Por Hugo Lara
“La gran belleza” del italiano Paolo Sorrentino, ha logrado una resonancia positiva gracias a su exitoso paso por festivales y por el Oscar como mejor película en lenguaje no inglesa, que acaba de ganar esta semana. Precedida de este cartel, se estrenó en México este viernes 7 de marzo.
Sorrentino (Nápoles, 1970) es conocido en México sobre todo por su filme “El Divo” (Il Divo, 2008), cifrado en una sátira del influyente político italiano Giulio Andreotti, uno de los máximos representantes del partido demócrata cristiano de aquel país europeo y figura muy influyente en su país. Esta vez, en “La gran belleza”, Sorrentino se centra en un veterano escritor y su ambiente sofisticado y decadente en la vieja y eterna Roma.
Jep Gambardella (Toni Servillo) ocupa su vida de ocio en fiestas desenfrenadas en el entorno de la alta burguesía intelectual de Roma, pretenciosa y frívola. Alguna vez fue un escritor prometedor, por lo que vive del saldo que le dejó una excelente primera novela. Como él, sus amigos cercanos son sofisticados y elegantes, pero igualmente ociosos y rebuscados intelectualmente. En medio de esta atmósfera, Gambardella experimenta una serie de encuentros con personajes diversos y extravagantes que lo ponen tras la chispa creativa.
“La gran belleza” es una película episódica, un mosaico de viñetas entretejidas que cobran pleno sentido cuando se arma al final todo el conjunto, cuando se acomoda la última pieza del rompecabezas. Todo aparece en forma de divagaciones poéticas que enriquecen el cosmos del protagonista y su experiencia en el viaje de recuperar “la gran belleza”, un amor de juventud que pervive en su memoria.
Es evidente el homenaje a “La Dolce Vita” de Federico Fellini, pues en más de un sentido se aprecian las deliberadas conexiones que Sorrentino establece bajo un tono melancólico, sea situando a la ciudad de Roma como un personaje más, o el humor mordaz y sutil, o los exóticos personajes que irrumpen y desvían la trama (desde una jirafa, una monja ancianísima, o un hombre que se ha tomado fotos todos los días de su vida). Sorrentino también es autor del guión junto con Umberto Contarello, confeccionado con diálogos ágiles y provocadores, poderosas metáforas visuales, alusiones oníricas y personajes intrigantes, entre patéticos y tiernos.
Hay notables aportaciones de los colaboradores del director. Desde luego, el trabajo actoral de Servillo es fundamental, sumamente convincente como un hombre maduro que se enfrenta a ciertos dilemas existenciales. También no hay que pasar por alto la impresionante fotografía de Luca Bigazzi, quien nos obsequia varios planos deslumbrantes y hermosos de la antigua y contemporánea Roma. Igualmente valioso es la labor en el diseño de producción de Stefania Cella y la música de Lele Marchitelli, así como un soundtrack varipinto que incluye temas de Georges Bizet, Raffaella Carrá o el merengue “Mueve la colita” de Los Locos. “La gran belleza” es una brillante película que hay que disfrutar con paciencia, por su abrumador caudal lírico, sus cambios de ritmo o sus aparentes inconexiones que al final terminan por ensamblarse y logran ser una unidad.
Director: Paolo Sorrentino. Guión: Umberto Contarello. F en C.: Luca Bigazzi. Música: Lele Marchitelli. Edición: Cristiano Travaglioli. Con: Toni Servillo (Jep Gambardella), Carlo Verdone (Romano), Sabrina Ferilli (Ramona), Carlo Buccirosso (Lello Cava), Giorgio Pasotti (Stefano), Serena Grandi (Lorena), Massimo Popolizio (Alfio). Productor: Francesca Cima y Nicola Giuliano.