Maestros de literatura o bichos del cine
Por Hugo Lara Chávez
Para poner en la mesa el tema de la iniciación literaria, hay tres películas que pueden abrirnos el paso. En “La sociedad de los poetas muertos” (Dead Poets Society, 1989), Robin Williams encarna a un profesor de literatura que asume el papel de mentor revolucionario entre un grupo de estudiantes de una escuela tradicionalista de los años 50. En “Recordando a Forrester” (Finding Forrester, 2000), Sean Connery es un escritor ermitaño, en medio de la gran urbe, que establece una cálida relación de maestro-alumno con un joven negro de las márgenes neoyorkinas. Por último, en “Loco fin de semana” (Wonder Boys, 2000), Michael Douglas es también un profesor de literatura y un escritor en decadencia que se encuentra con uno de sus discípulos, justo en el momento breve y propicio para transformar la vida de ambos.
La relación maestro-alumno es uno de los vínculos universales más entrañables que se conocen prácticamente en todas las actividades humanas. Esta relación, si es verdaderamente estrecha, es algo tan personal que resulta difícil compartir con terceros. La manera más elemental de verla suele situar al maestro como una representación de la figura paterna.
En “La sociedad…” y en “Recordando a Forrester” —dirigidas respectivamente por Peter Weir y Gus Van Sant— hay una buena dosis de esta idea, en un tono que tiende a lo melodrámatico y lo edificante. Es cierto que estas películas tienen otros valores que las hacen apreciables, pues son muy conmovedoras dentro de una lógica cinematográfica. Quizá esto se debe a que son guiones originales escritos para la pantalla, cosa que no es desdeñable, pero que explica la óptica agridulce bajo la cual se proponen estas idílicas relaciones.
En “Loco fin de semana”, el director Curtis Hanson se ha servido, en cambio, de una novela de Michael Chabon para compartirnos un divertido y emotivo relato que rompe con la solemnidad del caso. En la relación maestro-alumno lo revelador es la palabra clave y esa sensación se transmite en ambos sentidos, en un espacio de igualdad y respeto que al mismo tiempo es liberador de lo mejor de nosotros mismos
(Una versión de este artículo se publicó en la Revista Cinemanía de 2002)
Robert Downey Jr. en una escena de “Loco fin de semana”.