Por Noticine.com – Correcamara.com
Los intensos sentimientos generaron aplausos este martes en el apartado competitivo del Festival de Cannes, donde entraron a concurso la belga “Deux jours, une nuit”, de Luc y Jean-Pierre Dardenne, y la japonesa “Futatsume no mado”, de Naomi Kawase, todos ellos cineastas de sobra conocidos por todos, que esta vez no han decepcionado como algunos de sus colegas que antes que ellos ascendieron por la alfombra roja del Palacio de los Festivales. Crítica social y elogio de la naturaleza han convivido con el denominador común de las emociones a flor de piel… y los aplausos.
Un nueva pieza en la impecable carrera de los belgas hermanos Dardenne, “Deux jours, une nuit / Two Days, One Night” (Dos días, una noche) vuelve a demostrar que la inquietud social, la reivindicación de otra vida posible, no está reñida con una emoción para nada impostada. De la mano de una Marion Cotillard a la que han borrado cualquier atisbo de glamour estelar, esta vez nos cuentan la historia de una mujer, Sandra, empleada en una empresa de paneles solares, que parece condenada a ser una víctima más de la crisis económica. Pero, en este caso, sus jefes han propuesto una peculiar alternativa “democrática”, elegir entre la supresión de un puesto de trabajo y el mantenimiento del cobro para el resto de su plus de 1000 euros. Se decantan por mayoría en favor de lo primero, y la mujer, esposa y madre, que lleva tiempo intentando superar una depresión, tiene sólo un fin de semana para localizar a sus compañeros que han votado contra ella y convencerles, con la ayuda de su marido, que reviertan su decisión. Y no quiere apelar a la compasión…
Los Dardenne son junto a Ken Loach en Gran Bretaña los máximos exponentes de un cine reivindicativo, que denuncia el lado menos vistoso del sistema, las injusticias sociales y la desprotección del individuo frente a eso que antes los marxistas llamaban “Capitalismo” y ahora se conoce como “Mercado”. Puestos a comparar, los belgas, sin dejar de hacer un cine naturalista y crítico, han sido capaces de apretar más la tuerca de la emoción y el sentimiento, frente a un Loach que ocasionalmente también lo ha logrado, pero que a veces prefiere decantarse por el lado del humor… o de una simplificación demagógica de buenos y malos.
“Deux jours, une nuit” tiene la fuerza de la denuncia y la dignidad de los que se resisten a ser una tuerca intercambiable en la máquina del sistema, pero a la vez es una obra dramática en la que lo ideológico no margina a lo humano. Con la inestimable ayuda de Cotillard y de Fabrizio Rongione (su marido en la ficción), Luc y Jean-Pierre Dardenne nos han regalado una de las películas importantes de este Cannes nº 67.
“Futatsume no mado / Still the Water” (Aún así, el agua), de la japonesa Naomi Kawase, historia bonita, hermosa, bella y poética… hasta rozar el empalago, es otro canto de amor de la cineasta nipona a la naturaleza, casi un personaje más, en donde repite algunas de las constantes de sus trabajos previos: el despertar a la vida adulta y al sexo, las relaciones materno-filiales, el estilo documental…
Este vez la acción de desarrolla en una isla, Amami, cuyos sabios habitantes viven en harmonía con su medio ambiente, respetando los ciclos de la naturaleza y la espiritualidad de la fauna y la flora. Los protagonistas son dos jóvenes, Kaito y Kyoko, enfrentados a los ciclos de la vida, que para ellos están a la hora de la madurez y la comprensión de la relación entre la existencia y la muerte.
Kawase combina planos aéreos bellamente fotografiados con largos diálogos y silencios innecesariamente subrayados. Pese a ser tal vez una de las más accesibles cintas de la autora de “El bosque del luto / Mogari no mori” o “Genpin”, vista hace unos años en San Sebastián, sufre al menos por momentos del mismo pecado anterior. Es una pena, pero tanta naturaleza hermosa y una trama muy ligera al final pueden invitar al bostezo. Dicho esto, que nadie se sorprenda de verla en el palmarés final. Es el tipo de cintas que alegran la vida a los jurados.