Por Lorena Loeza Cortés

En una muestra más de la infinidad de historias que pueden contarse sobre México y nuestra gente, encontramos esta cinta que representa una profunda reflexión sobre muchos temas, que van desde la migración hasta la soledad y el envejecimiento, pasando – claro está- por la relación que establecemos con los animales en diferentes momentos de nuestras vidas. Ehécatl García ofrece en este trabajo, una historia sencilla, pero abigarrada de reflexiones que termina por ser profundamente humana y evocadora.

La cinta narra la historia de Esmeralda – magistralmente interpretada por Concepción Márquez- esposa del maestro del pueblo que fallece dejándola viuda y sola, porque su hijo migró a los Estados Unidos y solo mantiene contacto con él vía telefónica y mediante las remesas que le envía. Esmeralda no encuentra el modo de avisarle a su hijo que su padre murió, lo que provoca un distanciamiento con él acrecentado por la distancia.

La soledad de Esmeralda encuentra consuelo en el cuidado de una pequeña puerquita a quien llama “Cuina” y gracias a ella, logra superar la depresión y volver a sonreír.

Muchas son las reflexiones a partir de una situación que parece en principio tan simple. No sólo es el tema de la soledad y de la vida de quienes se quedan en los poblados, cada vez más olvidados a causa de la migración. La cinta tiene el enorme mérito de construir sutilmente un panorama mucho más complejo a partir de las aparentes simplicidades. Las imágenes de cómo se hace un caldito de pollo y unos huevos con ejote, combinadas con las conversaciones de las mujeres y su rol de cuidadoras mientras limpian frijol, son el tejido de una vida completa ligada a las tareas que le dan sabor y continuidad a lo cotidiano.

La película no sólo muestra la peculiar relación entre las personas y los animales, también se ocupa del ancestral oficio de cuidado que recae en las mujeres y, que termina por jugar un relevante rol de género. Esa condición que hace sentirse a las mujeres necesarias a través de cumplir una función “útil” para las demás personas, es en el fondo lo que mejor se expresa en este relato. Sustituir un cuidado por otro, aunque nunca se considere la importancia del autocuidado, dejando que las propias necesidades pasen a un doloroso segundo plano, es la dinámica que vemos narrada en un lenguaje cinematográfico muy bien construido.

Una fábula de nuestro México y de nuestra gente, con un mensaje sutil y provocador, es lo que la cinta ofrece y gracias a las destacadas actuaciones, una fotografía bien lograda y un guion sin pretensiones, logra construir una muestra destacada de este nuevo cine mexicano, que anclado en una profunda vocación narrativa, sigue produciendo propuestas interesantes en este siglo XXI.