Por Lola López
“Casi el paraíso” (2024) es la ópera prima de Edgar San Juan, una adaptación de la célebre novela de Luis Spota del mismo título, publicada en 1956. La novela fue un éxito literario que incluso mereció una secuela, “Paraíso 25”. Antes de este proyecto, San Juan había trabajado como productor en películas como “Norteado” (2009), “Los Ausentes” (2014) y “Mal de Ojo” (2023), además de haber ejercido durante unos meses como Subsecretario de Desarrollo Cultural en el sexenio que está por concluir.
El director asumió el desafío de adaptar la novela, colaborando con Hipatia Argüero y Juan Curi en el guion, aunque el resultado deja mucho que desear. La trama sigue al príncipe italiano Ugo Conti (interpretado por Andrea Arcangeli), quien llega a México acompañado por su amante millonaria y madura. En México, Conti entabla una relación con Teresa Rondia (interpretada por Karol Sevilla), la hija mimada de Alonso Rondia (Miguel Rodarte), un ambicioso político que aspira a convertirse en gobernador de Oaxaca. Deslumbrado por el título nobiliario de Conti, Alonso le abre las puertas de su casa. Paralelamente, se revela la verdadera identidad del príncipe: en realidad es Amadeo Padua, un estafador nacido en la miseria de un pequeño pueblo italiano. A través de sus engaños, Conti/Padua se compromete a casarse con Teresa, mientras diversos obstáculos se interponen en su camino.
Las historias de arribistas y estafadores han dado lugar a grandes obras tanto en la literatura como en el cine. Entre las más memorables se encuentran películas como “Match Point” (Woody Allen, 2005) y, por supuesto, las novelas de Patricia Highsmith sobre Tom Ripley, que han sido adaptadas en cintas como “El amigo americano” (Wim Wenders, 1977), “El talentoso Mr. Ripley” (Anthony Minghella, 1999) y la reciente serie de Netflix, “Ripley” (2024).
En “Casi el paraíso”, los guionistas actualizan la historia, situándola en la época contemporánea. Esto lleva a la inclusión de temas como el uso de redes sociales, la corrupción y el crimen dentro de las altas esferas del poder en México. Sin embargo, el personaje de Conti y la intriga en torno a él se desdibujan debido a las inconsistencias de la adaptación y la falta de claridad en el tono y estilo. La película oscila entre la intriga y la farsa de manera caprichosa, y los actores parecen estar en películas diferentes, cada uno siguiendo su propio camino. Karol Sevilla resulta muy chistosa, pero su personaje se siente desalineado con la trama principal, que debería exponer de manera satírica la hipocresía de la alta sociedad mexicana. Además, el personaje de Frida Becker (Esmeralda Pimentel), una activista empoderada e implacable, parece sacada de otro guion, con una subtrama inverosímil.
El entramado político también falla. La película aborda temas complejos como los asesinatos de periodistas y las corrupciones políticas de manera superficial y ligera. Estos temas, que merecen ser tratados con mayor profundidad, se quedan en meros apuntes sin impacto. Aquí es donde “Casi el paraíso” se desvía, al intentar esbozar una crítica social que no apunta a ningún destinatario específico. En cambio, la novela original lanzaba una crítica directa al alemanismo y a la burguesía emergente de la época.
A pesar de contar con valores de producción destacables y locaciones de postal en Italia, “Casi el paraíso” es una película que no logra cumplir con sus ambiciones narrativas ni con su ejecución general.