… un recordatorio de aquella fragilidad social que ya había empezado a vivirse en el país de las barras y las estrellas, en la época post-Vietnam

 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Los géneros de thriller y del cine de terror suelen confundirse entre sí porque generan precisamente miedo e inseguridad en el espectador. Con el paso del tiempo han surgido explicaciones para distinguir uno de otro, sin embargo la confusión continúa. He aquí una argumentación breve para intentar aclarar en algo la disyuntiva. El cine de terror suele generar temor gracias al uso de elementos, situaciones y seres de orden paranormal, como fantasmas y monstruos que no existen en el mundo real, de ahí que este género suela ser incluido dentro del cine fantástico, conviviendo con la ciencia ficción y el cine de aventuras. En cambio, el thriller (popularmente conocido “cine de suspenso”) provoca tensión porque sus personajes, que potencialmente existen en la vida real, como criminales, psicópatas, políticos o empresarios ambiciosos, tienen intenciones truculentas y desestabilizan el orden con sus acciones abominables en contra de seres más débiles.

El problema es que en no pocos casos ambos géneros suelen entrecruzarse y por eso surge la confusión. Por ejemplo, “Psicosis”, de Alfred Hitchcock técnicamente es un thriller, pero está considerada por muchos como una película de terror. Es el caso también de “El silencio de los inocentes” (1991) de Jonathan Demme. Esta explicación que se espera no sea ambigua, un poco aclaradora y hasta discutible, surge a colación de “El teléfono negro” (The Black Phone, 2022), una cinta que al menos en apariencia recae en los dos géneros mencionados.

La historia se remonta a 1978, en un suburbio de Denver, Colorado. Albert, conocido como “El Captor” (Ethan Hawke), es un sujeto indefinible que se presenta como un mago ante sus víctimas, pues es un criminal que ya ha secuestrado a varios adolescentes, se mueve en una furgoneta negra y atrae a los jovenzuelos con globos también negros. Finney Shaw (Mason Thames) es su próximo objetivo y el más débil de todos, con un carácter tímido y que además sufre de bullying en la escuela, aunque es un beisbolista con muy buen brazo para lanzar sobre el montículo. Es huérfano de madre, tiene una hermana, Gwen (Madeleine McGraw), y ambos sufren de maltrato por parte de su alcohólico padre (Jeremy Davies).

Ya cautivo, Finney es encerrado en una mazmorra subterránea que tiene solamente un colchón y un teléfono negro en la pared. El Captor le dice que el aparato no funciona, sin embargo, cuando está a solas, Finney recibe llamadas de los otros chicos secuestrados que le dan ciertas instrucciones y datos sobre la mazmorra y sobre Albert que le han de ser de utilidad para intentar escapar. Bruce (Tristan Pravong), otro beisbolista, le dice que él ha intentado cavar un hoyo en el piso y que puede aprovecharlo; Billy (Jacob Moran), un repartidor de periódicos, le advierte que Albert deja la puerta abierta para incitarlo a huir, pero como una trampa para atacarlo; Vance (Brady Hepner), un gamberro, le dice que él ha hecho un hoyo en la pared que también le puede significar su libertad; y finalmente Robin (Miguel Cazarez Mora), su mejor amigo y peleador experto, le aconseja cómo utilizar el auricular como arma para atacar a “El Captor”. Mientras, Gwen experimenta sueños y alucinaciones sobre el paradero de su hermano y se los platica a dos agentes de la policía, que se rehúsan a creerle.

Con influencias de “El sexto sentido” (1999, Night Shyamalan) y de “It” (2017, Andrés Muschietti), este filme se compone de elementos tanto del thriller como del cine de terror: el asesino serial por una parte y las llamadas de ultratumba, cual fantasmas, de los chicos que han sido las víctimas de Albert. El director Scott Derrickson (“El exorcismo de Emily Rose” de 2005, “Siniestro” de 2012, “Líbranos del mal” de 2014, ”El Dr. Strange” de 2016) demuestra su buena mano para el terror y además se apega de manera fiel al cuento “The black phone” de Joe Hill (hijo de Stephen King, ni más ni menos) en un guion muy sólido .

Destacan los escenarios y situaciones sombrías, la ambientación, el uso de un color apagado (o mate) y las actuaciones. Vemos a un Ethan Hawke sobresaliente, dúctil como siempre, en un papel distinto, encarnando a un oscuro plagiario con problemas de personalidad que se esconde detrás de máscaras diabólicas y que no respeta la vida ni de su propia sangre. Los jóvenes intérpretes igual hacen un trabajo notable, en especial Mason Thames a quien se le cree que tiene mucho miedo y siente mucha inseguridad que después la convertirá en cualidad; lo mismo con Miguel Cazarez, que da soporte emocional tanto a su personaje como al de Finney; y la niña McGraw que representa las tensiones familiares con mucho realismo e intensidad.

Es “El teléfono negro” un recordatorio de aquella fragilidad social que ya había empezado a vivirse en el país de las barras y las estrellas, en la época post-Vietnam, con el boom de una economía terciaria y sentimientos y traumas de culpabilidad y de una fallida expiación. Es de lo mejor que se ha estrenado este verano de 2022 en la cartelera comercial y que apenas comenzó a exhibirse. Especial para los fans de las emociones fuertes y de los dos géneros ya comentados.

Título original: The Black Phone. País: Estados Unidos. Dirección: Scott Derrickson. Producción: Jason Blum, Scott Derrickson, C. Robert Cargill. Guion: Scott Derrickson, C. Robert Cargill. Basada en “The Black Phone” de Joe Hill. Fotografía: Brett Jutkiewicz. Montaje: Frédéric Thoraval. Productora: Blumhouse Productions/Crooked Highway. Distribución: Universal Pictures. Intérpretes: Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke, Jeremy Davies, James, Ransone, E. Roger Mitchell, Troy Rudeseal, Miguel Cazarez Mora, Tristan Pravong, Jacob Moran, Brady Hepner, Banks Repeta.
 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com