Por Matías Mora Montero.

Tras la pandemia, parece ser que hay cineastas de gran calibre que se han dividido en dos vertientes: la experimentación y la retrospectiva. Creadores como Wes Anderson sacan un cuestionamiento del por qué les atraen los temas que les atraen y del por qué de su cine con un “Asteroid City”, mientras que Alejandro González Iñárritu de plano se avienta una película secretamente biográfica [no tan secreta], donde vomita sus inseguridades y egocentrismos.  De ahí la retrospectiva. La otra vertiente mencionada es la experimentación, donde hay ciertos autores que se empujan a nuevos horizontes, y creo que es por ahí donde va el aclamado español Pedro Almodóvar con sus dos cortometrajes más recientes, que a la par cuentan como sus primeros trabajos angloparlantes.

No sólo es esta destrucción de barreras culturales y de idioma lo que me empuja a llamar a “La voz humana” y ahora a “Extraña forma de vida” piezas de un Almodóvar nuevo, sino la manera con la que lidia con el formato de cortometraje. La libertad fresca que la supuesta limitación de un metraje reducido le impone, con tal de explorar nuevos acercamientos a sus historias y fetiches narrativos y temáticos.

Parece, como Anderson e Iñárritu en sus trabajos pandémicos (y post pandemia) tener el sentido de búsqueda como la mayor prioridad, sólo que lo que lo contrasta respecto a sus compañeros cineastas es que su búsqueda es más exterior que interior. Reside, quizás meramente, en qué nuevos planos puede encontrar, en qué nuevos ritmos se puede permitir jugar con el concepto de cortometraje.

Es así que, como el propio cineasta cuenta en un Q & A presentado tras la proyección de la película en el Cine Tonalá, se dispuso a escribir una secuencia de dos hombres conversando tras una apasionante noche de índole sexual. El contraste entre un personaje latino preparado a ser directo con sus sentimientos, rozando incluso con la poesía, absorbido por la nostalgia y el erotismo, y un gringo resistente, distante, que excusa su homosexualidad gracias al exceso de bebida, armando barreras emocionales difíciles de romper. Es a través de la escritura de esta conversación que la historia de “Extraña forma de vida”, primer acercamiento de Almodóvar hacia el Western gana consciencia. De aquí se cuestionó qué viene antes y qué después de dicha conversación, una vez decididos a estos dos hombres como vaqueros del viejo oeste, lo que Almodóvar ingenia es una historia de honor, de salvaguardar la memoria, la familia, de conflictos amorosos que nacen del transcurso del tiempo, de los deseos, lo que no se tiene que decir, indicando así un parlamento sobre el poder de la mirada.

Almodóvar tiene a tope sus fortalezas, diría incluso que sus debilidades como cineasta que, al tener tendencia al melodrama –¡y vaya que las tiene!–, son escasas en este cortometraje. Sus fortalezas prevalecen, el diseño de producción es un trabajo formidable, comunicando aspectos de los personajes desconocidos a las actuaciones o a lo que la historia nos elige revelar, es colorido, pero a la par resguardado, manteniendo respeto a los habitantes de estos espacios ficticios. El trabajo de casting es excepcional, Pedro Pascal como Silva y Ethan Hawke como Jake, los dos hombres en la relación mantienen una emotiva melancolía por todo el metraje, el sentido de la imposibilidad de su amor conmueve tremendamente. Hawke en particular está en un nivel inigualable, la rudeza de su voz proyecta las mencionadas barreras emocionales que su personaje vive, nos da a entender el huracán de conflicto que reside en su alma. No lo he visto dar una actuación a este nivel en varios años, te recuerda el poder actoral que su mera presencia puede llegar a cargar.

Pascal entiende su responsabilidad como aquel que debe mostrar responsabilidad afectiva, pero a la par un cierto nivel de engaño, proveniente de lo que la trama le demanda, detalles que no quiero revelar porque creo que el trasfondo del por qué estos dos vaqueros se reencuentran tras veinticinco años es lo que engancha y compromete al espectador. Por supuesto, no estaríamos hablando de una cinta de Almodóvar sin hablar de la banda sonora que le compone Alberto Iglesias, en esta ocasión el propio Almodóvar dice que es de las mejores que ha compuesto Iglesias y tendría que estar de acuerdo, es sutil en su uso, pero potente en su efecto. Y se comenta en las conversaciones alrededor de este soundtrack como inevitablemente se habló de todo lo que Ennio Morricone cementó para el Western, pero que es precisamente por ello que querían huir de él. Aquí, sin embargo, cabe mencionar que ciertas pistas me recuerdan al trabajo sonoro de The Wild Bunch de Sam Peckinpah, a quien Almodóvar reconoce como una indudable influencia, cosa que se nota, en sentido halagador, y lo coloca junto a influencias como Sergio Leone y, por supuesto, el propio John Ford.

Aunque claro que ni Ford ni Leone harían los parlamentos y la relación que son el centro de “Extraña forma de vida”. El que Almodóvar haga un Western simboliza darle reconocimiento a la relación entre dos hombres en un género que siempre ha sido intrínsecamente masculino y que, históricamente, ha cargado con los llamados “valores tradicionales”. Almodóvar siempre ha sido un cineasta que logra abrir espacios para ciertas conversaciones, creo que en sus películas más fortuitas estos espacios sirven para apoyar la historia y no al revés, caso que aplica para este cortometraje porque, como dije, ante todo, engancha. Extrañez en sí la de un cineasta como Pedro Almodóvar haciendo un Western, se pensaría que sería su versión de Brokeback Mountain en el sentido de vaqueros homosexuales, no podría haber mayor distancia entre ambas cintas, en el corto de Almodóvar las anécdotas clásicas de los Western caen en las manos de dos personajes cuya orientación sexual no coincide con la retratada en la mayoría de este género, pero sus vivencias vienen de la sangre, de la historia, del propio sentido del Western.

Disfrutable, conmovedora y eficaz, “Extraña forma de vida” sirve como una interesante continuación de la exploración que Almodóvar había iniciado con “La voz humana” de lo que el formato cortometraje le permite. Disponible en cartelera desde este pasado jueves catorce.