Por José de Jesús Chávez Martínez

Se dice medio en broma, medio en serio, que muchos ciudadanos de Estados Unidos no saben que existe un estado llamado Wyoming y aquellos que conocen su existencia no pueden ubicarlo en el mapa del país. Esta entidad fue parte de la colonización del viejo Oeste con sitios donde se forjaron leyendas de vaqueros, en especial en el condado de Laramie. Sin embargo, en la actualidad es el décimo estado más extenso pero también el menos poblado de la nación con 2.2 habitantes por kilómetro cuadrado. Su clima es predominantemente frío con copiosas nevadas en invierno y su actividad principal es la ganadería.

Ese es el escenario de “Muerte misteriosa” (“Wind River”, 2017)  una historia que se desarrolla en la reserva indígena Wind River. Ahí vive Cory Lambert (Jeremy Renner), un guardabosques que un día descubre el cadáver congelado de una joven nativa llamada Natalie Hanson (Kelsey Chow), que aparece descalza, sin ropa de nieve y con heridas en la cabeza. Cory calcula que la muchacha corrió al menos diez kilómetros antes de fallecer. Las investigaciones del hecho corren a cargo del comisario Ben (Graham Greene), pero así mismo atraen la atención del FBI que envía a una agente novata radicada en Las Vegas, de nombre Jane Banner (Elizabeth Olsen), para determinar si el caso corresponde a un asesinato.

Un testimonio de Martin Hanson (Gil Birmingham) evidencia que su hija Natalie estaba saliendo con Matt Rayburn (Jon Bernthal), un joven trabajador de un pozo petrolero. La autopsia por otra parte revela que la chica fue golpeada y violada. Dado que el médico forense no puede establecer que Natalie fue asesinada sino que falleció por inhalación de aire helado que le causó hemorragia pulmonar, el FBI no puede enviar más agentes de apoyo. Jane no se da por vencida y convence a Cory (en esencia, un cowboy de carácter rudo) de integrarse a las investigaciones debido a su experiencia y a su amplio conocimiento de la zona.

Al día siguiente, el cuerpo de un hombre es encontrado desnudo y parcialmente devorado por animales salvajes; se descubre que se trata de Matt y que era guardia de seguridad de la plataforma petrolera. Entonces el sheriff Ben acude a la plataforma acompañado de Jane y otros agentes locales y se confrontan con varios guardias de las instalaciones que se incomodan por las preguntas acerca del paradero de Matt y de la posibilidad de que éste se haya visto con Natalie antes de la muerte de ambos. Ocurre entonces un violento encontronazo con armas de fuego que Cory resuelve con una habilidad suprema y que deja al descubierto qué ocurrió con la pareja fenecida.

Se trata de la segunda cinta dirigida por el también guionista y actor Taylor Sheridan, que antes había escrito “Sicario” (Denis Villenueve, 2015) y “Sin nada que perder” (“Hell or high water” de David McKenzie, 2016). Aquí Sheridan muestra un lugar olvidado por el sueño americano mediante una historia neo western donde no importa mucho lo que les ocurra a los habitantes de Wind River, en especial a los indígenas: ahí no son dueños de casinos ni son respetados con reverencias o algo parecido, son más bien víctimas del sistema. Además, “No hay nada qué hacer aquí, no hay mujeres ni diversión”, explica un compañero de Matt, Pete, que comete un error muy grave estando ebrio. Lo de Wyoming con que empezamos esta nota, entonces, no parece ser una broma del todo. “¿Aquí no se han dado cuenta que estamos en primavera?”, le dice Jane a Cory.

Es un drama fuerte que expone la desigualdad, la desesperanza y el dolor a los que hay que acostumbrarse, según se aprecia en la actitud de Cory y su sabiduría ancestral indígena que ha adquirido viviendo en ese pueblo. El relato comienza advirtiendo que se trata de un historia basada en eventos reales y “termina señalando que las estadísticas de las personas desaparecidas se mantienen para cada grupo demográfico, excepto para las mujeres nativas americanas, cuyo número sigue siendo desconocido” (Wikipedia).

Película contemplativa que equilibra eficazmente los momentos de reflexión (acerca de esa simbiosis de lo occidental con lo indígena americano) con las acciones fuertes y dinámicas, resolviendo de paso y con prestancia los problemas técnicos que implica filmar en la nieve. Renner siendo esta vez Cory se despoja un tanto de su rol de superhéroe, aunque su habilidad con el rifle nos hace recordar a “Hawkeye”; Olsen también interpreta con verismo su personaje inocente y profesional a la vez. Y así todo el reparto desempeña muy bien su papel.

No se dejen engañar por la asignación del pésimo título en español para este filme que ganó la distinción “Un Certain Regard” para Sheridan en Cannes y que está para revisitar y pasar un buen momento cinematográfico.

Título original: Wind River. Año: 2017. Dirección: Taylor Sheridan. Guion: Taylor Sheridan. Producción: Peter Berg, Matthew George, Basil Iwanyk, Wayne Rogers. Fotografía: Ben Richardson. Edición: Gary D. Roach. Música: Nick Cave, Warren Ellis. Productoras: Acacia Entertainment, Riverstone Pictures y otras. Intérpretes: Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, Jon Bernthal, Kelsey Chow, Julia Jones, Gil Birmingham, Graham Greene, Eric Lange.

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com