Por Eduardo Larrocha
Noticine.com-CorreCamara.com
Estoy de acuerdo con Santiago Mitre: “Argentina 1985 es una película necesaria”. El realizador y guionista argentino lo proclamó en el estreno de su película en la Mostra de Venecia. Necesaria para dignificar la memoria de las víctimas, para quienes no supieron o no quisieron saber lo que pasaba durante la cruel Dictadura de Videla y sus secuaces, para conocer el nombre de algunos de los verdugos, de los que dieron la orden de torturar, asesinar y hacer desaparecer a decenas de miles de compatriotas. Y también necesaria “Argentina, 1985” para quienes al otro lado del Atlántico supimos del horror al recibir en España, y acogimos en nuestro hogar, a quienes consiguieron huir de la masacre y rehacer su vida en nuestro país.
“Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más”. Esta sentencia, copia exacta del informe final con el que Julio César Strassera, resume el espíritu de “Argentina, 1985”.
El reparto de esta producción argentina y de Amazon, con guión del director junto a Mariano Llinás lo encabeza Ricardo Darín. El actor hace un trabajo protagonista impecable como Fiscal del conocido Juicio a las Juntas. Salvando sus propios temores familiares y personales, Strassera consiguió sentar en el banquillo a los responsables de las sucesivas Juntas militares. No desvelo ningún secreto si cuento que su triunfo no fue total porque sólo condenaron a cinco de ellos y, de éstos, a cárcel perpetua sólo a Videla y Massera. Aún así el esfuerzo mereció la pena.
Lo más difícil del trabajo del fiscal fue demostrar que los mandos militares habían alentado la tortura y el asesinato de inocentes a manos de los subalternos. Queda claro en esta película testimonial y dramática, aunque tenga momentos de un cierto humor, que el hecho de juzgar a la cúpula de la Dictadura fue y siempre será la victoria de la justicia frente a los desmanes del poder. Es histórico, insólito y ejemplar que pudieran poner las cartas boca arriba sólo dos años después de que la guerra y derrota de las Malvinas desembocara en la caída de la Dictadura. En aquel último tramo comandaba la Dictadura el general Galtieri quien, por cierto, quedó absuelto en el proceso civil contra las Juntas militares.
Muy bien funciona a lo largo de la película la presentación bipolar de los dos fiscales. El jefe Strassera viene de una familia consciente de lo que ocurría, aunque no actuara durante los años de hierro. La de el más joven Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), fiscal adjunto, era una rancia familia de milicos muy próximos a los mandos de la Dictadura. Moreno Ocampo ha de enfrentarse a los suyos además de hacer su papel, magnífico papel de apoyo, durante los cuatro meses de preliminares e investigación para implementar las pruebas inculpatorias y los meses del juicio propiamente dicho. Otro acierto de la película es que nos va introduciendo en esas familias y en los vericuetos por los que se van desarrollando los hechos hasta que la justicia civil decide tomar cartas en el asunto. Consecuencia de que la militar pretendió exculpar a los mandos de toda atrocidad cometida por sus subordinados, convirtiendo a las víctimas en culpables. Según el perverso criterio de la justicia militar, todos ellos se merecían sufrir aquellas atrocidades tras el golpe militar de Videla en 1976 que se prolongó hasta 1983.
A algún espectador le podrán parecer excesivos los 140 minutos que dura “Argentina, 1985”, pero el acontecimiento lo merece. La película no abusa del terror aunque nos hable de situaciones terroríficas. Especialmente dramático es el testimonio en primera persona de Adriana Calvo de Laborde, embarazada en el momento de ser detenida. Esta mujer, además de ser torturada, tuvo que dar a luz con las manos atadas sobre el suelo del furgón que la llevaba al paritorio. Luego fue obligada a barrer desnuda en la comisaría ante hilarantes soldados, guardias y oficiales antes de que la permitieran abrazar a su bebé. Consuela saber que madre e hijo sobrevivieron a aquella atrocidad. Es un consuelo y un gran testimonio muy bien defendido desde el punto de vista de la interpretación por la actriz argentina Alejandra Flechner.