Por Lorena Loeza

En la historia de la cinematografía a menudo hay experiencias conocidas y trascendentes  acerca de mancuernas exitosas, algunas entre directores y actores y otras como parte de un equipo creativo. Y también no pocas veces esas relaciones acaban siendo conflictivas en medio de escenarios de celos y egos enfrentados.

El asunto no es menor, porque de alguna manera refleja la complejidad del cine como creación artística. En primer lugar, porque requiere de la intervención de distintos tipos y formas de expresar el arte y en segundo porque el cine mismo no sería posible sin el adelanto técnico que supone la fotografía. Esta combinación de diferentes estilos de contar historias y  combinar talentos, en ocasiones es difícil de construir de manera  productiva y duradera. De ahí que una mancuerna como la que forman Cuarón y Lubezki —los mexicanos de moda en este momento—  sea rara de encontrar y digna de analizar.

Para entender esa complejidad creativa, hay que iniciar diciendo que el cine nace a  partir del progreso y adelanto técnico, como hijo indiscutible de la modernidad  mezclando  sensibilidad y fotografía, logrando  así cumplir uno de los sueños más largamente acariciados por los seres humanos: el de poder materializar la imaginación.  Parece que fue ayer que el cine era anunciado a los ojos de asombrados espectadores como “el último adelanto de la ciencia: fotografía en movimiento.” Los creadores cinematográficos tuvieron que poner especial cuidado en que las cámaras retrataran de manera fiel y convincente la historia que  querían contar, obligando a fotógrafos y cinefotógrafos a inventar las tomas, acercamientos y efectos especiales que se requerían para lograrlo.

Los fotógrafos cinematográficos se diferencian de los fotógrafos en general, por su desarrollada capacidad de convertir golpes de vista, en historias que se deconstruyen  simulando la realidad, para volver a encontrarse bajo la mirada del espectador y en el flujo de una historia determinada.  A diferencia de la fotografía fija o la pintura, que muestran un fragmento del mundo de manera contemplativa, el fotógrafo cinematográfico reconstruye una realidad inventada, apenas imaginada  a través de fragmentos de luz, la cual solamente existe porque sirve a  los fines de la  historia y su mensaje.

Es esta capacidad de traducir las historias en imágenes der manera coordinada, lo que hace de la mancuerna de Cuarón-Lubezki una pareja de creadores exitosos. Prueba de ello es que no son nuevos en el oficio, ni tampoco novatos en esto  de ganar o ser nominados a premios. Alfonso Cuarón cuenta ya con una filmografía que podríamos clasificar como cine de autor.  De “Sólo con tu pareja” (México, 1991) a “Gravedad” (EU, 2013) el director ha podido afianzar un estilo propio, además de que no sólo dirige y produce sino que trabaja en los guiones para poder contar historias  en sus propias palabras y con narrativa propia.


En el set de “Gravedad”.

Si bien hay quien considera que al ser el autor del libro cinematográfico y dirigir la cinta, se es el autor de una obra de arte completa, este proceso no puede evitar el considerar la importancia de una fotografía que no desmerezca ninguno de los otros esfuerzos. Y en estas circunstancias, Lubezki ha sido coautor de muchos de los éxitos de Cuarón, curiosamente algunos de los que le han valido reconocimiento a nivel internacional y  el haber ganado otros premios, incluso algunos más serios que los de la Academia.

Para esta entrega de los Premios Óscar, Cuarón suma 10  nominaciones por “Gravedad”  a las categorías de mejor película, mejor director, mejor actriz, mejores efectos visuales, mejor diseño de producción, mejor montaje, mejor edición y mezcla de sonido, mejor banda sonora y mejor fotografía, premio que le correspondería al también mexicano Emmanuel Lubezki.

No es la primera vez que los nominan a los premios más famosos del cine hollywoodense, ni a otros premios importantes  en el mundo. Alfonso Cuarón ha sido nominado en total 6 veces al Oscar —cuatro de ellas por “Gravedad”— y en dos ocasiones más por su labor como guionista  en  “Niños de Hombre” (“Children of men”, EU, 2006) y por “Y tu mamá también” (México, 2001).


En el set de “Y tu mamá también”.

Lubezki ha estado nominado al Oscar  6 veces en la categoría de mejor fotografía, por las cintas “La princesita” (The Little pirncess, A. Cuarón, EU, 1995); “La Leyenda de Jinete sin cabeza” (Sleepy Hollow, T. Burton, EU, 1999); “El Nuevo Mundo”  (The New World, T. Malick, EU, 2005); “Niños del Hombre” (Children of men, A. Cuarón, EU, 2006) y este año por “Gravedad” (Gravity, A. Cuarón, EU, 2013).

Sólo en tres ocasiones de las que ha sido nominado Lubezki ha llegado a los premios más mediáticos del cine de la mano de Alfonso Cuarón,  ello habla de que su talento le permite trabajar de manera exitosa con otros directores, pero también de lo bien que debe sentirse  trabajar con alguien a quien conoces bien.

Una mirada a esas tres películas, nos daría un trío de buenos ejemplos de cunado una buena idea acaba siendo “enchulada” por un fotógrafo para hacerla de alta calidad y muy exitosa.

De su trabajo como equipo, “La Princesita” puede que sea el trabajo más poético que hayan hecho juntos, un auténtico cuento de hadas narrado al mejor estilo del género fantástico, que sin embrago dista mucho de caer de los lugares comunes de las narraciones tradicionales. Una historia melodramática con imágenes casi oníricas de la India y su misticismo, es el trabajo que logra el debut de Lubezki en los premios Oscar, pero también el que logra buenos efectos en la taquilla y el público a nivel internacional.

“Niños del Hombre”, es otro destacado trabajo  de ambos  en un género muy distinto, el de la ciencia ficción. Lubezki logra que la cinta nos transmita el ambiente decadente de una historia en donde la humanidad ha perdido la esperanza. Los tonos sepias y nostálgicos logran que el espectador se sumerja en la narración de una historia que no se proyecta al futuro sino que cobra sentido cuando se conecta con nuestra propia incertidumbre y desazón.  Como toda historia de ciencia ficción que se respete, “Hijos del Hombre” lleva un agudo mensaje de crítica social que la hace memorable.  Nuevamente, Cuarón encuentra en las imágenes de Lubezki la manera de mostrar lo que sólo había visto en su imaginación, obteniendo el medio para hacer que todos lo veamos y también lo comprendamos.


En el set de “Niños del hombre”

Finalmente, “Gravedad”, la cinta de moda, es otro ejemplo de ciencia ficción, aunque a diferencia de “Niños de Hombre”,  tiene aspectos más contemplativos, una visión más intimista del hombre contemporáneo y su aislamiento personal.  No la tiene fácil quien tiene la tarea de mostrar al público imágenes de las personas en un ambiente completamente ajeno, al que sólo accedemos gracias a la fantasía y la imaginación. El poder mostrar la fragilidad del ser humano en medio de la nada, es uno de los retos que la película supera con creces.

La mención de estas tres cintas sirve para afirmar que hoy somos  los  espectadores de un gran momento tanto para Alfonso Cuarón como para Emmanuel Lubezki. Son nominados por un trabajo que refleja la madurez creativa de quienes trabajan bien juntos, gracias a que no siempre lo han hecho y que  también han sido exitosos en la asociación con otros artistas.

Sin embargo, es importante resaltar que Cuarón le debe a Lubezki algunas de las imágenes más grandiosas de sus películas, y Lubezki  a su vez, le debe a Cuarón una libertad creativa que es difícil de encontrar en la industria del cine.  Con la idea de que buenas ideas no bastan para hacer grandes películas, confiamos en que de esta afortunada asociación sigamos viendo nominaciones a premios destacados, que la relación siga siendo armoniosa y creativa  y que  podamos ver en cine más  de sus historias “enchuladas.”


Still de “Sólo con tu pareja”.

FOTO DEL INICIO: zimbio.com. 66th Annual Directors Guild Of America Awards