Por Ali López

La cortina de acero sigue existiendo, a pesar de que han pasado más de 25 años desde su derribo, su fantasma habita y sigue influyendo. Seguimos temiendo a los fantasmas de la vieja Rusia, a los vestigios de la Unión Soviética y a sus enigmas místicos que aún no logramos descifrar por completo. Este es el caso de “Juegos demoniacos” (Ghoul, Petr Jákl, Ucrania, Rep. Checa-2015) una historia que juega con la dualidad capitalista-socialista, moderno-tradicionalista, que tantos conflictos, e historias, han traído al mundo.

Tenemos aquí un found footage con todos los elementos clásicos del género; el crew de poca monta y amateur, el personaje misterioso que parece conocerlo todo, y el malvado forajido que deber ser buscado. También está la historia mitad ficción mitad fantasía. Y el terror que habita en el susto dramático de un solo momento de exaltación. La cinta tiene muy poco de innovación pero, al ser tan apegada a su fórmula, funciona.

El found footage ha evolucionado muy poco desde su aparición, y pocas son las cintas que han sabido explotarlo de manera correcta. Su siempre temblorosa mano es, por supuesto, razón para alterar al espectador; para causarle escozor y nervios. También esta técnica y/o subgénero, alberga una condición intrínseca de realismo, lo que termina por ser un punto favorable siempre, ya que quien mira la película pone muy poco en duda lo que se le presenta; por más predecible que resulte lo que acontece. Esto sucede con la película pues, tanto en su forma como en su fondo, hay muy poco de originalidad. No presenta nada nuevo. El conflicto se centra en la lucha de lo antiguo con lo moderno, la lucha incesante por tratar de aniquilar un pasado salvaje. Así como sucede en “The Blair Witch Project” (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, USA-1999) se presenta al grupo de jóvenes entusiastas como estandarte de la vida actual, despreocupada y activa, que por desvincularse de sus raíces sufre las consecuencias.

Uno de los aspectos con los que más se juega en el filme es el del lenguaje. El inglés invasor contra el ucraniano místico y folclórico, que como ente puro, conoce la  real y verdadero, a diferencia del otro. Se lucha entonces contra lo que se debe ser,  contra la idea actual de abandonar el pueblo natal y salir al mundo anglosajón; escapar de los fantasmas que aún atosigan a una sociedad habituada a la guerra. También como en “El proyecto de la bruja de Blair” el uso de las cámaras móviles no es sólo para enfatiza el cinema vérité, si no como símbolo de la tecnología invasora que profana lo natural, que corrompe e irrumpe en en status quo de lo lejano, del pueblo que se autogestiona y vive bajo sus propias normas; aunque estas no encajen con lo civilizado del mundo externo.

“Juegos demoniacos” es una cinta de terror más, pero como tantas otras, también esconde analogías y metáforas a lo que acontece en el mundo real. El terror y  los sustos son sólo eso, un viaje de feria por la casa de los espantos en donde el sobresalto es a la vez predecible, a la vez inevitable. En esta dicotomía habita una cinta neutra, que no sobresale, pero tampoco es desechable. Una cinta más, sí, pero que para los que busquen el terror de siempre es imperdible, porque ese público también es constante.

Título original: Ghoul

Director: Petr Jákl. Guión: Petr Bok, Petr Jákl. Fotografía: Jan Suster. Reparto: Jennifer Armour, Alina Golovlyova, Jeremy Isabella, Paul S. Tracey. Productora Coproducción: República Checa-Ucrania; J.B.J. Film. Año: 2015. Duración 86 min.