Por José de Jesús Chávez Martínez

Fernando Eimbcke es un director mexicano cuya obra es de alta calidad. Tiene pocos títulos en su haber, pero la aparente sencillez de sus historias deriva en explicaciones profundas de los sentimientos, malestares y alegrías de sus personajes. Su estilo es además sobrio, con pocos diálogos, música escasa, casi ausente, y ruidos ambientales; una manera ponderada de hacer cine pero con contundencia.

En “Lake Tahoe”, Eimbcke explora muchos conceptos y ofrece signos visuales y auditivos que derivan en diversos significados para entender el sentido de la vida. La historia se desarrolla en Progreso, Yucatán, donde vive Juan (Diego Cataño), un adolescente que un día choca contra un poste el auto que conducía. Enseguida se dedica a buscar quien se lo repare; recorre talleres hasta que encuentra a Don Heber (Héctor “el Cholo” Herrera), un veterano mecánico que le explica qué pieza necesita y lo manda a comprarla. Igualmente, el joven recorre refaccionarias y llega a una donde David (Juan Carlos Lara), un muchacho aficionado a las artes marciales, en especial a Bruce Lee, y se transporta en bicicleta, dice ser mecánico y le garantiza una reparación exacta, pero como es medio locuaz, Juan lo abandona y regresa con Don Heber, sólo para que éste le pida pasear a su perro “Ika”. El perro se le escapa y de nuevo Juan acude con David, que le promete encontrar la solución al carro averiado.

Esta búsqueda de talleres y refaccionarias sirve para mostrar la ausencia que afecta a Juan. Su caminar lo lleva a esos lugares, pero también a su casa, donde su apesadumbrada madre llora una pérdida y lo ignora. Es un ir y venir para tratar de hallar un sentido, para encontrar personajes que sufren de soledad (Don Heber) o bien que disfrutan de la sencillez para evadir la complicación de la vida, como son David y Lucía (Daniela Valentine), la joven madre soltera, bien rockera,  que atiende la refaccionaria y cuyo soporte emocional resulta esencial para el chico sentimentalmente perdido.

Todo esto es aprendizaje para Juan, que ya verá él si lo puede asumir y aprovechar. Es el carro por reparar frente la bicicleta, es cuidar al bebé de Lucía, a su hermano menor Joaquín (Yemil Sefami) y a su madre o huir. Ésa es la disyuntiva. Es sacrificio como el que hace Don Heber cuando encuentran a su perro. Es, en última instancia, enfrentar lo que la vida depara o escapar. No es fácil para él, pues porque apenas es un jovenzuelo. Claro, estamos definitivamente ante una “coming of age movie”.

Pero no hay sentimentalismos aquí sino escenas duras, directas, manifestadas en grandes planos generales muy largos y contemplativos; otros tantos son más cerrados pero igualmente prolongados. Los cortes para las elipsis son bruscos y no pocas veces se recurre a la pantalla en negro durante varios segundos dejando al sonido como único protagonista. La profundidad de campo también cumple su función narrativa que hace que los personajes se vayan perdiendo en el último espacio de la pantalla, en especial Juan y Don Heber, difuminados por su precaria situación emocional.

Es un experimento muy interesante que, según se lee en la caja del DVD, The New York Times la califica como “tan distinta… que pudo haber llegado de otra galaxia”. Así es Eimbcke con sus muy sentidos retratos del mundo adolescente (“Temporada de patos” o “Club sándwich”) y sus inquietudes, sus afectaciones y sus reacciones. Concluyentemente, “Lake Tahoe” es una joya que conviene redescubrir.

Título original: Lake Tahoe. País: México. Año: 2008. Dirección: Fernando Eimbcke. Productor: Christian Valdelièvre. Productor ejecutivo: Jaime Bernardo Ramos. Guion: Fernando Eimbcke y Paula Markovitch. Fotografía: Alexis Zabé. Edición: Mariana Rodríguez. Diseño de sonido: Lena Esquenazi. Dirección de arte: Diana Quiroz. Intérpretes: Diego Cataño, Héctor Herrera, Daniela Valentine, Juan Carlos Lara, Yemil Sefami.

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com