Por Pedro Paunero

Parece irónico que Netflix le dedique una serie -con una temporada de diez capítulos iniciales-, a la que fuera la cadena de renta de material audiovisual global, y su competidora en un momento dado, en la carrera por atraer al público a pagar por ver este tipo de obras. Sin embargo, todos sabemos de qué lado se inclinó la balanza, por lo cual, su existencia se nos revela, ahora, más lógica y consciente. 

“Blockbuster” se centra en la historia de Timmy Yoon (Randall Park), a quien, a pocos minutos de comenzar el primer capítulo -cada uno de 25 minutos de duración-, un cliente le espeta en la cara que, como todo el mundo, ha estado viendo contenido de Netflix. Poco después recibe la llamada telefónica, de parte de los directivos de la empresa, de que el suyo es el último de los Blockbusters en el mundo. La empresa ha quebrado y ha empezado el proceso de desmantelamiento de los locales.

Timmy tiene cinco -muy queridos- empleados, Eliza (Melissa Fumero), de quien está enamorado secretamente, la despistada Hannah (Madeleine Arthur), que le alquila, por equivocación, a maestros de kinder la película “El ciempiés humano” (Tom Six, 2009), la madura Connie (Olga Merediz), que se ganó el corazón de todos, y los paladares, al ser buena cocinera, el ingenioso chico latino Carlos (Tyler Alvarez), con sus grandes e innovadoras ideas para la publicidad y Kayla (Kamaia Fairburn), a quien le importa un bledo el negocio -le parece que ser empleado en un local de este tipo es para perdedores-, pero a quien mantiene en nómina por ser hija de Percy (J. B. Smoove), un amigo muy cercano, con el papel del graciosillo del grupo.

Tommy se ve en la necesidad de despedir a uno de sus empleados – con quienes sí es aplicable la gran mentira de que los empleados de un negocio son “familia”- pero cada uno resulta tener alguna cualidad -en el caso de Kayla, sólo la amistad con su padre-, como para no prescindir de alguno de ellos y continuar con el negocio abierto.

Si bien la trama pone énfasis en las relaciones humanas que se establecen entre sus protagonistas, y subraya las dificultades que pasa un local a punto de cerrar, no se diferencia de otras series de humor con sus chistes bobos, y su desabrida resolución. Aquí no hay nada que hacer si se la compara con “Clerks, detrás del mosteador” (aka. Dependientes, 1994), aquella pequeña maravilla del cine independiente de Kevin Smith, prodiga en diálogos extraordinarios, que nos arrojaba fragmentos de vida de los dependientes de una tienda.

El punto más endeble de la serie es la falta de nostalgia sobre el ritual cotidiano que se daba al rentar películas, el que se establecía entre empleados y socios, en la afanosa búsqueda del título idóneo e, incluso, en el acto de devolver la cinta o DVD tardíamente y pagar una multa. Actos todos recordados con añoranza por quienes los vivieron y de los cuales, “Blockbuster”, prescinde.

¿Qué se hicieron esas poderosas metáforas sobre la Era del Vídeo como “Cuerpos invadidos” (Videodrome, 1983) de David Cronemberg o, incluso, “Juegos de placer” (Boogie Nights, 1997, Paul Thomas Anderson) que, por el contrario, retrataban el fin de otra era -la del “porno chic”- y el nacimiento de otra, precisamente la del vídeo?

Al final, todos sabemos lo que pasó con el sistema de alquiler de películas, y quién ganó la partida aunque, tratándose de un mundo competitivo como este, a Netflix -que supo aprovechar el nicho durante los años de la pandemia-, le aparecieran -naturalmente-, otros competidores como Disney +, Hulu o Amazon Prime y qye hicieron que los locales de alquiler de películas quedaran en el pasado.

Sin llegar a ser una burla de parte de Netflix -y de su creadora, Vanessa Ramos- para esta empresa caída por el camino, “Blockbuster” bien pudo situarse en un centro comercial, en un hotel -contrapuesto a la plataforma de Airbnb-, un servicio de taxis -en lucha con las plataformas como Uber o DiDi-, y el resultado hubiera sido el mismo: un paquete insulso y descafeinado.

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.