Cinecrítica: “El Llanero solitario”, una de vaqueros antisolmentes

Por Hugo Lara Chávez

Hace tiempo que los cuentos de vaqueros dejaron de estar de moda, pero de vez en cuando regresan para buscar revancha. La nueva adaptación cinematográfica de “El Llanero Solitario” (The Lone Ranger) no ha sido del agrado de mucho espectadores, pero quizás esto no sea del todo justo.

Como es bien sabido, una de las series más exitosas en Estados Unidos fue “El Llanero Solitario” (The Lone Ranger), que comenzó como una serie radiofónica en los años treintas pero que para muchos es recordada por su versión televisiva, producida entre 1949 y 1957. Centralmente narraba las aventuras de un justiciero enmascarado y su fiel compañero indio Toro en el viejo y salvaje oeste. Las diferentes repeticiones que tuvo marcaron a varias generaciones de televidentes incluso fuera de su país de origen, como en México y Latinoamérica (basta ver las historietas argentinas de “Mafalda” para encontrar en ellas varias alusiones).

Cincuenta años después de sus grandes éxitos, ha llegado a las salas del mundo una nueva versión de ese clásico de la cultura popular. “El llanero solitario” (The Lone Ranger, 2012), dirigida por Gore Verbinski y protagonizada por Johnny Depp (como el indio Toro) y Armie Hammer (El Llanero Solitario). Junto a los dos primeros se deben poner los nombres del productor Jerry Bruckheimer y de los guionistas Ted Elliott y Terry Rossio, para tener conciencia que es el mismo equipo creativo de la exitosa saga de aventuras “Los piratas del Caribe”. De modo que esto da una idea de antemano del tono y forma en que está planteado “El Llanero Solitario”. Estamos frente a una superpoducción donde figuran personajes extravagantes, ciertas situaciones fantásticas, romance, mucha adrenalina, peleas y persecuciones, todo bajo la estructura de un filme de aventuras con ribetes fársicos. En suma, resulta un obvio traslado de la fórmula de “Los piratas del Caribe” al ambiente de un western, y eso le cobra a los realizadores el reclamo de la falta de creatividad.

La película es narrada mediante un largo flashback, a partir del relato que Toro (o Tonto, como se llama el personaje en inglés), ya viejo, le hace a un niño en una feria. Reid (Lone Ranger) es un joven idealista que viaja al Oeste para trabajar como fiscal en un pueblo perdido en medio del desierto, donde se está construyendo las líneas férreas para conectar a Estados Unidos de costa a costa. En su mismo tren viajan como prisioneros el despiadado criminal Butch Cavendish (William Fichtner) y el indio Toro (Depp). Tras una sorpresiva acción, los cómplices de Cavendish asaltan el tren y logran liberarlo. Ya en el pueblo, Reid se une a su valiente hermano y su grupo de Rangers para ir tras los pasos de Cavendish. Pero a raíz de una emboscada, todos son asesinados salvo Reid, que sobrevive con la inesperada ayuda de Toro. Éste busca a Cavendish para cobrar venganza por un suceso de su pasado. Así, los dos quedan unidos por el destino.

Como un recurso para actualizar a los personajes y poner al día la trama, los realizadores optaron por desprenderse de la solemnidad que sí tenía la serie de TV, y en eso, el peso del personaje de Depp cobra mucha relevancia. Incluso, a diferencia de la serie donde Toro era secundario, en esta versión fílmica llega a pasar al primer plano. Y es casi imposible no dejar de ver a Depp-Toro conectado directamente con Depp-Sparrow de “Los piratas del Caribe”: un tanto desquiciado, un tanto gracioso, un tanto valeroso, etcétera.

Por su parte, El Llanero Solitario es desmitificado. Ya no es el héroe incólume de la serie de TV, acartonado y serio. El personaje de Hammer es un bobalicón e ingenuo, pero de buen corazón y de nobles ideales. Hay otros personajes llamativos, como el que interpreta Helena Bonham Carter, una proxeneta con una asombrosa pierna de marfil, o los gamberros que sirven a Cavendish, entre los que se encuentran pintorescos bandidos como el que encarna Joaquín Cosío.

Además de los impresionantes paisajes de Monument Valley que sirven de fondo a algunas divertidas y espectaculares escenas de acción (sobresaliente la lucha final en dos trenes, por ejemplo) y la estupenda ambientación (donde la gente del viejo oeste luce sucia pero auténtica), el filme también habla de la crueldad con la que fueron exterminados los indios en Estados Unidos, en nombre del progreso y el desarrollo. Así lo manifiesta una batalla entre el ejército estadounidense y los comanches, donde éstos son aplastados sin piedad. Igualmente teje algunas críticas a la depredación y avaricia de un país como Estados Unidos y su clase poderosa, cuya moral ha estado fundada en el dinero. Estos aspectos seguramente irritaron a más de uno en Estados Unidos.

Aunque la película resulta larga, vale la pena escuchar el arreglo de la Obertura de Guillermo Tell, de Rosiini (conocido como tema musical de “El Llanero Solitario”) en la ya mencionada secuencia final abordo de los trenes. 

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.