Por José de Jesús Chávez Martínez

El estimado Hugo Lara Chávez, director e investigador de cine, nos habló en un curso de los nuevos horizontes en la expresión cinematográfica contemporánea. Sin duda así es. A finales del siglo pasado y principios del presente, la realidad y la sociedad han cambiado y también las manifestaciones artísticas que las reflejan. En esta ocasión estamos ante un caso curioso, “El poder del perro” (The Power of the Dog, 2021), un western de la gran directora Jane Campion en el cual revisa temas que poseen actualidad con la inclusión de situaciones y personajes muy bien diseñados, en una época determinada.

Es 1925 y en un rancho en Montana, Estados Unidos, viven los hermanos Burbank, dueños de la propiedad, cuyas personalidades son diametralmente opuestas: Phil (Benedict Cumberbatch) es un tipo rudo, agresivo, de aspecto sucio y experto en actividades campiranas, y George (Jesse Plemons) es lo contrario, pues es educado, gentil, moderado y comprensivo, además de vestir con elegancia. La situación se complica cuando George se casa con la viuda Rose Gordon (Kirsten Dunst), que trabaja en un hostal y vive con su afeminado hijo Peter (Kodi Smit-McPhee).

Rose y Peter se van a vivir con los Burbank y Phil, en venganza, quiere hacerle la vida pesada al joven dizque queriéndolo convertir en vaquero, a la vez que critica el oportunismo y el apego al alcohol de Rose. Sin embargo, Phil comienza a sentir simpatía por el chico, en esencia recordando su relación “amistosa” con el mítico Bronco Henry, un cowboy legendario que fue su maestro y le enseñó las labores de rancho. Bronco Henry sólo aparece en la trama en palabras de Phil y en una silla de montar que es una especie de altar en su memoria (murió en 1905). Phil refiere a Peter que una vez durmió con Bronco durante una nevada y que éste aprendió a montar, ya muy tarde, a la misma edad de Peter. Es que Bronco y Peter se parecen tanto, que incluso ambos lograron ver en una montaña la imagen de un perro.

Esta película a las claras desarrolla el problema de la masculinidad en un entorno rural del viejo Oeste. Se revierte un tanto la imagen del vaquero que no piensa más que en ser bueno, galán y rudo a la vez, hábil con las armas y las cuerdas, versado en cuestiones de tratamiento del ganado. Campion, en cambio, complejiza la forma de pensar y las acciones de sus personajes en una época en la que la vida en el Oeste, en el campo, se tornaba aburrida y depresiva. Era el inicio de otro tipo de civilización y su progreso acompañado de vicios acendrados. Phil comienza a descubrir eso después de 25 años de labores con su hermano.

Es también el ascenso de la figura femenina, igual de compleja, personificada en Rose que no puede abandonar su alcoholismo, adicción que no obstante le propicia enfrentar indirectamente a Phil al regalar unas pieles de éste a unos indígenas. Es la naturaleza humana, hermosa como sea, de una “suavidad tan bella” como los guantes de piel que los indios le regalaron en agradecimiento.

Y Peter a fin de cuentas cumple su propósito de proteger a Rose, planteado a través de una pregunta inicial: “¿Qué clase de hombre sería si no puedo salvar a mi madre de todo peligro?”. Este personaje resulta ser muy hábil en el plano social, muy sensible y directo, a pesar de su aparente fragilidad. Se impone de alguna manera a Phil y nos recuerda que su masculinidad también vale mucho.

Los nuevos horizontes son esos, el ser hombre en determinados contextos, el ser mujer y convivir con los varones en relaciones complejas que son así porque la humanidad ha tenido siempre conflictos existenciales y materiales. Los vaqueros que trabajan en el rancho de los Burbank, por ejemplo, aparentemente se esfuerzan en mantener una imagen de rudeza, pero también es falta de educación porque para hacer su trabajo no la necesitan, pero (aquí viene el cliché) también deben tener sentimientos.

Los nuevos horizontes son los que abren cineastas como Jane Campion (“The Piano, 1993), ella siempre vigente, no importa las pausas que se tome para dirigir. Grande como siempre. Su elegancia y sensibilidad están intactas, reflejadas en una fotografía impecable a través de varias viñetas enmarcadas por puertas y ventanas; en una dirección de escena donde están a la altura de la excelencia todos los intérpretes, en especial los cuatro principales: Plemons, Dunst, Smit-McPhee y Cumberbatch (ovacionado de pie en el Festival de Cine de Venecia). Hay que ver esta película cuanto antes. Está en Netflix.

“El poder del perro” (The power of the dog). Año: 2021. Países: Estados Unidos, Nueva Zelanda y Gran Bretaña. Dirección: Jane Campion. Producción: Emile Sherman, Iain Canning y Roger Frappier. Guion: Jane Campion, basado en la novela “The Power of the Dog” de Thomas Savage. Fotografía: Ari Wegner. Edición: Peter Siberras. Música: Jonny Greenwood. Compañías productoras: New Zealand Film Commission, Cross City Films, BBC Film, See-Saw Films, Bad Girl Geek, Max Films, Brightstar. Distribución: Transmission Films (Australia y Nueva Zelanda) y Netflix (en todo el mundo).
 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com