Por Ali López
“Hagamos una orgía” (How to plan an orgy in a small town|Jeremy Lalonde|Canadá|2015) nos cuenta la historia de Cassie Cranston (Jewel Staite) una columnista famosa por tocar temas sexuales, que tras la muerte de su madre, una famosa escritora de la vieja guardia, regresa a su ciudad natal para encontrarse con un elemento de su pasado que la sigue marcando, ser “la puta del pueblo”. Sin embargo, los tabúes sexuales se romperán cuando ella decida guiar una orgía entre sus ex-vecinos, y poder así tener material para su primer libro. Todo parece ser miel sobre hojuelas, pero ella, y los participantes del acto, tendrán que enfrentarse a los problemas presentes de su condición sexual, al pasado que los persigue y al futuro que les depara después de lo acontecido; así es como el lado más salvaje de las pasiones humanas saldrá a flote.
La cinta planea ser una comedia sexual para la mediana edad, dejando a un lado la vulgaridad y el despilfarro de desnudos; toca temas sexuales, pero no de manera soez ni escatológica, aunque no deja de lado los temas físicos pues, a final de cuentas, el cuerpo es ese vehículo para la cómico y lo sexual. Pretende alejarse de cintas del corte de la clásica “Porky’s” (Bob Clark|USA-Canadá|1981) o la más reciente “American Pie” (Paul Weitz|USA|1999), y en verdad lo logra; pues como lo dije, su ruta no es la de la simple calentura adolescente, sino la de la crisis del adulto joven contemporáneo, que vive entre la cruda de la revolución sexual y el fantasma del conservadurismo. Pero, la película tampoco logra la profundidad social y psicológica que por algunos momentos se plantea, es decir, “Hagamos una orgía” deambula entre las cintas mencionadas y las farsas sexuales de Woody Allen como “A Midsummer Night’s Sex Comedy” (USA|1982) y/o “Everything You Always Wanted to Know About Sex * But Were Afraid to Ask” (USA|1972).
El problema con el film es que intenta evitar convencionalismos pero termina cayendo en ellos; los personajes comienzan teniendo un conflicto sexual interesante y marcado, pero al final de la trama se han convertido en caricaturas, en personajes clásicos de este tipo de cintas. Así la condición sexual, seria e interesante, se pierde en un tratamiento de chick flick picante. Es cierto que la curva dramática se resuelve, y forma un precioso arco-iris, pero la tesis que nos otorga, la de la liberación y el destape, se eclipsa ante el pudor de su manufactura, tanto a nivel de dirección como a nivel actoral. Sólo hay un desnudo en la cinta, y no es que estos sean necesarios para que ésta sea aceptable, pero el significado que se le da al acto de despojarse de la ropa, es lo que conflictua. Puesto que el topless, que se ve casi al comienzo de la cinta, se toma como bandera de rebeldía, y no sólo eso, sino que estipula el conflicto moral que se vivirá a lo largo de la cinta, el de lo privado y lo público, lo prohibido como fetiche de la intimidad, y al exponerlo, como elemento de mofa; el sostén de la comedia en la cinta.
Se dice que las primeras obras de la pornografía moderna vienen de la Revolución Francesa, en donde el vulgo creaba caricaturas sexuales de la monarquía para así desacralizarlas y poder reírse de ellas. Aquí se busca exponer el desequilibrio de una sociedad sexualizada, en donde parece que todo está permitido, pero a la vez todo se señala y prohíbe. Se utiliza el sexo como vehículo para desacralizar nuestra supuesta modernidad, nuestra supuesta apertura; y es tan importante este concepto en la cinta, que termina cayendo en. Pues las situaciones sexuales se vuelve ridículas, y sí, provocan risas, pues la identificación es inevitable, pero el pudor termina por ganar, pues la liberación sexual es un premio para el osado que descubra los secretos de los placeres humanos internos, más no a flor de piel.
“Hagamos una orgía” es una cinta entretenida, que rompe con los esquemas de la cartelera convencional, pero que termina por quedarse corta. A diferencia de las cintas de la misma índole, que es para verse con los amigos, ésta es una cinta que invita más a la intimidad, he ahí su innovación. Una comedia romántica con un toque sexual, no erótico ni pornográfico, cómico, en la mayoría de los casos. Lo que se haga después de ver la película, ya quedará en cada uno.