«Cat Murkil and the Silks»: La estética de la violencia menor en el Gangsploitation
Por Pedro Paunero
Introducción
“Jean Paul Sartre definió el concepto de “negritud” como “la negación de la negación del hombre negro.” Fue un movimiento “desde dentro”, en el interior de la raza negra, principalmente aquella que había experimentado los efectos del colonialismo francés, y hacia fuera, para mostrar al mundo una manera de ver y vivir en el mundo, a la que se sumaron intelectuales de color de todo el mundo, a la vez que filósofos, autores e intelectuales europeos. Posteriormente denostada por otros pensadores negros, la negritud dejó su impronta en el andar de la raza, sus luchas y sus pensamientos en el mundo, hasta principios de los años sesenta del siglo XX.
“Un movimiento importantísimo, en la amplia representación que la negritud ha tenido en el cine, es el Blaxploitation, que se caracterizó por llevar a la pantalla no sólo problemas raciales, sino una mirada lúdica, auto paródica, muchas veces desnuda y hasta cruel, de los afroamericanos en los Estados Unidos y, casi siempre, con protagonistas y realizadores negros. La música juega un papel importantísimo en dichas producciones que mostraban, por vez primera, no sólo una visión particular de la negritud, desde dentro y hacia fuera, sino contestataria y violenta, y con sobradas razones de fondo para serlo.”
Del ensayo:
El Blaxploitation y otras visiones de la Negritud (1)
El surgimiento del Gangsploitation
El Blaxploitation dio como resultado un obvio como violento subproducto que tuvo en las pandillas juveniles su más provocativo motivo, exploración y explotación. Los cineastas no perdieron la oportunidad de plasmar el explosivo fenómeno de las bandas juveniles que asolaban los barrios más desprotegidos de la urbanidad post industrial, con historias que, la mayoría de las veces, presentaban al ser juvenil como una fuerza siempre desatada e incontenible, como antes el cine de los años 50’s hiciera, a través de esa categoría, siempre repetida, barata y divertida, del “Yo fui un monstruo adolescente”, y su innumerable listado de títulos (2).
Para el Gangsploitation, entonces, el adolescente ya no albergaba un monstruo interior (un cavernícola, un vampiro, un hombre lobo, o el mismo monstruo de Frankenstein), siempre sobrenatural y de naturaleza mutagénica, si no acercándolo más a la post modernidad existencialista, alejándolo de los avatares que los miedos de la Era Atómica había provocado. Las pandillas juveniles, de las cuales el cine había tenido excelentes acercamientos con “The Wild One” (1953), dirigida por László Benedek, con Marlon Brando en el papel principal como el líder de un grupo de motociclistas que asolan un pueblo, y “The Wild Angels” (1966) de Roger Corman, en la misma vertiente, ya instalada en el subgénero del Bikersploitation, fueron retratadas de forma más realista -excepciones hechas por títulos como “Psychomania” (Don Sharp, 1973), con sus moteros resucitados- y, por consiguiente, más inquietante por guionistas y realizadores. El joven, según la narrativa de estos filmes, ya no era presa del ser monstruoso que albergaba en su interior hormonal, sino un individuo capaz de reflexionar sobre su devenir urbano, siempre hundido en la brecha generacional, y de conformarse en un todo gregario, peligroso y, sobre todo, poderoso.
“Los ejércitos de la noche suman cien mil; superando numéricamente a la policía cinco a uno”, explica Cyrus, el líder de los Riff, la pandilla más numerosa de Nueva York, en una arenga que pretendía la unión de todas las bandas en un solo e irrefrenable ejército. La ciudad podría prosternarse ante el ímpetu de tal fuerza, pero el egoísmo casi destruye su creación, cuando uno de los integrantes de una banda asesina a Cyrus, y culpa a sus rivales, los combativos Warriors de haberlo hecho. El “mal”, después de todo, también puede localizarse en el seno del grupo que tanto otorga identidad como protege, y no sólo en la sociedad que aliena y no comprende. Inspirada en la Anábasis de Jenofonte, estos guerreros urbanos realizan la épica proeza de atravesar un territorio ajeno, siempre hostil, siendo atacados durante la fría noche citadina, antes de volver a casa como hicieran, hace más de dos mil años, los mercenarios griegos de Jenofonte a través de la geografía persa. Con “The Warriors”, el Gangsploitation alcanzó la cima. Por gracia de un guion “minimalista”, con altas dosis de emoción, y escrito por David Shaber, atrajo la atención de Walter Hill, su director, profundamente influido por la estética del cómic, la cual añadió al conjunto, enriqueciéndolo.
“The Warriors” fue señalada como provocadora de violencia -como pasara anteriormente con la “Psicosis”, de Hitchcock, que “podría incitar al asesinato” y con “La naranja mecánica” (1970), de Stanley Kubrick, de cuya estética se aprovechó “The Warriors”-, al suscitar el curioso fenómeno de atraer a bandas rivales al cine, que terminaron por enfrentarse entre sí. Detestada al principio por la mayoría de la crítica especializada, devino en una película de culto, y no tendría equivalente hasta el estreno de “Boyz n the Hood” (1991), un proyecto de John Singleton que se remontaba a sus años escolares, y que trasciende el subgénero y lo inscribe en la narrativa universal.
Situada en la etapa de pleno desarrollo del Gangsploitation, “Cat Murkil and the Silks” cuenta la historia de Eddie Murkil (David Kyle), apodado The Cat (el Gato), cuyo hermano mayor, Joey (Steve Bond) cumple condena en prisión y tiene algunas palabras aleccionadoras para su alocado devenir. Eddie recorre las calles en auto con sus amigos, buscando “acción”, pero se aburren. Se topan con un par de mexicanos que intentan robar el estéreo de un auto, robándolos a la vez y echándolos a huir a punta de pistola; roban una tienda de conveniencia; van a una fiesta a la que abastecen con el alcohol y las botanas robadas, a la que asisten chicas fáciles, y tiene diferencias con Punch (Darrel Maury), el líder de su banda. Al dejar la fiesta son baleados por los “Ruedas” (The Wheels), una banda rival integrada por adolescentes mexicanos, altercado en el que muere Punch y Moss (Ricardo Militi) el chofer del auto, resulta herido, y que obliga a los Silks a aceptar a Eddie como el nuevo jefe. Su primera orden consiste en asesinar en las duchas escolares a Dávila (Gregory Castillo) y García (Ben Polando), a quienes culpan por la balacera. En seguida se dirigen a molestar a la Señorita Plimpton (Jackie Chapman), la desolada profesora de literatura a quien nadie pone atención, en plena clase, y a quien amenazan de muerte, después, en su propia casa, si no encubre a Moss, proporcionándole una coartada. Eddie pretende a Claudine (Kelly Yaegermann), la esposa de su hermano, mientras se enfrenta a la pandilla de Cutlass, compuesto por chicos negros que venden droga en los jardines, sin embargo, serán los Ruedas quienes irrumpan en una fiesta de los Silks, por lo cual Eddie huye acobardado, manchando su reputación en la banda.
Eddie se dirige a casa de Claudine, a quien intenta violar, pero no lo logra, y descubre de paso que ella tiene por amante a un mexicano, Carlos Garvanza (Carlos Rentería), que le guarda rencor a Joey, quien lo llamara beaner,y le propina una golpiza a Eddie. Tras una semana en cama, el chico le pide el auto a su madre, argumentando que la golpiza lo ha hecho reflexionar, y que saldrá a buscar trabajo. En realidad, Eddie se dirige a casa de Claudine, donde encuentra a Carlos y los mata, incendiando el lugar. Joey, quien sospecha de Eddie, se enfrenta a su hermano, a quien perdona la vida, tras corroborar que ha sido este quien ha asesinado a Claudine. Un enfrentamiento final entre los Silks y los Ruedas y un acto de traición, ponen fin a la vida de crimen de Eddie The Cat Murkil.
“Cruisin’ High”, el título alternativo con el cual se distribuyó la película -alejándola del ridículo nombre original-, se presta al juego de los equívocos, al poder interpretarse como la historia de unos chalados que conducen autos bajo los efectos de una droga (Cruisin), o una historia ocurrida en una escuela de grado superior (High), sin que nada de esto ocurra del todo en la película, tornándola involuntariamente paródica, y haciendo de esta un ejemplo de explotación pura, digna de análisis.
La cinta también es interesante por una anécdota que la rodea -y que se relaciona, curiosa y extrañamente, con la mentira que el personaje de Eddie le dice a su madre de haber cambiado y obtenido un empleo, forjándose un futuro-, y que llevó a que las expectativas que los productores de la NBC, de Nueva York, habían puesto en David Kyle Foster, (nombre completo del actor principal de la película) no se cumplieran. Lo habían convencido de que sería el nuevo James Dean del cine estadounidense, pero por las noches Kyle llevaba una vida secreta.
La joven promesa salía a prostituirse en las calles. Hijo de un ministro presbiteriano, de quien sentía rechazo, se había vuelto adicto al sexo. Y a las drogas. Su ingreso al mundo de la prostitución masculina había comenzado el día que, buscando respuestas a sus problemas existenciales, saliera a caminar al muelle de San Petersburgo, en Florida. Suponiendo que el contacto con la naturaleza lo acercaría al Cristo cuya bondad pregonaba su padre, no encontraría la trascendencia, sino a los grupos de prostitutos que se reunían ahí, al lado del mar, y que lo acogieron como a uno de ellos. La compañía masculina sustituyó a la figura paterna, pero no lo hizo olvidar su sueño de convertirse en actor. Llegó a Hollywood, y obtuvo su primer papel estelar como Eddie “The Cat” Murkil, conociendo un relativo éxito que pareció asegurar su porvenir.
Kyle fue entrevistado, y apareció en revistas, continuando con su racha de papeles estelares durante el día, sin abandonar nunca a los amantes masculinos que pagaban sus servicios, por las noches. Pasó a formar parte de las filas de una secta, hasta que una visita al Monte de los Olivos, durante un viaje por Israel, lo acercó a su familia en un episodio bastante conmovedor de reconciliación con su padre, y atendió al llamado de lo sagrado. Según su propio testimonio, la oración lo “alejó” de la homosexualidad, y del culto al que estaba inscrito, se ordenó sacerdote episcopal y formó un ministerio contra “la esclavitud sexual”. Fundó el Mastering Life Ministries y escribió el libro Sexual Healing: A Biblical Guide to Finding Freedom from Sexual Sin and Brokenness. Kyle, actualmente conduce Pure Passion Media (3), un programa para todos aquellos que “se encuentran atrapados en el pecado sexual y la desilusión”. Su historia se parece a la de muchos otros a quienes la maquinaria de Hollywood engulló, y contiene los mismos ingredientes que un malísimo guion escrito para una película de explotación.
“Cat Murkil and the Silks” representa uno de los puntos más bajos del Gangsploitation, pero no sería la única película en tratar superficialmente las causas que llevan a un adolescente a unirse o conformar una pandilla, ocupándose sólo de la parte más visible y de impacto en la pantalla, con todo y que la película pueda catalogarse de mostrar una “violencia menor”, muy en la vertiente del cine de Clase B, y sin compromisos más allá que el entretenimiento, antes que el subgénero alcanzara una cierta “mayoría de edad”, con títulos más reflexivos y de corte sociológico.
El siguiente listado propone una línea cronológica sobre el origen y desarrollo de este subgénero en el cine.
Años 70’s. Orígenes (Blaxploitation), desarrollo y culmen
Black Caesar (Larry Cohen, 1973). Pandillas y crimen organizado afroamericano en Harlem.
Hell Up in Harlem (Larry Cohen, 1973). Secuela de la anterior, más violencia urbana y mafias callejeras.
Coffy (Jack Hill, 1973). Aunque centrada en una venganza por parte de su protagonista, conecta con el crimen urbano y las pandillas. Comienzo del Blaxploitation con personajes femeninos en el rol principal.
Death Wish (Michael Winner, 1974). Célebre película con Charles Bronson en el papel principal. El vigilante urbano contra criminales callejeros; influyó en la ola de cine urbano violento y de “vigilantes”.
Switchblade Sisters (Jack Hill, 1975). Pandilla femenina con estilo exploitation puro. Una de las películas preferidas de Tarantino.
Cat Murkil and the Silks (John A. Bushelman, 1976). Pandillas juveniles violentas en clave de serie B.
The Warriors (Walter Hill, 1979). Clásico absoluto; pandillas neoyorquinas estilizadas con estética casi de cómic. Se trata del título clave del subgénero, así como la película culmen de este mismo.
Años 80’s. Estética callejera y hip hop
Rude Boy (Jack Hazan y David Mingay, 1980). Pandillas juveniles en la escena punk/ska británica. La banda The Clash repudió la película por su retrato negativo de la negritud.
Class of 1984 (Mark L. Lester, 1982). Pandillas estudiantiles violentas en un instituto. La película fue prohibida en varios países.
Young Warriors (Lawrence D. Foldes, 1983). Exploitation de pandilleros adolescentes con violencia urbana, en una trama de violación y venganza.
Beat Street (Stan Lathan, 1984). Cultura del Bronx (rap, grafiti, breakdance) ligada a pandillas juveniles.
Rappin’ (Joel Silberg, 1985). El rap como medio de superación social en una producción fallida de los infames productores Golan-Globus.
Colors (Dennis Hopper, 1988). Retrato realista de las auténticas bandas Bloods y Crips en Los Ángeles, que supuso el regreso a la dirección de Dennis Hopper, tras rodar la película emblema de la Contracultura, “Easy Rider”, en 1969.
Años 90’s. Giro hacia el realismo social
New Jack City (Mario Van Peebles, 1991). Drogas y crimen organizado en la ciudad de Nueva York, durante la “epidemia del crack”. Supuso el debut de Van Peebles como director de largometrajes.
Boyz n the Hood (John Singleton, 1991). Icono del cine social sobre pandillas en South Central L.A. Supuso el debut de Singleton como director de largometrajes, quien basó el guion en su extraordinario proyecto de graduación escolar. Entre su destacado elenco se incluye al rapero Ice Cube, en uno de los papeles principales. La película dio comienzo al movimiento denominado Hood Film, o “Películas del barrio”. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la eligió para su conservación debido a su valor cultural, estético e histórico.
Menace II Society (Hughes Brothers, 1993). Retrato crudo y violento de la juventud pandillera en los barrios de Watts y Crenshaw, de Los Ángeles. Supuso el inicio de los hermanos Hughes como directores.
Para saber más:
- El blaxploitation y otras visiones de la negritud en el cine. Por Pedro Paunero.
- Boris Karloff en Motocicleta, y otras truculencias del Cine de Terror Adolescente. Por Pedro Paunero
- Pure Passion Media
https://www.restoredhopenetwork.org/david-kyle-foster