Por Daniela Creamer
Noticine.com-CorreCamara.com

Cannes. La sección Un Certain Regard / Una Cierta Mirada, segunda en importancia del Festival de Cannes, proyectó la realización de la rumana Teodora Mihai, “La Civil”, rodada íntegramente en México y con una temática desgraciadamente familiar para miles de mexicanos, la violencia por el narcotráfico y la desaparición de personas. Nuestros colegas de Noticine.com hablaron en exclusiva con su principal protagonista, Arcelia Ramírez.

– La violencia en México es asunto redundante en el cine nacional e internacional. ¿Qué tiene de diferente “La Civil” para que aceptara su rol?

Teodora me contactó, me mandó el guion, y cuando lo leí fue un shock. Me pareció que fue una mirada compleja ante un problema muy complicado. Este guion recogía esa complejidad, pero también me pareció muy emocionante, además de tener a este personaje increíble y la relación que tiene la peripecia de dicho personaje. Empieza en un lugar y termina en otro totalmente diferente. Piensa como una mujer negada, dependiente del exmarido, abandonada, y va tomando fuerza a partir de la tragedia que vive, para terminar como una activista, buscando la razón de qué fue lo que le pudo haber pasado a su hija. Es decir, toma la justicia por su propia mano, pero también su vida. Esta evolución, estos dos ejes dramáticos me parecieron súper interesantes y me conmovió muchísimo el guion. Me sentí muy privilegiada, responsabilizada y desafiada de tenerlo en mis manos. Además, era importante para mi aportar en la reflexión sobre el tema, con la aspiración de provocar empatía y conciencia, de conmover, de ponernos en los zapatos del personaje.

– ¿Hay muchas madres coraje anónimas en México? ¿En caso afirmativo, habló con algunas de ellas para preparar su parte?

No, porque eran tiempos difíciles. El rodaje estaba previsto para ciertas fechas y se fue postergando. Luego llegó la pandemia y, justo en medio de ella, fue la preparación. Resulto entonces complicado hacer este trabajo de investigación, además de que Teodora ya lo había hecho. Fue una investigación muy robusta y exhaustiva, de casi seis años, y fue ella quien me transmitió todo el material y todos los detalles, los matices, la complejidad de la persona. Ya cuando estábamos a punto de rodar, Teodora finalmente pudo viajar a México y nos vimos todos los días durante un mes y medio para hablar de cada escena y como se iba a dosificar la trayectoria del personaje, y lo que uno puede preparar racionalmente a la hora de estar en el set. Luego ese trabajo pasa al inconsciente al rodar, y tu vives la escena en el presente. Creo que hubo una labor de dirección muy minuciosa durante el rodaje, y Teodora se dio a sí misma como directora todos los colores que pudo para encontrar el buen ritmo de la película en el proceso de montaje.

– Siendo Teodora rumana, ¿de que manera cree que afecta una mirada foránea a la descripción de la realidad mexicana, tan dura?

Creo que Teodora se comprometió profundamente con este tema, y durante todo el proceso de investigación, ella y Antonio de Rosario, el guionista mexicano que escribió la obra “Sin Trincheras”, encontraron a una mujer en específico, Miriam Rodríguez, quien fue la que inspiró el personaje de Cielo. Yo creo que esto fue lo que los vinculó de una manera muy especial a la problemática. Por el contrario, creo que el hecho de que Teodora sea rumana le dio una buena distancia para esta cercanía pero al mismo tiempo este punto de vista objetivo de los hechos.

– ¿Cómo se sintió con la cámara fija en usted todo el tiempo, que no la soltara en toda la película? ¿Cómo fue ese trabajo de tener todo el peso dramático sobre sus hombros?

Pues sí… Cuando leí el guion supe que eso estaba ahí como un desafío. Me preparé mucho como actriz: hacia yoga todos los días y desayunaba todos los días lo mismo, llegaba al hotel –del cual no salía más, ya que íbamos únicamente del set al hotel por el confinamiento– y trataba de cenar lo mismo siempre. Físicamente me preparé, me vitaminicé muchísimo para no enfermarme e incluso para protegerme del COVID-19. Yo creo que lo fui viviendo día a día, escena por escena. Habíamos ya trabajado muchísimo a nivel intelectual y analítico, siempre sabiendo muy bien que pasaba en cada escena. Pero a la hora de la verdad, me puse en manos de Cielo y de Teodora. Yo no lo hice sola. Fue realmente un trabajo de comunión y comunicación con ella, con el fotógrafo –Álvaro-, con los actores… Pero estás ahí sabiendo qué es lo que tienes que hacer y te dispones a que se de esa magia, esa alquimia.

– Teodora comentó que mucha gente del equipo de la película había tenido experiencias similares dentro de su círculo de familia y amigos ¿Se sentía esa atmósfera durante el rodaje?

Teodora también me compartió aquella sorpresa. Esa complejidad se creó con muchos miembros del equipo a la hora de enrolase en el proyecto porque había un compromiso personal de mucha gente. Es un asunto doloroso, pero cerraba filas a la hora de estar todos en el mismo tren y sobre los mismos rieles. Me daba pudor, hablar de esto con algunas de las personas que supe que habían vivido algo así. Pero si sentí que todos estábamos muy convencidos de la película.

– ¿En México los creadores hacen suficientes películas sobre el tema?

Creo que en México hay muchas películas que hablan sobre este tema ahorita, de las desapariciones, sobre todo documentales. La ficción evidentemente se alimenta de la realidad y este tema no es la excepción. Hay muchos puntos de vista, lo que lo hace rico, pero hay una herida general que necesita ser sanada. Muchas almas que necesitan consuelo en México. Estamos hablando de esto para crear una conciencia y empatía, y para generar una reacción que ayude a construir un sistema de justicia que resuelva estos casos.

– Y las mujeres en el cine, ¿También tienen su poderío?

Creo que cuando empecé a hacer cine irrumpió una nueva generación de realizadoras en todos los sectores: aparecieron directoras, guionistas, fotógrafas, realizadoras y productoras. Esta generación se ha desarrollado cada vez más. Hoy en día las mujeres tienen su lugar muy concreto. No digo que no luchen todavía para conquistar sus espacios, equipos y el respeto que necesitan para trabajar, pero yo creo que hay ya un avance. Creo que la narrativa femenina es fundamental. Le da un aliento, una pluralidad al discurso de quiénes somos. Yo creo que eso lo vemos con mucha alegría. Sí hay que cambiar la manera de funcionar porque no podemos tener allá en México un nivel de violencia grande, luego de un contexto de pandemia, época durante la cual hubo muchos feminicidios en las casas. El porcentaje de feminicidios aumentó gravemente. Entonces creo que es momento ya de que de los dos lados haya un ajuste, un equilibrio, otra manera de relacionarnos, para poder avanzar sin querer destruir al otro, sin querer ejercer el poder sobre el otro, sino que más bien haya un acompañamiento y una complicidad, un crecer juntos, un desarrollo equitativo.