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La 67 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín se inició este jueves con la proyección de la película francesa “Django”, opera prima de Etienne Comar, que a ritmo de “gipsy jazz”, el estilo genuino del músico Django Reinhardt, reivindica el talento que supera fronteras y resiste a la intolerancia del poder, en este caso ejercido por los invasores nazis.
“Django” es la primera de la casi veintena de cintas que compiten por el Oso de Oro, premio que designará un jurado presidido por Paul Verhoeven, y en el que se integra el mexicano Diego Luna, quien en rueda de prensa bromeó sobre el muro que el presidente Donald Trump pretende erigir entre su país y México. “Estando aquí voy a investigar sobre la manera de derribar muros, ya que creo que hay muchos expertos in situ”, comentó en alusión al famoso Muro de Berlín que separó por la mitad a la ciudad alemana durante 28 largos años.
Por su parte, la actriz estadounidense Maggie Gyllenhaal, también integrante del jurado, subrayó que deseaba que en Europa “la gente sepa que hay muchas personas en mi país que están dispuestas a resistir”, frente a la xenofobia de Trump.
En lo que respecta a “Django”, es protagonizada por el actor galo Reda Kateb (revelado en “Un profeta”), sobre el que gira toda la historia. EL filme describe la evolución del artista belga de raíces gitanas, que primero se consagró a su música e hizo oídos sordos a los planes de exterminación de su pueblo a manos de los invasores alemanes pero luego, cuando le afectó en su propia familia, llegó a componer un requiem por las víctimas del horror nazi (que sólo se interpretó en público una vez, tras la Liberación, y cuya partitura se perdió). “Es un personaje desgarrado, no un héroe. En contraste con lo que ocurría, hizo ese requiem como respuesta”, comentó Etienne Comar, hasta ahora productor y guionista, ante los periodistas.
Su película, triste y contenida, hasta el punto de que a algunos ha sabido a poco, no es una biopic amplia del guitarrista y compositor, sino que se centra en unos pocos meses de 1943, cuando Django, que hasta entonces había sido “tolerado” por los invasores germanos bajo ciertas normas, va conociendo los horrores que sufre su comunidad en toda Europa (fueron exterminados más de 200 000 gitanos) rechaza hacer una gira por Alemania que le proponen los nazis para huir en secreto a Thonon-les-Bains con su madre y esposa, con la esperanza de pasar a Suiza, justo al otro lado del lago de Ginebra.
El apoyo a los refugiados es una de las divisas que flota en el ambiente de esta edición de la Berlinale, cuyo director, Dieter Kosslick, había declarado: “Tenemos un programa que dice “sí a la vida” y artistas que describen todos los días la realidad abrumados por los apocalipsis, para los que siempre hay una salida”.