Por Matías Mora Montero
Desde Morelia
Es difícil construir una realidad que se sienta “objetiva” en el cine, no sólo me refiero al hecho de capturar un sentido de realismo, sino al reto de ignorar ciertas perspectivas sociales que en nuestro tiempo, son tendencia. Agarrar conceptos como “la mirada masculina” o “el discurso feminista” y dejarlos un poco de lado para dar paso a un camino directo y hasta cierto punto cruel a lo más humano, en sus excesos y tragedias, esto es el cine de Sean Baker. Es el cine directo, sin excusas ni desviaciones, es la vida de los marginados de América lidiada con una complejidad sorprendente.
“Anora”, su más reciente película y ganadora de la Palma de Oro en Cannes es su mejor, a la fecha, porque logra elevar todo aquello que en sus películas pasadas como “Red Rocket” y “The Florida Project” ya venía logrando, el estado más complejo, emotivo y hasta filosófico en la vida de aquellos que gran parte del cine y las narrativas ignoran. Por esto mismo, su cine es de alta y genuina importancia, a la vez que de una tristeza inherente y brutal: estas no son historias de ganadores, ni de inspiradores sobrevivientes, sino de sobrevivientes por necesidad, que apenas y llegan al plano final de sus historias, a los cuales siempre se llega en una conmoción enorme, por las diferentes variables que cada una de sus películas contiene.
Y si su pasada “Red Rocket” iba sobre un actor porno obsesionado con una menor a quien quiere llevar al estrellato de la industria de cine de adultos, un peliculón absuelto de índoles moralistas y por ende mucho más complejo que la típica película sobre la pedofilia, “Anora” regresa a Baker en su interés en las trabajadores sexuales, ya que su hegemónica protagonista es una stripper que, por azares de la vida, acaba casada con un millonario ruso rico más joven que ella e infinitamente más estúpido. Este ruso, de nombre Iván, no es más que un mocoso mimado, un niño cuyo juego es el sexo y las drogas, que en ningún momento de la película, ni en presencia de su adinerada y burguesa familia europea, está sobrio. El problema viene cuando dicha familia europea de alta élite, por supuesto, no se puede permitir el escándalo de que su hijo ande casado con lo que ellos, en su ignorancia y falta de respeto, llaman “una prostituta”.
Pero Anora resiste, resiste inútilmente, es una película sumamente trágica, donde a pesar de sus mayores esfuerzos, nuestra protagonista nunca tuvo voz ni voto, tan sólo la ilusión de un gran sueño. Y Mikey Madison, actriz protagónica, es Anora. Su cuerpo y mente transformados por completo en lo que me gustaría llamarle “la actuación del año”, pero tiene una naturaleza superior a eso, quizá otorgada de forma colaborativa con la dirección de Baker, que en su planteada y previamente hablada objetividad, es casi de documental, por más alocada que sea la situación en la que se desenvuelve Anora.
Gracias a los extremos, ansiedad y ritmo cocainómano que contiene la cinta, es una experiencia imperdible en las salas, donde las risas no faltan, hasta que sobran y la película afronta su inherente y profunda tragedia, todo alrededor de su protagonista. Anora es olvidada, es dejada atrás, es llevada al llanto. Y a pesar de sus elementos cómicos, la cinta de Baker te deja con disgusto y desesperación, quieres abrazar a Anora, sientes su pesar como si la pantalla de cine estuviera hecha de carne y hueso. Esto es, posiblemente, lo más cercano que el cine se siente a ser algo real, y duele, duele muchísimo. “Anora”, la mejor película del año, de uno de los mejores cineastas de la actualidad, llega a cines de México en enero tras su recorrido por esta edición del FICM. Es mágnifica, trágica, su último plano me acecha en sueños y prueba, de alguna manera, que el cine es un acto de importancia.
País: Estados Unidos
Dirección: Baker; Sean
Guión: Baker; Sean
Producción: Beker; Sean, Coco; Alex, Quan; Samantha
Fotografía: Daniels; Drew
Sonido: Kuciak; Brian, Zarkh; Nikita
Música: Hearon-Smith; Matthew
Reparto:Madison; Mikey, Eydelshteyn; Mark, Borisov; Yuriy, Karagulian; Karren, Tovmasyan; Vache
Dirección de Arte: Phelps; Stephen