Redacción. Imágenes que cuentan los entresijos del cine mexicano de la época de oro, el trabajo velado y visible de guionistas, directores, actores, fotógrafos, maquillistas, diseñadores de vestuario y escenógrafos, ocupa la edición más reciente de “Alquimia”. La revista despliega fotografías del detrás de cámaras, muchas de ellas inéditas, que son parte del acervo de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), según describe la reseña de Conaculta.

En el desarrollo de una profunda investigación que pretende rescatar la labor de escenógrafos y directores de arte del cine nacional, la investigadora Elisa Lozano descubrió testimonios visuales que narran el proceso “entre sombras” de las películas, que encontró principalmente en el Fondo Casasola del repositorio ubicado en Pachuca, Hidalgo.

Su indagación llevó inclusive al hallazgo de fotografías de una mítica pieza cinematográfica: el corto documental Humanidad, rodado hace 80 años por Adolfo Best Maugard. Las imágenes halladas en el Fondo Salud Pública de la Fototeca Nacional y que ahora publica Alquimia —órgano de difusión del Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo) del INAH—, son el referente directo para conocer los elementos técnicos utilizados en la factura de este filme en homenaje a las instituciones de salubridad.

En ellas, comenta la historiadora del arte Elisa Lozano, “observamos los valores de producción, el tipo de cámara y el equipo de iluminación utilizados; el grupo humano conformado por Adolfo Best Maugard, entre los que destaca Agustín Jiménez como director de fotografía, así como la forma en que el realizador transforma los espacios que sirven de locación y, sobre todo, la manera en que éste genera las acciones de los personajes que aparecen a cuadro”, siempre de acuerdo a la misma fuente.

En las vueltas de página de la publicación cuatrimestral se suceden los difuminados rostros de actores como Antonio Moreno y Lupita Tovar, quienes tuvieron sus inicios en el cine mudo, con los ademanes característicos de Pedro Infante frente a Amanda del Llano; las miradas de mujeres fatales como Elsa Aguirre, Kitty de Hoyos o Emilia Guiú; y la apostura de galanes como Luis Beristáin, Ignacio López Tarso y César del Campo, capturada por la lente de Simón Flechine.

La valía del número 52 de Alquimia —con el cual festeja además su 18° aniversario— radica en que más allá de estas caras más o menos reconocidas por su aparición en la pantalla grande, recupera las historias de hombres y mujeres que en equipo supieron confeccionar tramas que perduran en la memoria de cinéfilos.

Elisa Lozano, quien fungió como editora invitada en esta ocasión, cuenta por ejemplo la tarea de Dolores Camarillo, mejor conocida como “Fraustita”, quien alternaba la actuación con su actividad de maquillista. Ella “hizo lucir más bellas a las actrices nacionales y caracterizó a los actores en un centenar de películas”, según puede constatarse en una imagen donde un relajado Fernando Soler, cigarrillo en mano, abandona su cutis a las manos de “Fraustita”.

Además Dolores Camarillo —continúa la investigadora— “siempre luchó por mejorar las condiciones de su gremio y por que se reconociera la importante labor del maquillista en el cine nacional. Activa hasta 1977, fue la responsable de caracterizar a los protagonistas de la cinta de terror La tía Alejandra, de Arturo Ripstein”.

Con una veintena de colaboraciones que iniciaron con El peñón de las ánimas, película que protagonizó Jorge Negrete y fue el debut de María Félix, Armando Valdés Peza es otro de los personajes cuyo trabajo se recupera en esta revista. Este diseñador fue el responsable de resaltar con originales atuendos la belleza de luminarias como Dolores de Río, Columba Domínguez, Gloria Marín, Lilia Prado, Rebeca Iturbide y María Elena Marqués.

Si bien en Alquimia “ni son todos los que están, ni están todos lo que son”, esta edición es un homenaje al “cine detrás del cine”, expresa su editor José Antonio Rodríguez.

En el caso de los guionistas, el crítico e investigador Hugo Lara Chávez hace hincapié en los singulares argumentos que el escritor Luis Spota legó al cine mexicano, para muestra basta un botón: En la palma de tu mano (1951) y La noche avanza (1952), que se consideran entre las mejores cintas mexicanas narradas en clave de cine negro. A estos títulos se suman otros como Quiero vivir, Donde el círculo termina, La mujer marcada y El hombre de papel.

Por su parte, Rafael Barajas “El Fisgón” habla de los años 50, cuando se dio un encuentro afortunado, el del caricaturista Ernesto Guasp García, “un maestro de la línea” y republicano valenciano, con “Semo”, el fotógrafo Simón Flechine, anarquista ruso. De esta coincidencia quedaron un par de caricaturas de Semo, firmadas por el primero en 1952 y 1956.

“Las semejanzas entre estos artistas son de forma y de fondo: los dos manejaban el lenguaje de los vanguardistas y lo supieron usar para dirigirse al gran público. Las dos caricaturas que le hizo Guasp a ‘Semo’ van de lo abstracto a lo simpático”, anota “El Fisgón”.

También, a partir de un par de fotografías donde se observa a Luis Buñuel y al cinefotógrafo Lauron “Jack” Draper, el escritor y cineasta Claudio Isaac intenta reproducir la desavenencia que tuvieron ambos artistas durante la filmación de Gran Casino (1946), un rodaje que el propio Buñuel dijo que, de no haber sido por la intervención de Jorge Negrete, habría terminado mal.

El número 52 de Alquimia, dedicado al “cine detrás del cine”, se integra además con textos de especialistas como Ana Luisa Anza, Ariel Arnal, Selva Hernández, Martha Patricia Montero, Javier Ramírez Miranda, José María Serralde Ruiz y Álvaro Vázquez Mantecón.