Un modesto recuerdo para María Félix a diez años de su muerte

Noticine.com-CorreCamara.com

Este próximo domingo se cumplirán diez años del fallecimiento de María
Félix, “La Doña”, probablemente la mayor estrella de la época dorada del
cine mexicano, con incursiones profesionales también en España, Italia y
Francia. La diva que encandiló a Agustín Lara y Jorge Negrete dejó de
existir hace una década, y a pesar de que el país que la engendró no fue
suficientemente generoso para recuperar su legado y sus propiedades con
fines museísticos, al menos en el estatal Canal 22 se emitirán la
película “Doña Bárbara” y un especial titulado “María Félix, la
inalcanzable Doña”.

María Félix nació en Alamos, Sonora, el 8 de abril de 1914 y
falleció en el mismo día de su cumpleaños, pero en 2002, en su
residencia de Ciudad de México, a los 88 años. Su nombre real fue María
de los Ángeles Félix Güereña, fue hija de Bernardo Félix, descendiente
de indios yaqui. Su madre se llamaba Josefina Güereña, de ascendencia
española. Tuvo once hermanos.

Fue coronada reina de la belleza
estudiantil. Muy joven aún aceptó en matrimonio a Enrique Álvarez
Alatorre, un vendedor de la firma de cosméticos Max Factor (con quien
procreó a su único hijo, el también actor Enrique Álvarez Félix), de
quien acabaría divorciándose. Viajó luego a Ciudad de México, donde
gracias a un encuentro casual con Fernando Palacios pasó a formar parte
de la profesión cinematográfica.

Inició su carrera en “El peñón
de las ánimas” (1942), al lado de Jorge Negrete, quien una década más
tarde sería su esposo. Apoyada por una presencia y una belleza de
excepción, pronto se convirtió en la estrella mejor pagada del cine
mexicano y en un símbolo de la mujer inalcanzable, indomeñable como
fuerza de la naturaleza, al lado de los actores más importantes de la
Epoca de Oro y bajo las órdenes de varios de los realizadores más
talentosos del país. Fue conocida por el sobrenombre de “La Doña”
precisamente por su papel en esta película basada en la novela homónima
de Rómulo Gallegos, y por el protagónico de “Doña Diabla”.

En su
filmografía destacan cintas “La mujer sin alma” (1943), “La devoradora”
(1946), “La mujer de todos” (1946), “Enamorada” (1946), por la que ganó
el Ariel de actuación, “La diosa arrodillada” (1947), “Maclovia”
(1948), “Río Escondido” (1947), por la que nuevamente mereció el Ariel
de interpretación, “Doña Diabla” (1949), que la hizo acreedora a un
Ariel más, “El rapto” (1953) y “Reportaje” (1953).

Después,
habría de proseguir en la actuación, prodigando los dones de su
presencia y su hermosura legendarias, con intervenciones tanto en México
como en producciones extranjeras, hasta su retiro tras filmar “La
Generala”, en 1970. En 1993 publicó sus memorias, “Todas mis guerras”.

Murió
en su casa de México, tras un paro cardíaco. Sus restos fueron
enterrados en el Panteón Francés del cementerio capitalino, al lado de
su único hijo Enrique Alvarez Félix, fallecido prematuramente. Antes
habían sido velados en el Palacio de Bellas Artes, al ritmo de la famosa
canción “María Bonita”, que le compuso el que fuera su marido, Agustín
Lara.

Pese a que el entonces presidente Fox asistió a esa
despedida, el estado mexicano no fue capaz de preservar su herencia. En
2007  sus cuadros, muebles, vestidos y otros objetos de María Félix
fueron subastados en Nueva York, después de que su heredero decidiera
convertir ese patrimonio en dólares contantes y sonantes.

Uno de
sus amigos, Manuel Ávila Camacho, había contado que la gran diva de la
Epoca de Oro del cine mexicano y del cine latino en general quería que
se hiciese un museo en su casa de Cuernavaca y que ésta fue abandonada y
saqueada tras su muerte.

Luis Martínez de Anda, último
secretario o asistente de la artista, convertido por ésta en heredero
universal, subastó sus propiedades cinco años después de su muerte, y de
esta manera el Museo María Félix nunca existirá.

“La Doña” es una de las mayores estrellas de la época dorada del
cine mexicano