Por Javier Tapia Sierra.
La dupla de directores-guionistas Severin Fiala y Veronika Franz, sobrino y esposa del director Ulrich Seidl, han trabajado juntos por poco más de 17 años, en ese lapso han logrado crear un vínculo creativo e intelectual bastante curioso dentro del cine austriaco. Es en “Ich seh, Ich seh” (“Dulces sueños mamá”) su más reciente producción, dónde los frutos de ese vínculo se experimentan de primera mano. La película se estrena en Cineteca Nacional este viernes 4 de diciembre.
La historia del film es simple: los hermanos gemelos Lukas y Elias (interpretados por los jóvenes debutantes Lukas y Elias Schwark) esperan en una casa de verano el regreso de su madre (Susanne Wuest) tras una operación de cirugía plástica. La madre cubierta con vendas responde de forma hostil a las inquietudes de los hermanos que notan que su mamá se comporta de forma extraña, despertando las sospechas de unos atemorizados niños que entran a la adolescencia. Lo que debió de haber sido una reunión conmovedora se transforma en un relato de suspenso dónde los hermanos poco a poco van perdiendo humanidad y su personalidad se va tornando perversa.
Una película inquietante y con una atmosfera que agobia
Los hermanos sin apellido se suman a la lista de niños perversos que ha dado el cine desde Rhoda Penmark en “The Bad Seed” (LeRoy, 1956), aunque se encuentran más hermanados con las gemelas de “The Shining” (Kubrick, 1980) o los Mantle de “Dead Ringers” (Cronenberg, 1988) ya que se explota la conexión intuitiva que existe entre los gemelos y la extrañeza que esto genera a las personas alrededor de ellos, incluidos seres queridos que en teoría deberían ser capaces de comprender a los hermanos. Y es que la perversidad de los hermanos surge después de que experimentan uno de los miedos más fuertes que puede sucederle a un infante en transición, la pérdida de confianza hacia los padres y más en específico hacia su madre.
Tras experimentar esa pérdida los efectos psicológicos sobre los hermanos y su posterior quiebre van tornando la historia cada vez más oscura, las tonalidades azules de la paleta de color utilizadas por el fotógrafo Martin Gschlacht y la edición cuidada a cargo de Michael Palm ayudan mucho a adentrarse dentro de esa oscuridad sin dejar de lado la belleza de las imágenes. “Dulces sueños mamá” es una película con un atractivo visual poderoso y cuyo efecto es casi hipnótico, cada fotograma se encuentra bien pensado y dota a las imágenes de ese aire intelectual y emotivo que caracteriza al cine austríaco.
A pesar de la belleza y fortaleza visual la película pierde algo de su efectividad en la última parte del relato. Tras apostar por una construcción psicológica detallada de los personajes, la resolución de la película nos presenta una situación un tanto predecible, de la cual somos testigos a lo largo del film con pistas que no están del todo ocultas para el espectador atento, quitándole fuerza a una historia fresca y con giros interesantes que no logra alcanzar su máximo potencial. De todas formas la dupla Fiala-Franz entrega una película inquietante y con una atmosfera que agobia que nos deja queriendo saber más de esta curiosa pareja y sus posibilidades creativas.
Ficha técnica.
Director: Severin Fiala y Veronika Franz. Guión: Severin Fiala y Veronika Franz. F en C.: Martin Gschlacht. Música: Olga Neuwirth. Edición: Michael Palm. Con: Susanne Wuest (la madre), Elias Schwarz (Elias), Lukas Schwarz (Lukas), Elfriede Schatz (la mujer de la Cruz Roja). . Productor: Ulrich Seidl. Distribuidora: Caníbal. Clasificación: B-15