Por Pedro Paunero
¿Qué pasa si mezclas un argumento simple de película de Serie B –de esas donde los jóvenes son los protagonistas indudables–, lo trasladas al presente, entrometes pandillas –que hablan un slang auténtico (por lo menos en la versión original, en inglés)–, que se la traen jurada a la nueva vecina y, antes que estalle la violencia, todos se topan con criaturas caídas del cielo, y este hecho los obliga a unirse en un frente común?
Podría haber sido una divertida –pero común y corriente– “Noche de las hogueras”, en Londres pero, tras robarle la cartera y el teléfono celular a la jovencísima enfermera –recién graduada– Sam (Jodie Whittaker), la banda de Moses (John Boyega), se topa con que, a diferencia de los fuegos artificiales, hay luces que no son de fiesta. Una hembra extraterrestre, con apariencia de simio, cae desde el cielo al “Bloque” (el “The Block”, del título), el vecindario que les pertenece, así que lo persiguen y lo matan, ignorando que tras su arribo caerá una pléyade de machos, atraídos por sus feromonas. Para esto, Sam logra escapar en medio de la confusión, y se pone en contacto con la policía. También aparecen por ahí, Mayhem (Michael Ajao), y Probs (Sammy Williams), un par de niños que se la pasan metiéndose en problemas, como todo niño, y que desean ingresar a la pandilla (ya tendrán oportunidad de probar ser grandes sobrevivientes), y Ron (Nick Frost), el fumetas que trabaja para Hi–Hatz (Jumayn Hunter) –quien cultiva marihuana en su departamento–, y podría saber la naturaleza del bicho porque mira documentales de Nat Geo, pero que sólo atina a decir que “quizá hubo una fiesta en el zoológico, y un mono se tiró a un pez”. Así que ni él ni Brewis (Luke Treadaway), que sí sabe de biología, sabe a ciencia cierta a qué especie pertenece la cosa aquella, y todo hubiera seguido su curso, después de todo Hi–Hatz le ha ofrecido “trabajo” a Moses como traficante, de no ser porque las estelas luminosas, en las que desciende toda una legión de extraterrestres, similares a gorilas negros con dientes luminosos, cae a raudales, a la vez que la policía lo detiene en una redada, lo ponen esposado en la misma camioneta que a Sam, y no les queda otra que unirse –a la víctima y la banda del victimario– en la lucha, cuando los grandes bichos dan cuenta de los policías. Pero eso no es todo, Hi–Hatz, incrédulo de que estén siendo invadidos por alienígenas –para él, no ha sido sino “un perro gigante, un maldito gorila enorme”, el que ha matado a su subalterno– en compañía de sus secuaces, perseguirá a la pandilla por todo el bloque, intentando cobrarles el auto que le han destruido mientras escapaban.
La película contiene una cierta crítica social, plasmada en el dialogo de Moses, que supone que los extraterrestres son producto del gobierno, quien primero habría enviado drogas al bloque pero, ante la lentitud que la “hermandad negra” demostrara –al matarse los unos a los otros–, habrían decidido acelerar el proceso. Y, por si fuera poco e hiciera falta “inclusión” (antes de que eso fuera un requisito forzado en el cine) la película nos muestra que las amigas de Tia (Danielle Vitalis), en cuyo departamento se refugian Sam y los chicos, bien saben plantarle cara a los monstruos.
“Attack the Block” se estrenó a lo largo del mundo en festivales, y en México durante el Mórbido Film Fest del año 2012, aunque su estreno mundial ocurrió el 13 de mayo de 2011, en Reino Unido. Fue el trabajo con el que debutó Joe Cornish como director de largometrajes, tras una carrera en la televisión, en series como “The Adam and Joe Show”, y que lo sorprendió como guionista, cuando le presentara el proyecto a la productora Big Talk Productions, cuyos representantes le “soltaron” sin dificultades el dinero. Cornish, quien plasmara un evento de robo que le sucediera a él mismo en la película (en el que se inspirara para el asalto de Moses y Cía. a Sam), tuvo bien presente la imaginería de las películas de los años 80´s sobre extraterrestres que involucraban adolescentes en la trama, como “Critters” (Critters, Stephen Herek, 1986), así como otras películas de Ciencia ficción y fantasía (Robocop, El Señor de los anillos), expresadas en las continuas citas que van soltando los personajes, con lo que se demuestra que, “Attack the Block”, no era sino un trabajo de amor y nostalgia a toda una época.
La película no pretende ocultar su sencillez narrativa, o la falta de presupuesto en cuanto a efectos especiales, a los que, por otro lado, no hay nada que reprocharles, pero sobre todo no cae en la pretensión de “salvar” nada, o expandir el género de la Ciencia ficción, como pasara con filmes cínicos como “Tenet” (Tenet, Christopher Nolan, 2020) –que hicieron agua por doquier–, demostrando que la soberbia de un director, tarde o temprano, se embrollará con el argumento. “Attack the Block” es divertida, con algunas pinceladas de suspenso, terror y un ritmo narrativo que jamás decae, y demuestra que una buena historia no necesita de giros rebuscados –ni de actores que cobren una millonada (la mayoría del elenco eran actores no profesionales, incluyendo al principiante John Boyega, de origen nigeriano, que se basó en los traficantes que había visto plasmados en la T. V. para construir su personaje)–, para lograr su meta, que no es otra que entretener.
Así, “Atack the Block”, sostenida en una buena historia, basada en un guion sólido y eficaz, a diez años de haberse estrenado, está pronta a convertirse en una película de culto, conforme sigue pasando el tiempo.