Por Hugo Lara Chávez
Imaginar un rostro batido por hamburguesas, burritos, pizzas, hot dogs y toda clase de comida rápida que le arrojan desde autos en marcha. Imaginar que es el rostro de una celebridad de la televisión. Imaginarla en su intimidad, despojada de maquillaje, fuera de las luces. Imaginar su vida tan ordinaria como la de cualquier persona de la calle, tal vez más vulnerable que muchos. Lo han imaginado así el director Gore Verbinski y el guionista-productor Steve Conrad para mostrarnos a Nicholas Cage en el papel de un especialista en el pronóstico del clima, un experto en anticiparse a los monzones y nevadas, pero un incompetente para disipar los nubarrones de sus frustrantes relaciones con su padre, su ex mujer y sus dos hijos.
Aunque eso parece, no se trata de una historia depresiva, al menos no en su totalidad. Conrad, en una conversación conmigo, se resiste a etiquetarla como un drama familiar. Dice que su historia está más próxima a lo que sería una “pieza de la vida real”, que posee momentos tristes pero también humor y emotividad. “Cuando era chico en Miami –nos revela el pretexto que dio origen a su relato— vi que la gente en la calle se metía con el meteorólogo de la televisión. Eso se me quedó grabado y quise aprovecharlo en esta historia”.
Una historia sencilla
El sueño de muchos realizadores consiste en dirigir un buen guión, cuyo tema se asome a la complejidad de las relaciones humanas, que sea una historia sensible, de producción sencilla y que pueda poner a prueba el talento de los actores. Es algo que en definitiva tentó a Verbinski para realizar The Weather Man, sabedor que para ser tomado en serio entre los de su gremio debe arriesgarse con guiones de este tipo, desprovistos de la grandilocuencia de La leyenda del Perla Negra (2003) o de las suspicacias que levanta un remake como El Aro (2002), dos de las exitosas cintas que ha rodado. No en balde, esta clase de cintas por norma elevan la categoría de su director, como ocurrió con The Ice Storm (Ang Lee, 1997) o Belleza Americana (Sam Mendes, 1999).
La respuesta está en el viento
La narración de The Weather Man está situada en Chicago, una ciudad donde existe un forzoso aprecio por los meteorólogos, dado el clima hostil y caprichoso de la región. El relato está centrado en Dave (Cage), una figura local de televisión que recibe una atractiva oportunidad de trabajo en Nueva York, pero antes de tomarla y mudarse tiene que enfrentar su compleja coyuntura familiar, a la que asistimos en un momento de difíciles trastornos.
El guión y la dirección deshilan con perspicacia la madeja de unas relaciones familiares en la que sobresalen ciertas hebras. Una de ellas se refiere a los conflictos entre las brechas generacionales. Dave es un hijo atormentado que aspira a obtener el reconocimiento de su padre (Michale Caine), un viejo escritor exitoso que ve con indiferencia los logros de su hijo y que, en cambio, repara siempre en sus yerros. Al mismo tiempo, Dave es un padre que no puede establecer comunicación con sus hijos adolescentes, ensimismados a causa de la edad y de la ruptura entre sus padres. Por último, la relación con Noreen (Hope Díaz), su ex esposa, se encuentra marcada por su incapacidad de sobreponerse al fracaso sentimental.
Cada una de estos vínculos es alterado por un suceso que mueve el itinerario de los personajes en torno a Dave: la enfermedad terminal del padre; el acoso sexual que sufre el hijo por parte de un consejero escolar; la apatía de su hija; la irrupción de un pretendiente de su ex esposa; la posibilidad de un trabajo en otra ciudad… La espiral de sucesos desemboca en la inevitable metamorfosis del protagonista.
Batallas de invierno
The Weather Man es una película de sutilezas, a la que contribuyen las buenas actuaciones como la de Cage, cuyo semblante pálido y desgarbado encaja muy bien en su personaje, así como la consistente presencia de Michael Caine, que da forma a un hombre al que se le acaba la existencia. Verbinski establece un vinculo entre la melancolía de los personajes con el ambiente invernal de un Chicago casi monocromático, de nieve y hielo, como se muestra desde su primera imagen. A pesar de las circunstancias de fuerte carga emotiva (el entorno de una familia disfuncional), el director logra equilibrar esa pesada atmósfera con un lenguaje desenfadado que al final privilegia la ironía y el optimismo y se aleja del mensaje cursi y ramplón.
Sinopsis
Dave Spritz, un especialista del clima por televisión de Chicago, recibe la oportunidad de un mejor empleo en una televisora de Nueva York. No obstante, Dave se encuentra empantanado en una dura crisis personal, a raíz de la reciente separación de su esposa, del distanciamiento que ha tenido con sus dos hijos adolescentes y del trato indiferente de su admirado padre, un célebre escritor que sufre una enfermedad terminal. En el intento de recomponer cada una de sus relaciones, Dave tiene que confrontarse consigo mismo y desatorar las frustraciones que le impiden ser feliz y ayudar a los demás a serlo también.

