Por Hugo Lara Chávez
“La inquisición del sonido” (Berberian Sound Studio, 2013) pertenece a la especie de subgénero del metacine o “cine dentro del cine”, es decir, el cine autoreferencial que ha alumbrado filmes de diverso tono y catadura, desde clásicos como “Sunset Blvd.” (Billy Wilder, 1950) hasta el celebrado homenaje retro de “El Artista” (Michel Hazanavicius, 2011). “Berberian Sound Studio” está próxima a filmes como la estupenda “La sombra del vampiro” (“Shadow of the Vampire”, E. Elias Merhige, 2000), donde corren dos tramas en paralelo que se entreveran y se funden: la de los personajes que participan en la realización de un filme y lo que narra éste.
Ubicada en los años setentas, “Berberian…” relata el viaje en doble sentido que realiza Gilderoy (el gran actor inglés con cara de gnomo Toby Jones), un especialista en crear efectos sonoros para las películas y quien llega a Italia contratado para colaborar, sin saberlo bien, en un filme barato de horror gore dirigido por un tal Santini (Antonio Mancino). El carácter introvertido de Gilderoy le hace someterse al fuerte mando del productor Francesco Coraggio (Cosimo Fusco), macho italiano que se las ingenia para darle largas al reembolso de su boleto de avión. Gilderoy experimenta un choque emocional en ese ambiente, confrontado por las imágenes de violencia explícita y por el contacto con el temperamento italiano, caliente y agitado, diametralmente opuesto a sus finos modales ingleses.
“Berberian…” es un inquietante, divertido e inteligente filme dirigido y escrito por el inglés Peter Strickland (Berkshire, 1973), su segundo largometraje después de “Katalin Varga” (2009), una coproducción entre Rumania y el Reino Unido acerca de una mujer quien, acompañada por su hijo de diez años, emprende la búsqueda de los hombres que la violaron en el pasado.
En “Berberian…” Strickland nos introduce al extraño mundo del cine y específicamente al de la creación de sonidos para un filme de horror. En éste, supuestamente se sacrifican y torturan brujas, mientras que en el estudio de grabación dos técnicos con facha de esbirros malvados apuñalan lechugas, decapitan rábanos o parten calabazas sádicamente. Todas estas imágenes hacen inevitable pensar en el mexicano Gonzalo Gavira, parte del equipo ganador del Oscar por los sonidos incidentales de “El Exorcista” (1973) y creador de aterradores trucos auditivos.
El director es muy atento para añadir detalles a sus personajes y ambientes, y descubrirlos resulta una experiencia muy grata como espectador. Así, en esta larga jornada, el protagonista Gilderoy, oprimido por el productor Francesco, comienza a abrir sus sentidos y es cuando observa arañas patonas que lo siguen por todos lados. Además, la conversación con las actrices que doblan el filme lo trastornan con sus gritos y gemidos, y las cartas de su madre, preocupada por un nido de golondrinas en su casa, pasa de la dulzura a lo macabro. Todo es claustrofóbico (¿o claustrofílico?), pues las acciones siempre suceden en el interior del estudio de audio. A menudo, como parte del tono general del filme, Strickland echa mano del humor, es algo que está presente en las miradas suspiacaces de los personajes secundarios, como la secretaria o el malhumorado técnio de audio.
En toda su forma, el filme resulta sólido, en lo narrativo y en su estilización, con influencia expresionistas, como si Gilderoy, en el camino a la locura, fuera a convertirse en cualquier momento en un Dr. Caligari.
“Berberian Sound Studio” es una película imprescindible, un justo homenaje al valor del sonido dentro del cine, como herramienta para detonar las fantasías y sensaciones que nos alimentan.
Berberian Sound Studio: La inquisición del sonido
(Berberian Sound Studio, Gran Bretaña, 2012, 92 mins.)
Director: Peter Strickland. Guión: Peter Strickland. Nicholas D. Knowland. Música: Broadcast. Con: Toby Jones (Gilderoy), Tonia Sotiropoulou (Elena), Cosimo Fusco (Francesco), Susanna Cappellaro (Veronica), Chiara D’Anna (Elisa), Fatma Mohamed (Silvia), Antonio Mancino (Santini), Eugenia Caruso (Claudia), Jozef Cseres (Massimo) . Productor: Mary Burke, Keith Griffiths. Distribuidora: Interior 13 Cine. Clasificación: B.