Juan Pablo Russo
EscribiendoCIne.com-CorreCamara.com
Buenos Aires. En el marco de la 12 Pantalla Pinamar se realizó el estreno en Argentina de “Operación México – Un pacto de amor”, ópera prima de Leonardo Bechini, que narra el detrás de escena de la operación que iba a terminar con el asesinato de quienes lideraban la organización peronista Montoneros. La misma está protagonizada por Luciano Cáceres, Ximena Fassi, Paloma Contreras, Ludovico Di Santo, Luis Ziembrowski, entre otros. “Es por sobre todo una historia de amor colectivo”, sostiene el cineasta.
Basada en el libro de Rafael Bielsa Tucho – La “Operación México o la irrevocable pasión”, la historia se centra en Edgar Tulio Valenzuela, alias Tucho (Luciano Cáceres), un alto miembro de Montoneros y su mujer María Negro (sorprendente actuación de Ximena Fassi). Ambos son secuestrados por el Ejército Argentino y trasladados a una quinta en Rosario a cargo de quien sería el próximo presidente argentino, Leopoldo Fortunato Galtieri. Tucho, bajo la amenaza de que matarían a su mujer embarazada de mellizos y al hijo de ésta, es obligado a participar de un plan para capturar a los cabecillas de Montoneros exiliados en México. Pero con la ayuda de su esposa traza un plan paralelo donde para salvar la causa deberá traicionar a quienes lo traicionaron primero. Aunque esa no será la única traición a la que deberá enfrentarse.
“La historia me eligió a mí”, comenta Leonardo Bechini en diálogo con la prensa. “Los productores me dieron la novela de Rafael y me dijeron leéla a ver que te parece. La leí y ahí encontré lo que creo que es el eje de la película que es la historia de amor. Yo quise contar la historia de dos personas enamoradas entre si pero también enamoradas del amor colectivo. Más allá de que uno pueda estar de acuerdo o no con lo que sucedió, las cosas solo se pueden hacer por amor. Equivocados o no. Yo tengo mi postura y creo que no pero acepto que alguien diga que podamos estar equivocados. Pero no hay nada más maravilloso que pelear por algo que uno cree que le hace bien a la gente y a la Argentina”, agrega.
Bechini construye el relato como si se tratáse de una película de espionaje donde el vertiginoso ritmo será fundamental. Durante los primeros minutos presentará los personajes y el contexto histórico mediante la utilización de tres elipsis que abarcarán un poco más de dos años. Hecha la presentación pondrá a la pareja en la ciudad de Mar del Plata donde son captados por la célula militar y trasladados a una quinta en Rosario. De ahí en más la historia girará entre México y Argentina para luego trasladarse a Cuba y volver a Argentina. Este abordaje, típico en películas de espionaje donde los agentes se trasladan por diferentes países, le da a la trama una estructura que la aleja de la forma estereotipada en que la mayoría de las veces el cine argentino se encargó de retratar el accionar de la dictadura, además la saca del país y muestra como ésta también funcionaba en otros lugares del continente.
Otro elemento que marca la diferencia con otras obras sobre esta temática es la utilización del espacio donde se encuentran los prisioneros. Al ser cabecillas de la organización no estarán en un espacio cerrado, lúgubre, en condiciones infrahumanas, sino que son alojados en una especie de quinta. Espacios en los que el ejército instalaba a “prisioneros de alto rango recuperados” que colaboraban con la Junta Militar, marcando una diferenciación con la Armada. Conflicto que también es tratado a través de la lucha de poderes y traiciones entre las tres fuerzas militares.
La traición de un bando y del otro será el pilar de una película que se corre del clisé y reconstruye una de las peores épocas de la historia argentina apostando a un thriller político, que por los antecedentes televisivos del director podría haberse convertido en un telefilm lleno de lugares comunes a los que afortunadamente pudo escaparle.
“Siempre cuando uno escribe hay que acordarse del “había una vez”. No importa el tamaño de la pantalla. Los importante es poder contar historias que trasciendan. Yo nunca le vi diferencia al cine o a la tele porque mi formación es cinematográfica. Yo quise ir a la televisión a hacer cine y con Poliladrón logramos cambiarle el lenguaje a la televisión. Entonces para mí siempre fue hacer cine”, dice el realizador para finalizar.