Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (en exclusiva).
La película “Tasio” de Montxo Armendáriz se presentó en la sección Cannes Classics. Filmada en 1984, nos queda como una gran película en términos cinematográficos. Mostraba la vida, día a día, de personas humildes en términos sociales, pero de muy gran valor humano. Tasio es carbonero y cazador cuando puede, con trampas o con escopeta.
Tasio vive en el País Vasco, en los montes de Navarra, donde nació y murió hace unos años. Montxo Armendáriz y él se hicieron amigos, viéndose de modo seguido. Le contaba Tasio anécdotas sobre la vida, su propia vida como la de los seres de la montaña, animales o árboles.
Lo que en 1984 parecía la historia de un hombre libre buscando en los montes su libertad, hoy se nos da a ver y oír como la sabiduría de un ser que había entendido lo importante del respeto a la naturaleza y a los seres que la componen, le dan vida y serenidad. Que le dan de comer a los hombres también.
Ver los gestos de los carboneros, la preparación de estas calderas de leña cubierta de barro, el fuego ardiente en el corazón y casi inexistente afuera. Cómo los niños aprenden de sus padres, acechan el avance del fuego y de cierto modo lo cuidan para que todo se vuelva carbón y gane dinerito la familia. Este tipo de trabajo es un modo de entrar en la vida, de ser iniciado. Todo esto hoy tiene mucho sentido.
Se filmó en Navarra en más de 10 pueblitos a lo largo del valle de Amescoa y de Lana, y en lo que toca a las montañas, en la sierra de Urbasa. Los campesinos que apoyaron la historia participaron como figurantes durante el rodaje. Fueron ellos quienes convencieron a Montxo Armendáriz de ficcionar (por parte) el trabajo únicamente documental que deseaba desarrollar al inicio.
Como decía Thierry Frémaux en la presentación de la película: “Gracias a estos trabajos de conservación, podemos descubrir unas perlas del cine mundial, totalmente olvidadas y que son parte evidente de nuestra herencia cultural.”