánchara fresca y exótica.

Reynaldo es un muchacho que no alcanza la mayoría de edad, al que la policía detiene y encierra en un correccional acusado injustamente de la muerte de toda su familia. Cuando después de un tiempo consigue escapar, volverá a reencontrarse con lo poco y conocido que le queda del pasado.

Allá en su barriada sera acogido por la antigua vecina, que es la encargada de iniciar al chico en los ardores carnales, y bautizarlo con el titulo de “El rey de La Habana”.

La hija de esta, Magda, ya no vive con ella. Fue siempre el “oscuro objeto del deseo” de Rey, pero el destino se encargará de poner a la morena de nuevo en su camino.

La chica malvive vendiendo cucuruchos de maní, y acostándose con ancianos incautos, y se refugia en un edificio casi en ruinas en el centro de la ciudad. En el cuarto de al lado vive Yunislady, un travestí joven muy atractivo, limpio y generoso, que se enamorará del pícaro Reynaldo. Y así el chico se “desaparecerá”, y compartirá lecho con una y con el otro, jugando al escondite sobre todo a los ojos de Magda, mujer posesiva, celosa y hechicera.

Brillantes interpretaciones, una dirección y adaptación impecables de este universo cubano, que algunos aplaudieron y otros consideraron excesivo.

La posterior rueda de prensa no tuvo desperdicio. El elenco cubano iluminó con su alegría, fuerza y belleza el interior del Kursaal, ya que por circunstancias meteorológicas adversas la sesión fotográfica no pudo realizarse en el exterior junto al mar en el “malecón ” donostiarra.

Villaronga comentó a los medios que el rodaje fue muy duro, que todo es tal y como se muestra, que rodaron en un vertedero real, con todo lo que ello conlleva. “Todo era verdad, la suciedad, la lluvia, los edificios…no hubo atrezzo ni efectos especiales”, dijo.

La segunda cinta del día siguió con la tragedia casi griega, en este caso georgiana, “Moira”, del director Levan Tutberidze, nos presenta a Mamuka, que después de salir de la cárcel vuelve a su hogar desestructurado, para intentar cambiar las cosas.

Su hermano se siente atraído por una chica, relación que la familia de ella no aprueba. Luego tenemos a un padre postrado en una silla de ruedas, y a una madre ausente, que se dedica a cantar en Grecia, y que no puede volver por que si incumple su contrato será amonestada materialmente.

Mamuka intenta enfrentar esta situación, y poner la familia en orden. Tras hipotecar su casa, y recibir dinero de un amigo, comprara un barco, al que llamaran “Moira”.

La cinta no ha disgustado del todo, pero es muy lenta, con un guión algo pobre, que luego coge algo más de ritmo a su final.