Por Ali López

“Sarusuberi: Miss Hokusai” (Keiichi Hara|Japón|2015) es una cinta de animación japonesa, comúnmente definido cono Anime, que narra la historia de Oi-e, pintora, dibujante e hija de Hokusai, el más notable artista japonés del Ukiyo-e, o  mundo flotante, donde el imaginario fantástico, erótico y místico del siglo XIX japonés fue retratado.

Oi-e (voz de Anne Watanabe) es una chica poco común, con carácter fuerte, apenas necesario para sobre llevar a los parranderos amigos de su padre; melancólico, propiciado por su hermana pequeña, O-Nao, cuya condición la dota de una sensibilidad distinta e incomparable; y alejada de todo erotismo, aunque la necesidad de descubrirlo comience a forjar cierto clamor en su piel. Una mujer atrapada en el mundo imaginario del arte que la rodea, y el mundo real e implacable que le abofetea. El sueño no puede ser perecedero, aunque así lo quiera.

“Miss Hokusai” posee una sensibilidad profundamente atrayente, que invita al público a adentrarse en su mundo onírico, y que pronto comienza a hacer del corazón (la emociones pues) un sube y baja de situaciones donde el erotismo, el sarcasmo, la comedia, y la profunda nostalgia habitan en cada escena. Los avatares religiosos, debatiendo entre el bien y el mal, y los vericuetos mundanos y terrenales, rasguñando la carne y el sexo, convergen en dragones fieros surcando los cielos, pinturas infernales que atormentan a quien las mira, y en el Ukiyo-e concreto que Hokusai regaló a la posteridad.

La cinta es adaptación de un manga escrito por Hinako Sugiura, que utiliza la animación, y estilo de dibujo japonés, para aprovechar, reinterpretar y homenajear los grabados y pinturas de los Hokusai; así, podemos ver en algunas secuencias obras como La gran ola de Kanagawa, tal vez, la más famosa del artista japonés, y que inspiró a la corriente postimpresionista de la Belle Èpoque parisina. La película no es didáctica o académica, sino que por medio de la desmitificación de los ídolos, y la sensibilización de los pasajes, codifica un mundo pasado, que como lo señala el último fotograma, es cimento del mundo en el que ahora vivimos.

La película no es la gran obra biográfica que es “Amadeus” (Milos Forman|USA-Francia|1984), pero sí se acerca a “Nannerl, la soeur de Mozart” (René Féret|Francia|2010); donde los personajes femeninos, muchas veces más talentosos, se ven ensombrecidos por los grandes genios, masculinos, que fueron sus familiares. Y está aquí el único pero que le pondría a la cinta, pues, ésta finaliza con su propia anécdota, pero en el epilogo vemos empequeñecida, nuevamente, a la señorita Hokusai.

La historia es dialéctica, y resulta importante revisar todas sus ramificaciones, sobre todo ahora, que el que futuro, como pronosticó Leonard Cohen, luce desastroso. No hay que olvidarnos que estamos rodeados por la magia, por ángeles y demonios, por dragones, y por obras de arte listas para ser capturadas por mentes sensibles y únicas, como la de Oi-e, sin importar el sexo, la condición, raza o religión que tengan.