Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (exclusiva)
La película del muy provocativo director francés no ha dejado indiferente al público de la noche de apertura en el Gran Teatro Lumière de Cannes. Leos Carax no había presentado ninguna obra desde casi diez años. Esta proyección fue un evento en sí. La distribución en las salas de cine empezó justo después de la «première» de Cannes. Así que el público francés puede satisfacer uno de sus deseos secretos: sentirse un VIP cinematográfico pues puede ver la ceremonia y una gran obra del Festival como los invitados del evento.
Por lo tanto, no se trata aquí de una obra maestra, sino de una película brillante en términos de lenguaje cinematográfico, de referencias muy fuertes a películas clave de la historia del cine y a los grandes géneros del cine. Brillante también es la dirección de actores, sus dos estrellas Marion Cotillard (Ann) y Adam Driver (Henry) son magníficos en el papel de enamorados locos, de pasión y de odio, de ternura y violencia.
Se trata aquí de la historia de dos artistas, cada cual en su especialidad es una estrella con un público propio muy aficionado. Están muy enamorados y muy celosos del éxito de su pareja. Ann es cantante de ópera, Henry es actor de stand-up. Avanzan sin darse cuenta hacia la muerte, hacia el final de aquel amor tan fuerte. Cuando les nace una hija tan deseada, la llaman Annette. Esta joya se le parece a una muñeca y juegan con ella como si fuera un títere, el títere de su padre y de su madre. Más allá del final de la pareja, se dan cuenta que para Henry como para Ann no hay redención posible, no existe el perdón.
Leos Carax dirige esta película como un mago nacido en el vientre de los autores constructores de la historia del cine. Pienso en especial en la mirada de Murnau, maestro del expresionismo alemán y director en Hollywood de “Amanecer” (“Sunrise”) de Friedrich Murnau. Hay varios momentos que son pura referencia a “Amanecer”: escenas de amor y de violencia. El tema de la redención es directamente inspirado (pero al revés) del trabajo de Murnau. En esto se puede pensar en la fulgurante pelea en el mar, el barco como símbolo del odio del esposo como de su amor. La tempestad va a destruir aquella pasión en términos muy cercanos al teatro de Shakespeare.
Se puede aconsejar a los estudiantes que busquen las huellas de la historia del cine en esta película, como un juego, como un saludo al trabajo de Leos Carax.
Es evidente que al director francés, le gusta mucho jugar con los géneros, manipularlos, mezclarlos y darle sentidos contemporáneos. Pasamos de un musical a un cine fantástico, de un tema romántico a otro más espiritual. El film no deja de sorprendernos. Y mejor no decirlo todo aquí, dejar al público andar en los varios caminos diseñados por el director.
Hay cuatros momentos clave en la película que dan una vuelta a la obra: el nacimiento de la niña Annette; el espectáculo de Stand-Up en que Henry va a representar como mimo el asesinato de su esposa; el barco en la tempestad; la visita de la niña Annette a su padre en la cárcel. Estas escenas tratan, de cierto modo, de decirnos : ¡Cuidado, no se equivoquen! La historia no es la que se imaginan. Tengan cuidado con lo que digo, la verdad de mi película va por otra parte…
Es evidente que “Annette” nos enreda en sus personajes como si estuvieran vivos y autónomos pero son arquetipos de personajes de la comedia humana. Y en esto la historia puede resultar complicada de entender. Pero es tan fuerte la propuesta cinematográfica de Leos Carax que las horas pasan después de la proyección y la película se clava más fuerte en la memoria.
Será difícil para el Jurado olvidarse de esta película en sus charlas finales; por ejemplo, del papel interpretado por Adam Driver.