Foto: Blanco de verano”, de Rodrigo Ruiz Patterson
 

Por Miguel Ravelo

El presente texto recorre tres películas más de las que compitieron dentro de la categoría Largometraje Mexicano de Ficción en la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. Como en la entrega anterior, repasaremos las películas exhibidas el segundo día del Festival, entre las que se encuentra la ganadora a la Mejor Dirección. Este día también fue proyectada una de las más sólidas propuestas entre las nueve películas en competencia. 


4. “¡Ánimo, juventud!”, de Carlos Armella.

*Película que obtuvo la Mención al Mejor Actor para Mario Palmerín.*

Luego de estudiar en el Centro de Capacitación Cinematográfica en México y en la London Film School, además de ganar el León de Venecia con su cortometraje “Tierra y Pan”, Carlos Armella presentó en la reciente edición del Festival de Cine de Morelia “¡Ánimo, juventud!”, una agradable propuesta de cine juvenil cuya estructura revela la admiración del realizador por cineastas como Robert Altman (“Vidas cruzadas”, 1993) y Paul Thomas Anderson (“Magnolia”, 1999). Armella nos presenta la historia de cuatro jóvenes que vivirán diversas aventuras durante un día que incluirá enfrentamientos con la ley, con sus profesores y sus padres, y cuyos caminos en algún momento terminarán cruzándose e interviniendo en el día del resto de los protagonistas.

Dulce (Daniela Arce), una joven rebelde que quisiera ser aceptada y tener más amigas en la escuela, además de su grupo de bravuconas; Martín (Rodrigo Cortés), un joven de bajos recursos que pinta un grafiti para declararle su amor a una chica que ni siquiera conoce; Daniel (Mario Palmerín), quien trabaja como taxista utilizando el vehículo de su abuelo y se involucra con un par de policías corruptos, y para finalizar, Pedro (Iñaki Godoy), un muchacho que de buenas a primeras decide crear un lenguaje propio y hablar solamente en su lengua inventada, lo que saca de sus casillas a todos los adultos con los que convive.

Armella nos presenta una juventud en apariencia desencantada, pero compuesta por personas en crecimiento que en realidad quieren ser escuchados y comprendidos, que buscan que los adultos dejen de tratarlos de forma condescendiente. Jóvenes constantemente a la defensiva, cuyo entorno les ha enseñado a reaccionar con violencia cuando en realidad, al estar apenas llegando a la adolescencia, lo que quisieran es ser aceptados y evitarse los constantes enfrentamientos con las figuras de autoridad que los rodean. Los adultos presentados en “¡Ánimo, juventud!” van de los absolutamente intransigentes a aquellos a los que simplemente les importa poco el futuro que están construyéndose los jóvenes. La cinta subraya que es en ellos mismos en donde encontrarán las respuestas que están buscando, siempre y cuando acepten echar abajo las barreras que ellos, y la sociedad en la que están creciendo, les han obligado a construir.

Con una dirección fresca y una historia que por momentos se siente algo confusa, pero que gracias al carisma de los protagonistas jamás pierde su encanto, “¡Ánimo, juventud!” es una agradable propuesta que seguramente será bien recibida al llegar a las salas de cine del país.


5. “Fauna”, de Nicolás Pereda.

*Película ganadora del Ojo a la Mejor Dirección para Nicolás Pereda.*

Nicolás Pereda es uno de los realizadores cuya presencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia se ha vuelto habitual. Con “Fauna”, su octavo trabajo presentado en el Festival, nos ofrece una de sus cintas en apariencia más accesibles, pero cuyo desarrollo y decisiones narrativas no estarán exentas de polémica.

En “Fauna”, Pereda sorprende al ejercer en la mayoría de los puestos de realización: la dirección, el guion, la producción, la edición y la dirección de arte estuvieron a su cargo. Pereda nos cuenta la historia de Luisa (Luisa Pardo), actriz que junto con Francisco (Francisco Barreiro), su novio, visitan a los padres de ella en un apartado pueblo que pareciera no contar con ningún habitante más. La familia de Luisa se revelará un tanto peculiar, y las secuencias en las que Francisco tendrá que interactuar con el padre de Luisa (José Rodríguez López) y con su hermano Gabino (hilarante Gabino Rodríguez), darán algunos de los más incómodos y divertidos momentos de “Fauna”. La historia de un hombre que descubre que la convivencia con la familia de su novia será, por decirlo amablemente, un pequeño infierno. Esta historia ocupará la mitad de la cinta y con ella Pereda nos entrega uno de sus trabajos más frescos, curiosos y divertidos.

Sin embargo, a la mitad de la cinta, el director decide hacer un alto total y cambiar por completo su propuesta narrativa. Pereda elaborará una propuesta muy arriesgada que, aunque no siempre llega a feliz puerto, resulta un interesante reto para los espectadores, en donde se les invitará a reflexionar sobre la naturaleza de las historias. ¿Qué tan necesario resulta conocer una historia de principio a fin? ¿Hasta dónde conseguimos interesarnos en sus personajes si de pronto lo que sabemos de ellos es cortado de tajo? ¿Cuál es el límite de la realidad, qué historia de las dos que estamos presenciando es la verdadera? ¿Cuál será el resultado final al ver la historia atacada de esta forma por su propio realizador, en plena conciencia del rumbo que está tomando?

La oferta de Pereda, intrigante y exasperante a partes iguales, busca confrontar a sus espectadores, hacerlos cuestionarse las estructuras narrativas a las que están acostumbrados. No siempre se logra, pero la propuesta no deja de ser provocadora e inquietante.
 

6. “Blanco de verano”, de Rodrigo Ruiz Patterson.

Tras su participación en el Festival de Cine de Sundance 2020, fue presentada en Morelia la cinta “Blanco de verano”, dirigida por Rodrigo Ruiz Patterson, graduado cum laude del Centro de Capacitación Cinematográfica y nominado al Ariel en 2017 por el cortometraje “Australia”. Con “Blanco de verano”, el segundo día de exhibiciones de las películas en competencia tuvo una de sus más afortunadas propuestas.

Escrita por Ruiz Patterson y Raúl Sebastián Quintanilla, “Blanco de verano” nos introduce en un mundo muy reducido y tremendamente personal: el del Rodrigo (Adrián Rossi), joven de unos 13 años de edad, y Valeria, su madre (Sophie Alexander-Katz). Separada del padre de Rodrigo, Valeria y su hijo viven un mundo en el que parecería que ambos son los reyes absolutos de una realidad en la que nada puede entrometerse. Tienen una relación muy cariñosa, respetan sus espacios e individualidad y al mismo tiempo Rodrigo sabe que siempre puede contar con la habitación de al lado en caso de tener una mala noche y necesitar el refugio de los brazos de su madre.

El elemento detonante para echar abajo el castillo en el aire que Rodrigo ha construido, tiene nombre propio: Fernando (Fabián Corres), hombre con el que Valeria comienza una relación. Inicialmente Rodrigo acepta a regañadientes el amorío y poco a poco va encariñándose con el nuevo pretendiente de su madre, hasta el momento en el que el joven nota que la cosa va en serio y Rodrigo y Valeria deciden vivir juntos y reiniciar una nueva familia.

Este hecho detonará el buen trabajo de guion realizado por Ruiz Patterson y Quintanilla: la construcción del conflicto en el que el niño/preadolescente se ve inmerso de un momento a otro. Si antes Rodrigo era un joven serio e introvertido, el ver amenazada su relación con Valeria y la idea de tener que compartir el amor de su madre con un hombre, terminan por ser un ataque frontal a la estabilidad que Rodrigo creía tener en su vida. A pesar de los intentos de Fernando por ganarse el cariño del joven, Rodrigo poco a poco tendrá actitudes más hostiles hacia él, inclusive llegando a perpetrar ataques directos y violentos que podrían poner en riesgo la integridad de la familia entera.

Ruiz Patterson dirige con buen tino y sensibilidad una historia de crecimiento en la que nos invita a comprender el mundo de las relaciones adultas vistas desde los ojos de un niño que cree que perderá el cariño de la única persona que siempre ha estado para él. ¿Pero hasta qué punto el protagonista será capaz de darse cuenta que, al destruir la relación de Valeria y Fernando, estará también atacando directamente la nueva oportunidad de amar que tiene su madre? Ruiz Patterson entiende la amargura del crecimiento y de lo que los celos pueden significar a una edad tan temprana. El director consigue un muy logrado relato y un protagonista complejo y entrañable muy bien trabajado por el joven Adrián Rossi, que confronta y soporta con entereza el cuadro frente a dos actores más que reconocidos como Alexander-Katz y Corres, quienes también ofrecen un trabajo notable.

“Blanco de verano” es una conmovedora historia de madurez y aceptación. Siendo una de las más atractivas propuestas en competencia en la XVIII edición del Festival de Cine de Morelia, resultó desconcertante que no se alzara con ningún premio en la noche de clausura. Ojalá este notable trabajo de Patterson consiga una cálida recepción al llegar a la cartelera cinematográfica mexicana.