Por Hugo Lara Chávez
“Las razones del corazón” (2011), las más reciente película del veterano cineasta Arturo Ripstein (1943), llega a las salas este fin de semana después de haber hecho un decoroso recorrido por varios festivales como Morelia y San Sebastián, incluso a pesar de haber suscitado en éste último un escándalo al quedar fuera de los premios. Lo cierto es que es uno de los mejores filmes del mexicano de su época más cercana, lo que no es poca cosa viniendo del director de obras como “El castillo de la pureza” (1973), “El lugar sin límites” (1978) “Cadena perpetua” (1979) o “La reina de la noche” (1994).
La película está inspirada en el último tramo de la novela “Madame Bovary” de Gustave Flaubert, con guión de su pareja y escritora de cabecera, Paz Alicia Garcíadiego. Ambientada en un edificio de departamentos de la Ciudad de México y filmada en blanco y negro, el filme relata los sucesos de dos días alrededor de Emilia (Arcelia Ramírez), una mujer clasemediera y frívola, que está obsesionada con su amante Nicolás (Vladimir Cruz), un músico que vive en la azotea del edificio y quien ya se ha hartado de ella. En medio de este rechazo, Emilia descuida sus deberes domésticos y descarga su insatisfacción contra su hija Isabel (Paola Arroyo) y su marido Javier (Plutarco Haza), un modesto empleado a quien considera un pobre diablo. Sus apremios se agravan cuando se precipita un embargo por sus deudas bancarias, a causa del dinero que le ha prestado a su amante.
“Las razones del corazón” está construida con firmeza y elegancia, mediante un ensamble bien articulado de secuencias con cierta carga teatral (con unidad de espacio y tiempo) que permiten conocer y adentrarnos en la protagonista, su circunstancia y los vínculos con los otros personajes. Filmada con base en largos plano secuencias —como a Ripstein siempre le ha gustado— la película permite ver y disfrutar el sobresaliente trabajo tanto de los actores como del director, sea por los lúcidos duelos de diálogos (varios de ellos estupendos, para una antología) o por la puesta en escena que revela el dominio absoluto del set que tiene Ripstein.
El filme aborda muchas de las inquietudes constantes del director: el encierro físico y mental, los recovecos de la obsesión amorosa, de la fragilidad emocional, del abandono femenino o de la elección del sufrimiento como esquema de vida. Ripstein nos lleva por los terrenos del melodrama y de la farsa, pero conteniendo los tonos sin que se desborde un lado o del otro. Y en el contexto de una historia de adulterio, se nos permite espiar con morbo y humor cáustico a su protagonista, así como a los seres que afectan su vida y determinan en algún grado su tragedia: no sólo el amante, su esposo y su hija, sino también la portera chismosa (Patricia Reyes Spíndola), el vecino libidinoso (Alejandro Suárez) o el exterminador de plagas (Carlos Chávez).
Hay que mencionar también el destacado trabajo de la directora de arte Sandra Cabriada (con estilo sobrio pero que aporta dramatismo) y del fotógrafo Alejandro Cantú, que alcanza nota sobresaliente con el desafío de filmar en blanco y negro y en 35 mm, quizá de las últimas veces que podamos disfrutar algo así en las pantallas de cine.
Para finalizar, se tiene que comentar que la película se ha estrenado en México con sólo 15 pantallas, lo que resulta francamente ridículo tomando en cuenta la buena calidad de “Las razones del corazón” y el prestigio de Ripstein, sin duda uno de los más importantes cineastas mexicanos de su generación. Es en casos como éste cuando se vuelve urgente revisar los criterios de apoyo para la distribución del cine mexicano y de sus autores más relevantes.
Dirección: Arturo Ripstein. Guion: Paz Alicia Garcíadiego. Producción: Roberto Fiesco, Mil Nubes Cine. Coproducción: José María Morales Wanda Visión. Fotografía: Alejandro Cantú. Montaje: Alejandro Ripstein. Música: David Mansfield. Intérpretes: Aracelia Ramírez, Vladimir Cruz, Plutarco Haza, Patricia Reyes Spíndola. Formato: 35 mm, Duración: 119 m. País: México-España.
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