Por José de Jesús Chávez Martínez
 
La ciencia ficción especulativa, como su nombre lo dice, especula sobre el futuro de la humanidad llegada a un determinado punto gracias, en gran medida, a los avances científicos y tecnológicos. Una vertiente de este género contempla los viajes espaciales tripulados que recorren enormes distancias para explorar el cosmos más allá de nuestro sistema solar.
Es aparentemente el caso de “El astronauta”, donde el viejo conocido (dizque) comediante Adam Sandler representa al comandante checo Jakub Prochazka (Sandler de checo físicamente no tiene mucho), quien lleva más de seis meses viajando en solitario a bordo de una nave espacial rumbo a una nube bautizada como Chopra. El periplo evidentemente no ha sido fácil, ya que Jakub si bien muestra decisión para cumplir con su misión, los recuerdos de su esposa Lenka (Carey Mulligan, eficiente como siempre) en la Tierra lo atormentan de manera nostálgica. Además, la nave es un entorno no muy agradable ni limpio como se presenta en otras cintas similares.
 
Lo de Chopra es un pretexto para Jakub porque si bien se debate respecto de su matrimonio, se entiende que por otra parte buscó esa misión como un objetivo personal, lo que implicó tomar la decisión de dejar a su pareja para después entrar en cargos de conciencia. Es en ese estado de añoranza cuando descubre que no viaja solo, pues quién sabe cómo se ha colado al baño de la nave un extraterrestre con forma de tarántula gigante que se pone a dialogar con él y a aclararle que no tiene malas intenciones.
 
Ya en confianza, luego de un intento de descontaminación de la nave, Jakub bautiza a la araña como “Hanus”, quien le explica que es un viajero que huye de una invasión de seres mortales en su planeta y que se sintió atraído por la soledad de Jakub. Por cierto, Hanus ha estudiado a los humanos desde hace mucho tiempo y ha aprendido a hablar sus lenguas, pero no entiende sus comportamientos.
 
Como se puede apreciar, Hanus es sumamente inteligente y sabe que Jakub sufre porque Lenka se había negado al viaje y lo último que se llevó el astronauta fue la discusión al respecto. La araña tiene poderes mentales que provocan que Jakub recuerde a su esposa; sí, esos poderes clásicos y sabios de otros extraterrestres de otras películas. De hecho le explica que Chopra es una fuente de sabiduría.
 

 
La historia puede contener estos elementos místicos de seres superiores intergalácticos que rayan en lo filosófico y en lo religioso, según se vea. Hanus habla inglés perfecto (la voz de Paul Dano) y con una actitud y un tono comprensivos, como si fuera un psicoanalista, aunque no admite de inicio cualquier contacto físico. Esos son los clichés a los que recurre la película.
Entonces, “El astronauta” es esa búsqueda del interior personal de Jakub más que la misión en sí. Es encontrar lo que este personaje de alguna forma u otra no tenía en la Tierra, aunque los recuerdos lo atormentan y la araña está duro y dale con que las promesas incumplidas, que la soledad, que la compañía, que la ausencia, etc. En una especie de terapia alienígena que también logra aflorar por qué Jakub quiso ser astronauta: por causa de su padre comunista en la antigua Checoslovaquia.

Estamos ante un matrimonio muy cerca de la ruptura, Lenka ha decidido separarse de él a pesar de estar embarazada, con un viaje planeado en el contexto de una relativamente nueva República Checa en plena carrera espacial con Corea del Sur: es el nuevo orden mundial, claro, ya sin comunismo y un Jakub muy consciente de eso.
 
Hay géneros como el western que ya no son muy atractivos hoy en día, pero que sobreviven en otro momento de la historia mundial, específicamente pistoleros solitarios en tiempos y escenarios actuales. Así mismo, la trama de “El astronauta” es un melodrama que pudiera desarrollarse en otro lugar que no sea una nave en el espacio, con una araña consejera que pudiera ser un amigo, un pariente, un compañero de trabajo (por ejemplo, “Carl Reed” el conserje escolar de “El club de los 5”, 1985, de John Hughes), etc. Con esto no quiero decir que la ciencia ficción en el cine esté en decadencia, sino más bien que hay relatos que aparentan una cosa y pueden ser otra.
 
Pero en fin, así se planteó la historia en “El astronauta de Bohemia”, novela del escritor checo Jaroslav Kalfar publicada en 2017 que se adaptó para el guion. Se trata de una película atractiva, entretenida, bien actuada por un notable elenco, con mucho fondo emocional, con consejos extraterrestres que le vienen bien a los cinéfilos que gustan de recibir lecciones fílmicas, con escenarios sombríos bien logrados; aquí vale decir que la nave es un desastre que implica la calamidad vital y anímica de Jakub. También esta cinta critica la mercadotecnia que llega hasta el cosmos cuando nuestro astronauta checo tiene que hacer comerciales desde la nave sobre medicamentos contra el mareo.
 
Todo para pasar un buen rato viéndola y para constatar una vez más que Adam Sandler es más talentoso de lo que aparenta cuando lo vemos en sus infumables comedias. Está en Netflix.

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com