Por Hugo Lara Chávez

“Logan”, la entrega más reciente sobre Wolverine, una de las figuras centrales de los “X-Men”, es un filme que ha agradado ampliamente a sus fans, toda vez que el director James Mangold llevó a otro territorio el guión de Mark Bomback y Scott Frank, quienes tratan con respeto las claves fantásticas de la saga de Marvel, pero los nutren con referentes del western crepuscular, mediante la directa alusión a “Shane” (George Stevens, 1953), pero que también podría haber sido a “True Grit” (Elmer Bernstein, 1969) e incluso a “The Unforgiven” (Clint Eastwood, 1992), entre otras. En esta propuesta, Mangold se muestra como un director maduro e imaginativo, como lo respalda su filmografía, entre las que se haya “The Wolverine” de 2013, además de “Walk the Line” de 2005  y “Girl, Interrupted” de 1999, entre otras.

En el año 2025, en una ciudad cercana a la frontera con México, Logan (Hugh Jackman), alcohólico y maltrecho, trabaja de incógnito como chofer de limosina con lo que logra mantener en un miserable escondite mexicano a un senil Charles Xavier (Patrick Stewart), al que atiende Caliban (Stephen Merchant), uno de los pocos mutantes que sobrevivieron al exterminio de su especie. Su frágil situación es vulnerada cuando un enfermera mexicana lo contacta para pedirle que le ayude a cruzar hasta Canadá, con el fin de poner a salvo a su pequeña hija, Laura (Dafne Keen), quien resulta ser parte de un experimento genético supersecreto. Aquello se convierte en una persecusión trepidante llena de peligros, cuando aparece el grupo de villanos que quiere apoderarse de la niña con fines malévolos.

Independientemente de la trepidante acción e intriga, “Logan” está llena de buenos detalles cargados de humor, además de sendas escenas de violencia que le confieren un nivel más sangriento que los filmes antecesores del personaje (razón por la cual en México es apta sólo para mayores de 18 años). En la trama, se retrata a Logan emulando a un viejo pistolero retirado, alguien que es recordado por sus hazañas a pesar de su esfuerzo por olvidar su pasado doloroso, el que le costó la vida a sus seres amados. Con ese resentimiento y amargura, Logan sólo mantiene una relación estrecha con Xavier, su figura paterna tan decadente como él, al que hay que acompañar al baño y obligarle a tomar sus medicinas. En este escenario, Laura viene a darles a estos dos héroes derrotados un aliento insospechado, el mismo que al viejo le podría dar una nieta querida, y al otro una hija rebelde. Esto constituye el corazón de la película: el cariño entrañable que van construyendo los tres solitarios personajes, por la necesidad de la niña, la esperanza de Xavier y la nobleza de Logan que vuelve a aflorar en él.

Hay escenas memorables que se dan en esta interacción: en cierto momento, Xavier mira junto a Laura la transmisión de “Shane” por televisión; la instruye sobre esa película y juntos admiran el final, con una de sus frases memorables: “Ahora corre a casa, ve con tu madre y dile que todo estará bien y que ya no hay pistoleros en el valle”. Esto resulta una premonición de lo que se avecina y el cartabón del director Mangold, que al final de “logan” deja a los espectadores agotados en sus butacas, con taquicardia y emocionados al borde de las lágrimas. ¿Será esta la última película de Logan-Wolverine? Lo dudo. El pistolero podría volver de una u otra manera.

 

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.