Por Hugo Lara
“Nebraska” fue una de las nueve candidatas al Oscar como mejor película de 2013, una de las más modestas en cuanto a promoción pero sin duda una de las más redondas y sólidas en todos sus departamentos. “Nebraska” es dirigida por Alexander Payne (1961), cineasta oriundo precisamente de Nebraska y autor de sutiles y brillantes filmes como “A propósito de Schmidt” (About Schmidt, 2002), “Entre copas” (Sideways, 2004) y “Los descendientes” (The Descendants, 2011).
“Nebraska” es una comedia sobre padres e hijos, sobre la brecha generacional, sobre las rupturas y los reencuentros entre los miembros de una familia estadounidense común y corriente. Filmada en blanco y negro (con fotografía de Phedon Papamichael, colaborador frecuente de Payne), el relato está centrado en el octogenario Woody Grant (un destacadísimo Bruce Dern), quien una y otra vez escapa caminando de su casa en Billings, Montana, con la obsesión de cobrar un dudoso premio en Lincoln, Nebraska, a 850 millas de distancia. Hartos de las escapadas del viejo, su inclemente esposa Kate (June Squibb) y su hijo mayor Ross (Bob Odenkirk) consideran internarlo en un asilo, pero su hijo menor David (Will Forte) decide respaldar a su padre y llevarlo en auto hasta Lincoln. En el trayecto, hacen escala en el pueblo donde nació Woody. Ahí se encuentran con viejos amigos y familiares que los ponen en sorpresivos predicamentos.
Sin lugar a dudas, uno de los aspectos más fuertes de esta película es el guión de Bob Nelson, el primero que escribe para la pantalla grande y que está soportado por una cuarteta de personajes bien construidos (los cuatro miembros de la familia), con varias capas de emociones que se revelan gradualmente al enfrentarse a situaciones singulares bien diseñadas. Los cuatro resultan algo patéticos y lastimeros como espejo del decadente y fracasado “american way of life” ( el padre alchólico, viejo soldado que peleó en Corea; la madre amargada y ponzoñosa; el hijo mediocre empleado de una tienda de electrónica; y el hijo mayor, un presentador de televsiión de éxito local), pero son capaces también de inspirar profunda ternura y empatía.
Además de estos cuatro personajes, aparece una decena más que enriquecen la trama y llenan de detalles este retrato de la sociedad estadounidense (incluyendo a dos primos obesos, desempleados y sociópatas). Hay mucho humor corrosivo, diálogos inteligentes con buenas cargas de subtexto y numerosos motivos de hilaridad. Y el director equilibra todo ello con una dosis de sensibilidad y humanismo que logra conmover intensamente, en una atmósfera que captura el entorno provinciano, ocioso y monótono de las ciudades del Medio Oeste de Estados Unidos.
“Nebraska” tiene conexiones con filmes como “Una historia verdadera” (“The Straight Story” 1999), en el que David Lynch describe el largo viaje abordo de una podadora que emprende un viejo para reencontrarse con su hermano. Sin embargo, las referencias más claras se encuentran en la propia filmografía de Payne, sea en el road movie “Entre copas” para hablar de una relación estrecha; o en “A propósito de Schmidt” para tratar los desafío de un viejo en retiro; o “Los descendientes” para diseccionar los delicados tejidos de una familia.
“Nebraska” es una de las películas fundamentales que han llegado a las pantallas en México en lo que va de este 2014.
Nebraska (EUA, 2013, 115 mins.)
Director: Alexander Payne. Guión: Bob Nelson. F en C.: Phedon Papamichael. Música: Mark Orton. Edición: Kevin Tent. Con: Bruce Dern (Woody Grant), Will Forte (David Grant), June Squibb (Kate Grant), Bob Odenkirk (Ross Grant), Stacy Keach (Ed Pegram), Mary Louise Wilson (tía Martha). Productor: Albert Berger y Ron Yerxa. Clasificación: B.