Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (exclusiva)
Desde el inicio de su presencia en Cannes, Yorgos Lanthimos se nos presentó como un autor de los grandes. Personalmente, nunca fui fanático de su cine, de sus temas ni de su escritura cinematográfica. Hay mucho talento en las filmaciones de este director y mucha fuerza en su dirección de actores.
En esta competición, con “Kinds of Kindness” (2024) nos propone tres historias diferentes, tres historias con los mismos actores. En la primera, un hombre vive diariamente haciendo todo lo que su “maestro” le pide o le ordena. Desde el tipo de corte de cabello, el peso y la dieta diaria, las frecuentaciones y la vida sexual, hasta el hecho de no tener hijos (culpando en eso la infertilidad alegada de la esposa). Evidentemente, aquel maestro no se puede entender como un mentor, sino como el maestro de su esclavo. Hasta que un día el maestro pide a su esclavo, como prueba de amor, que mate a un hombre simulando un accidente de auto. Pero el esclavo no puede llegar hasta el crimen y no da suficiente velocidad a su auto para matar directamente. Este es el momento en que la mecánica se rompe. El maestro desea que rápidamente su esclavo cumpla con su palabra volviéndose criminal. El esclavo se niega a matar y, desde entonces, se ve excluido del sistema tan protector en el que vivía y trabajaba. Todo en la película nos habla de manipulación y de sadismo.
La segunda historia nos lleva al caso de un policía cuya esposa ha desaparecido, pero la recupera después de varios meses. El hecho lo perturbó tanto que se vuelve loco e imagina que le cambiaron a su esposa, que ella no es ella. Para recuperarse de sus angustias paranoicas, pide a su esposa que le traiga uno de sus dedos cortados y cocinado.
La tercera historia nos invita a entrar en el universo de una secta mesiánica que busca a una joven que acepte ser sacrificada. Es una apología de los ritos de crueldad, como lo pronostican ciertas sectas que buscan una forma de redención. Una virgen ha de salvarlos a todos y lavar los pecados de la humanidad.
Todo está muy bien filmado, pero da valor a lo más oscuro que se puede observar en las sociedades humanas, sin esperanzas ni un rayo de luz. Estamos más allá de un mundo sádico o masoquista. Entramos en una mente muy violenta disfrazada de maestro, de santo o de policía, que busca matarnos. Aquí tienen un poco de la obra del talentoso director griego que muchos en Cannes o en Venecia tanto quieren que le otorgan León o Palma de Oro.