Por Davo Valdés de la Campa
Un fractal es una estructura geométrica cuyos fragmentos se repiten con exactitud a diferentes escalas. Esto quiere decir que si observamos un fractal a detalle, cada parte de su totalidad tiene la misma forma que la totalidad. En la naturaleza existen diversos objetos que siguen esta lógica: las hojas de ciertos árboles, los copos de nieve, el brécol romanesco. Los casos más impresionantes son fractales generados a través de modelos matemáticos y computadoras ya que son absolutamente autosimilares como el famoso Conjunto de Mandelbrot. Algunas drogas sintéticas en su estructura química son fractales y sus efectos incluyen precisamente la alucinación de estructuras de esta naturaleza y patrones caleidoscópicos.
“Fractal” (2019) también es el nombre del primer largometraje de la cineasta mexicana, Mariana González, cuyo título más que evocar estos principios matemáticos, me parece que toma la etimología primigenia de la palabra para reflexionar sobre la identidad errática y confusa de la juventud mexicana de la clase privilegiada. La palabra, propuesta por Benoit Mandelbrot deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado. Los personajes de la película siguen esta lógica: están fracturados o mejor dicho, entre sus conflictos y la realidad existe una inmensa fractura.
“Fractal” inicia con la desaparición de Mónica en un after. Sus tres amigos (interpretados por Ruth Ramos, Mario Moreno y Juan Carlos Huguenin) todavía bajo los efectos de las drogas, deciden volver al lugar de la fiesta para buscarla. El contexto es el México contemporáneo asolado por las desapariciones forzadas, la trata de mujeres y la hegemonía del narco, fatales situaciones que también [con sus muchísimos matices] afectan a la clase privilegiada. El contexto en la película sirve de marco para explorar los problemas existenciales o identitarios de estos tres jóvenes cuyos problemas son muy ajenos a la realidad del grueso de la población mexicana, pero son piezas claves para entender las motivaciones de la juventud mexicana y sus expectativas en un país roto por completo.
En términos humanos podríamos decir que todos sufrimos y todos nos encontramos perdidos, sin embargo, la realidad es que no todos pueden pensar a fondo sobre estos problemas de identidad, ya que se encuentran ocupados intentando sobrevivir. “Fractal” no pretende señalar esto directamente, pero sí aborda de manera crítica esta situación socio-económica a través de pequeños dramas juveniles.
Las primeras cosas que llaman la atención de “Fractal” son su sólido guión y el manejo actoral, particularmente destaca el trabajo de Ruth Ramos que además protagonizó en 2016 “La región salvaje” de Amat Escalante. El guión tiene dos virtudes: una que la directora sabe de lo que habla. Es muy probable que González conozca los círculos sociales que representa y lo hace con la suficiente soltura, naturalidad y distancia como para mostrar una imagen bastante compleja de sus protagonistas. El otro factor a su favor es la sólida formación de Mariana González que tuvo la oportunidad de estudiar en Nueva York en la célebre School of Visual Arts y posteriormente realizar una maestría en guionismo en la London Film School.
Los personajes de la película son jóvenes que han recibido una educación pero no saben qué hacer con sus vidas. Sus problemas surgen del ocio y la despreocupación que provoca la estabilidad económica. Pero precisamente esos mismos conflictos se rasgan al encontrarse buscando a una amiga desaparecida (de cuyo paradero esperan lo peor) y es durante esta travesía por las calles de la ciudad de México que cuestionan sus propias situaciones, sus expectativas, sus relaciones y sus conceptos de amor, amistad, trabajo y anhelos.
“Fractal” no intenta como “Nuevo orden” de Michel Franco, convertirse en una fábula moral de la clase privilegiada para terminar mostrando su poca capacidad de análisis. Es en cambio una película honesta y auto-consciente de lo que representa, de la forma en cómo se cuentan los conflictos y la medida en cómo están planteados. No es una película social pero sí es un drama existencialista de juventud, una película que habla de la incapacidad de crecimiento (lo contrario a una “Bildungsroman”). Es un filme que muestra una apatía generalizada. La fractura entre conflictos: una completa distancia entre la lucha entre la vida y la muerte de ciertos jóvenes y la nimia decisión de si aceptar un trabajo que te consigue tu papá en una comida en Cuernavaca un domingo por la tarde.
Director: Mariana González Reparto Ximena Romo, Ruth Ramos, Mario Moreno, Juan Carlos Huguenin, Antonio Monroi, Pascasio López, Emilio Cuaik. Fotografía: Luis Posada. Producción: Mariana González, Nina Wara Carrasco. Guión: Mariana González. Edición: Karen Antunes. Sonido: Filippo Restelli